ENCUESTAS DE OPINIÓN

Juan Ramón Martínez.


En las últimas semanas, se han conocido por lo menos cuatro encuestas de opinión, efectuadas por diferentes empresas. Con finalidades distintas y por supuesto, destinadas a satisfacer intereses diferentes. La mayoría de ellas, han sido contratadas por grupos políticos y solo una de ellas es la que parece más independiente y dirigida al público en general. En las primeras, es decir las contratadas por los partidos políticos, especialmente por el PN, el interés es conocer la popularidad de los candidatos y el nivel de resistencia que provocan en algunos segmentos poblacionales. En la última, la que llamaremos ERIC-SJ, lo que se trata de medir es el estado de ánimo de la población, la opinión que tiene sobre la situación económica que se está viviendo, sus visiones del clima de inseguridad, el criterio que le provocan las fuerzas políticas, el papel que le asigna a los llamados partidos tradicionales – que algunos buscan enterrar como fórmula para facilitar la modernización y el desarrollo político del país – y la simpatía y el respeto que le dispensan a las fuerzas contestarias, como la que representa Zelaya y su propuesta de Partido Libre, un híbrido que no quiere despegarse del costado del Partido Liberal, pagando por ello un alto costo cómo lo demostraremos, amparados en los datos aportados por esta importante encuesta de opinión. 


La encuesta, se efectuó entre el 19 y el 30 de noviembre del año pasado. Se consultó a una muestra nacional de 1540 personas adultas y para efectos de valoración total, la encuesta muestra una posibilidad de error del 2.5 %. Es decir que su nivel de confiabilidad es bastante alto, de forma que debemos ver con respeto y consideración los datos proporcionados, no como que sí fueran la verdad escrita en piedra, sino que fundamentalmente el estado de ánimo de la población hondureña frente a la realidad económica, la situación política, la actividad del gobierno y el futuro. 


Los datos son reveladores: el 86.3 de la población consultada, considera que la situación económica familiar “sigue igual o peor que el año anterior”. Esta percepción es fácilmente verificable, de cara a los escasos resultados logrados por la sociedad y el gobierno en términos de empleo, producción y productividad nacionales. La opinión sobre el gobierno de Lobo Sosa no muestra mejoría con respecto a la encuesta número 1. Más bien señala una pequeña pero peligrosa caída: el índice de reprobación que se le otorga al actual régimen es de 4.6 en una escala de diez, comparada con 5.11 que era la calificación de la primera de las encuestas elaboradas por el grupo jesuita de El Progreso. Es muy posible que esta baja calificación, tenga mucho que ver con el clima de inseguridad que se ha agudizado mucho en el tiempo de la evaluación, el escaso crecimiento de las oportunidades económicas y el evidente incremento de la inflación real que ha reducido en mucho la capacidad de compra de las familias hondureñas. 


Es importante resaltar que el nivel de confianza del pueblo en sus instituciones públicas, no mejora. Pero, desafortunadamente no ve opciones alternativas, lo que constituye una dolorosa paradoja del sentimiento nacional. Por ello, la población no tiene otra que seguir confiando en los partidos políticos tradicionales. El Partido Nacional se mantiene en la cima, lo que parece indicar que la falta de confianza en el gobierno no afecta el futuro inmediato del PN. Le sigue con 27% el Partido Liberal. A mucha distancia de estos dos grandes partidos, “Libre” de Zelaya apenas logra un 2.8, el Partido Anticorrupción de Nasralla apenas consigue un 0.6%, con lo que se confirma que una cosa es la popularidad y otra el respaldo electoral que aparentemente obedece a otras razones más que al tiempo de exposición en la TV. Más abajo, con el 0.2% se ubica la Democracia Cristiana, el PINU-Social Demócrata y Unificación Democrática (UD). Esto datos no son alentadores para las fuerzas emergentes, especialmente en el caso de LIBRE que aspira colocar a 35 diputados de entre sus filas y convertirse en la fuerza que pactando con la izquierda liberal, puedan dominar el Congreso. Las cifras de la encuesta, ponen en los cuernos de la luna esta posibilidad. Y echan por tierra el temor de la atomización en el CN y el riesgo de la ingobernabilidad. El conflicto puede darse en el interior de los partidos tradicionales y no fuera de los mismos.

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