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ACTIVIDAD EN EL PARTIDO NACIONAL

Juan Ramón Martínez. Los nacionalistas no han tenido fama de deliberantes. Contrario a los liberales, sus hermanos de sangre y de ideales, son amigos de la obediencia a los jefes, de la verticalidad de los mandos y de la sumisión permanente a los mandos supremos. Carías Andino, Zúñiga Agustinus e incluso Oswaldo López Arellano ante el cual los nacionalistas se arrimaron cuando dejaron de ver un caudillo en el horizonte, eran hombres suaves, de poco hablar que cuando decidían algo sabían – y pocas veces se equivocaron – que sus adherentes les acompañarían, silenciosos pero firmes, hasta el final de la lucha. Pero una vez que López Arellano los hizo a un lado, los nacionalistas entraron en el desconcierto. Dejaron de reconocer el liderazgo de Zúñiga Agustinus y se entregaron a la anarquía liberal, rechazando a Callejas y dividiendo sus votos entre Juan Pablo Urrutia y Fernando Lardizábal. La división era irreal; pero lo que valía era el gesto de desobediencia que poco tenía que ve

¡DEJEN GOBERNAR AL PRESIDENTE!

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Juan Ramón Martínez. Dentro de veinte años, nadie se acordará de los “ministros” del gobierno de Lobo Sosa . Tal vez la excepción sean los historiadores, profesionalmente acuciosos; o los rencorosos que acumulan cifras y nombres para saborear en frio, el encanto de la venganza, hablando de sus enemigos. Lo que la gente recordará, sin ningún género de duda, es al gobierno de Lobo Sosa , al que le atribuirán las buenas y las malas, pasando por alto el nombre de sus “ministros” que serán borrados de la memoria social. Por ello es que en modelos políticos presidencialistas, como es el nuestro, no existen ministros sino que secretarios de estado que operan como asesores y servidores suyos en áreas específicas en donde se les considera expertos. De allí que sean empleados de su nombramiento personal, pudiendo prescindir de ellos sin ninguna consulta previa con ningún otro poder del Estado, nombrando a las personas que consideren adecuadas. Al fin y al cabo la responsabilidad por los re

LA AMENAZA DEL PARTIDO LIBERAL

Juan Ramón Martínez. Pese a su terrible debilidad, la perversa inclinación de muchos que le han contratado los servicios fúnebres para su enterramiento; y la aparente muestra de incapacidad para identificar los mecanismos de la unidad, el Partido Liberal amenaza la posibilidad que el Partido Nacional gane las próximas elecciones. Este hecho, cómo es natural, tiene preocupados a los nacionalistas que sienten que pese a los esfuerzos que hacen no logran avivar la mecha del entusiasmo de sus bases y del liderazgo inferior, de forma que los nacionalistas sientan que el futuro les pertenece; y que, en consecuencia tienen que luchar para hacerlo posible.  Pero además, tienen el problema que los grupos independientes que les permitieron ganar las elecciones del 2009, no están muy contentos con los resultados alcanzados por el gobierno de Lobo Sosa. Le celebran los éxitos en política exterior, la disminución de la persecución que desde allí se hacía en contra de Honduras y la continuidad de la