EL ÉXITO DEL GOBIERNO

Juan Ramón Martínez.


Hacía muchos años que los obreros y los empresarios no se ponían de acuerdo en lo del salario mínimo. Durante los últimos años, la discusión del tema fue una pérdida de tiempo, una acumulación de ofensas y enconos entre unos y otros que, entre otros resultados contraían la inversión y desarrollaban cierta incomodidad y desesperanza entre los trabajadores. Durante el gobierno de Zelaya, se hizo el incremento mayor del salario mínimo que se tenga memoria en toda la historia. Aunque la medida estaba basada en la consideración lógica que para reactivar la economía había que aumentar la capacidad de compra de los hondureños, los cálculos se hicieron en forma festinada en lo que pareció, el fin era más que favorecer a los trabajadores, castigar a los productores, de todos los tamaños, especialmente a los más pequeños que luchan contra su desempleo personal y el de sus familiares. Los resultados fueron catastróficos; subió el desempleo, se redujo el comercio y la pobreza aumentó. 


Pero además – y lo decimos para buscar una fórmula que lo evite – el aumento del salario mínimo en la medida en que no tiene como conexión con la producción nacional, la eficiencia y la productividad, se convierte en un simple engaño para los trabajadores que, por un lado conquistan mejorar su salario, mientras sufren un incremento mayor en lo que pagan en comparación con lo recibido. Este engaño lo seguirá siendo en la medida en que no mejoremos la comprensión de los fenómenos económicos, liberemos a estos de las manipulaciones políticas y contemos con los instrumentos precisos que nos permitan tener información puntual. A la fecha – y da mucha pena decirlo – no tenemos información confiable de los datos del desempleo, de los efectos de las medidas legislativas en la iniciativa de los productores; y sobre la forma cómo se fortalece o se deteriora el sistema general económico. Por eso es que aquí, caminamos a tientas, sin estar seguros hacia donde vamos; y lo más grave sin anticipar los efectos que las crisis del capitalismo producen en economías dependientes como la nuestra. 


Pero por mientras esperamos la aparición de un nueva élite económica, empresarial, política y gremial, no tenemos otra que celebrar el acuerdo de trabajadores y empleadores. El que el gobierno haya podido conseguir lo que se logró, es un ejemplo que pareciera darnos la noticia que venimos de regreso. Y que ya no es la actitud vengativa, el encono y la lucha sin cuartel la que dirige el comportamiento de grupos aparentemente antagónicos, sino que mas bien el sentimiento que hay una espera común en la cual todos salimos ganando, cuando todos cooperamos. 


Hay mucha gente que no ve con simpatía estos acuerdos. Desde hace muchos años han apostado por la confrontación permanente y sin más objetivos que mantener el bochinche al servicio de los ávidos y nerviosos espectadores. Convencido que el país, saldrá adelante cuando se modifiquen las “condiciones objetivas” y el peso de las contradicciones incline la balanza a favor de los grupos que quieren el cambio, por medio de la destrucción del mercado – que Raúl Castro trata de reconstruir poco a poco en Cuba – la desaparición del gobierno y la creación de un modelo de relación ciudadana, fracasado en casi todos los países en donde se probó, en vista que ahogó la libertad y convirtió a toda la población en asalariada al servicio de un pequeño grupo de ciudadanos “superiores” dedicados al servicio del Secretario General del Partido. 


Nosotros en cambio, celebramos en lo que vale el resultado alcanzado. Nos parece que los obreros han redescubierto los encantos de la madurez y la oportunidad de la flexibilidad de las negociaciones. Igualmente, tenemos la impresión que hay una nueva generación de empresarios que han empezado a entender que la operación económica no se basa en la explotación de la mano de obra, sino que la búsqueda de la eficiencia, usando la tecnología y las oportunidades que están al alcance de las manos. Y que las utilidades logradas, de alguna marera hay que compartirlas con quienes han ayudado a producirlas.

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