CASTRO Y DOGU, DOS CONDUCTAS, DOS OBJETIVOS
Juan Ramón Martínez Xiomara Castro, se ha negado a dirigir, desde una postura unitaria, al poder ejecutivo. En su toma de posición dividió al país: los que volvían, indignados, desde las calles, a cobrarse las deudas de la derecha; y los empresarios, nacionalistas, los liberales y los miembros del establecimiento mediático responsables del golpe de estado del 2009, sus enemigos. Su gabinete de familiares y desconocidos, no ha contenido a ningún independiente; y, menos un miembro de la oposición política cómo ordena la Constitución. Su discurso, ha sido sectaria y excluyente, descalificando al Partido Nacional, especialmente por su apoyo al “golpe del 2009”, a la dictadura y al narcotráfico. Le han hecho coro, su marido – verdadero gobernante del país— sus sobrinos, sus hijos, lejanos familiares y miembros de la resistencia, “graduada en las calles”. Una épica elemental, en la que Honduras, se fracturó entre “caínes” y “abeles”, honrados y delincuentes, izquierdistas y derechistas. Y n