LA AMENAZA DEL PARTIDO LIBERAL

Juan Ramón Martínez.


Pese a su terrible debilidad, la perversa inclinación de muchos que le han contratado los servicios fúnebres para su enterramiento; y la aparente muestra de incapacidad para identificar los mecanismos de la unidad, el Partido Liberal amenaza la posibilidad que el Partido Nacional gane las próximas elecciones. Este hecho, cómo es natural, tiene preocupados a los nacionalistas que sienten que pese a los esfuerzos que hacen no logran avivar la mecha del entusiasmo de sus bases y del liderazgo inferior, de forma que los nacionalistas sientan que el futuro les pertenece; y que, en consecuencia tienen que luchar para hacerlo posible. 


Pero además, tienen el problema que los grupos independientes que les permitieron ganar las elecciones del 2009, no están muy contentos con los resultados alcanzados por el gobierno de Lobo Sosa. Le celebran los éxitos en política exterior, la disminución de la persecución que desde allí se hacía en contra de Honduras y la continuidad de la ayuda externa – que algunos están cuestionando porque se aprovecha muy poco y se orienta bastante mal en términos mayoritarios – pero le reclaman la falta de consistencia en la creación de empleos nuevos y en el freno de la delincuencia. Es aquí en donde están los retos mayores para revertir la opinión de quienes al final del día de las elecciones, le permitirán a los nacionalistas enfrentar “la maldición de Callejas”: Ganar el periodo siguiente para gobernar durante ocho años, cosa que nunca han podido lograr. 


Pero con todo, cómo ocurre siempre en la historia nacional, el fortalecimiento del Partido Liberal, es quien determinará los resultados electorales del próximo año. El gobierno de Lobo Sosa puede hacer todas las rectificaciones imaginables, pavimentando incluso de dinero y bienes y servicios las calles y caminos rurales del país, poner a los delincuentes en su lugar y volver a la Policía más eficiente que la de Nueva York; pero si el Partido Liberal se unifica, produce una candidatura respetable y se deshace de los daños que le ha provocado el parasitismo de Zelaya, derrotará inevitablemente al Partido Nacional en las próximas elecciones generales. 


Aparentemente, la única alternativa que tiene el PN es seguir jugando con Zelaya para dividir al Partido Liberal. Este líder, cuya estrella cada día que pasa pierde brillo, tanto por sus errores como porque no ofrece nada nuevo; y su única contribución a la técnica política es la repetición de los modelos de organización de base del modelo bolivariano aplicado en Venezuela, es muy poco lo que puede hacer para dividir más a los liberales. El daño que le hiciera a los liberales, embrocándolos en un fracaso inevitable, haciendo que su candidato Elvin Santos perdiera las elecciones más por rencoroso interés ganadero que como expresión de reales desacuerdos ideológicos, poco a poco se ha ido aclarando. Y los liberales se han ido quitando de encima la mala conciencia. Y le han empezado a ver a Zelaya como un traidor y adversario peligroso que obedece más a los intereses del Partido Nacional que los objetivos de su partido, el Partido Liberal. 


Descartado Zelaya como instrumento de división liberal y factor de postración de sus candidatos para que fracasen estrepitosamente en las próximas elecciones, a los nacionalistas solo les queda la alternativa de competir en base a sus propias virtudes. Para ello tienen que construir una candidatura, basada más en lo que quiere la población, que en los resultados mecánicos de unas internas que nunca les han dejado buenos resultados. Que JOH no despegue, provoca ansiedad y no produce confianza en el sentido que en el poder no hará lo mismo que Zelaya, trastocando la ley y empujando el país hacia un reformismo vacío, destinado a disimular un continuismo que no le es indiferente. Ricardo Álvarez, no cuaja. Su proyecto a favor de los pobres, no pasa más de los regalos de un populismo paternal que no despierta confianza en los sectores medios del nacionalismo. Miguel Rodrigo Pastor, cada día que pasa es más distante de sus bases y de los amigos que les puedan ser útiles para consolidar una propuesta electoral.


Esta situación es incómoda. La única salida es que los dos últimos años de Lobo Sosa sean superiores a los 4 últimos gobiernos liberales. Y esto no es materialmente posible. Por lo que en este momento, el fracaso es muy probable.

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