¿POR QUÉ NO DAMOS EL PASO?
Juan Ramón Martínez.
Queremos insistir que, después de lograr el reconocimiento internacional y la reintegración en la OEA; y la creación de un clima en que Zelaya y su grupo se sometieron a la obediencia del sistema público, es necesario movernos hacia adelante. La paz y la estabilidad, no pueden servir para quedarnos viendo la cara unos con otros, sino que para darle impulso al proceso económico, para mejorar los sistemas de distribución del ingreso y para reducir drásticamente – cómo lo exigen las circunstancias – los índices de pobreza e inseguridad que estamos sufriendo.
El Presidente Lobo Sosa tiene menos de dos años para servirnos. El equipo que le fue útil en la primera fase, ya no lo es para la siguiente. Si antes fue la unidad para que nos “perdonara” la comunidad internacional, ahora la unidad debe ser para orientar la acción pública – en concertación con la acción privada – en dirección a la búsqueda de la satisfacción y el bienestar de la sociedad en general.
El que no se dé el siguiente paso, se debe fundamentalmente a la falta de unidad del entorno de Lobo Sosa que cuando no le “meten gol” al presidente, se propinan zancadillas los unos a los otros; y pierden el tiempo en forma irresponsable. Para disimularlo, los líderes de los grupúsculos que buscan el favor presidencial, juegan en forma discreta pero persistente con el tema del continuismo presidencial. Pasando por alto que no hay condiciones para ello, que la comunidad internacional nos aplastaría como no lo pudieron hacer en el 2009; y que a nivel interno; no tenemos la fortaleza en el liderazgo que aportó Micheletti; ni tampoco la disposición colectiva para resistir el aislamiento que pudiéramos sufrir si alguien se le ocurre repetir los errores del 2009.
En términos políticos, los grupos disidentes apuestan al control del Congreso Nacional. No les interesa cuestionar al gobierno; ni mucho menos crearle obstáculos para la ejecución de sus proyectos. De forma que la administración de Lobo Sosa está en las mejores condiciones para dar el siguiente paso y reordenar el rumbo del país, mejorando el liderazgo del gobierno y superando la desastrosa calidad de los servicios públicos, especialmente en educación y salud. Logrado esto último, el gobierno recapturará la confianza popular y podrá iniciar un proceso de participación ciudadana, en el que los objetivos no sean el recibimiento de ayudas, bonos y pequeños regalos infantiles, sino que el involucramiento en el perfeccionamiento del servicio público, la determinación de las metas de crecimiento y la distribución de los beneficios que resulten del crecimiento logrado.
Para orientar las acciones que se sugiere, hay algunos signos esclarecedores. La Ministra de la Presidencia, María Antonieta Guillén, propuso un gran acuerdo nacional. Nosotros estamos de acuerdo, con solo una adición: Que el proceso de acuerdo venga de abajo hacia arriba, derrotando el centralismo y el abuso que la capital ejerce sobre el resto del territorio nacional. Que no han servido para nada, por lo menos hasta ahora. El segundo es que el gobierno puede lograr más fácilmente forjar una alianza alrededor de metas e indicadores establecidos por las comunidades de base, los municipios, las mancomunidades y las regiones, que recurriendo a acuerdos capitalinos de carácter político que sirven muy poco para los fines que buscamos. El tercer signo esclarecedor lo ha planteado el Presidente Lobo Sosa al reclamarle al sistema de agentes económicos, su incompetencia para producir los granos básicos que necesitamos para alimentarnos, para producir los puestos de trabajo que urgimos; y para crear los sistemas de ordenada convivencia que son básicos para facilitar el desarrollo nacional.
Al margen de estas evidentes señales esperanzadoras, contamos, con un Plan de Nación que tiene las metas nacionales, los cursos de acción y las indicaciones básicas de las metodologías a seguir. Y para que nadie se resista en discusiones, Lobo Sosa tuvo el cuidado de convertir en ley este plan, que lo convierte en una norma de cumplimiento obligatorio. No solo para este periodo presidencial que concluye en el 2014, sino que para los gobiernos que le sucederán.
Cuando uno descubre que todo está listo; y que solo hace falta dar los primeros pasos que estamos seguros que la población celebrará porque está cansada de estar esperando todo, la pregunta que nos hacemos: ¿Por qué no nos movemos?
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