LA CANDIDATURA DE MAURICIO VILLEDA

Juan Ramón Martínez.


Los ataques bajo seudónimos en la “red”, en los que descubro la paternidad de algunos conocidos del cercano pasado, me han impulsado para estudiar los efectos que ha tenido en el interior del Partido Liberal, la candidatura de Mauricio Villeda Bermúdez, la renuncia de Elvin Santos para postularse nuevamente; y la posibilidad que este grupo, concluya unificando al principal partido de oposición. Y ganándole las elecciones al Partido Nacional que de esta forma continuará cargando “la maldición de Callejas”, al no poder hacer dos periodos continuos. 


No cabe duda que estamos cansados de la confrontación y la pelea cuchillera que se hace en la calle, en los conciliábulos partidarios o en los medios de comunicación. La mayoría quiere paz y tranquilidad para dedicarse al cumplimiento de sus objetivos personales, sin los cuales no come. Y Villeda ofrece una conducta intachable, nunca ha sido funcionario público, no es político profesional y lo más importante, no aspira llegar al poder para continuar la sangrienta y vengativa pelea iniciada en el 2008, sino que para estabilizar la vida nacional, moderar el grado de conflictividad, devolviéndole a la discusión inter-partidaria, el carácter de base para la limpieza de la vida política, el mejoramiento de los servicios públicos y la consolidación de la honradez de los funcionarios al frente de sus responsabilidades. Por su discreto alejamiento de la actividad partidaria, Villeda Bermúdez, facilita la unidad entre los grupos liberales, ignorantes de lo que ocurrió el 28 de junio del 2009; y que no han escuchado siquiera a los candidatos republicanos de EEUU. Trasmite confianza al electorado independiente, en el sentido que hará un gobierno más tranquilo, sin sobresaltos y con un mayor grado de eficiencia que lo que ha logrado hasta ahora el PN. 


En una conversación, Rodrigo Wong y yo, hablábamos con JOH, preguntándonos por qué pese a sus esfuerzos, no crece en las encuestas. Y la conclusión fue que no provoca confianza por la inestabilidad que exhibe en los planes y reformas jurídicas que impulsa desde el Congreso Nacional. El pueblo no tiene confianza de los alterados, de los nerviosos y de los alocados e imprevisibles, bien por juventud o por desajustes mentales. Prefiere a los tranquilos, se siente mejor con los serios y los firmes de convicción que no ofrecen el paraíso futuro, sino que garantizan el presente, satisfaciendo lo inmediato. En este sentido, Villeda Bermúdez y JOH son como antípodas, por lo que los electores independientes incluso – que son los que determinan el resultado electoral – no tendrán dificultades para favorecer el primero por tranquilo, seguro y confiable. Este análisis por supuesto, es válido para el “ahora”. Y no es una consagración o una condenación definitiva a uno o al otro de los mencionados. Es un juicio para el “ahora”, que puede cambiar mañana. 


Villeda Bermúdez además, tiene una personalidad que lo aleja del sectarismo, enfermedad endémica de la clase política que no ha podido quitarse la pistola al cinto, ni guardar las espuelas antes de hacer el amor. Por lo que estará en condiciones de transar con Yani Rosenthal que se perfila como uno de los precandidatos liberales que pueda concitar algún respaldo, especialmente si rompe sus amarras con Zelaya que, pese a lo que digan, las encuestas serias, se ha convertido en un peso muerto para todos los que se le acerquen. No solo por su pasado turbulento, su inmadurez caprichosa y su afán de notoriedad, sino que por su equivocada estrategia de agachar la cabeza y no hacer la oposición que se esperaba, no tanto para cambiar el rumbo del gobierno de Lobo, sino que para evitar un acuerdo destructivo con el actual inquilino de la Casa Presidencial que han logrado hacer del felino cirquero, un manso gatito para gozo de las damas más endomingadas de la capital de la República. 


Villeda Bermúdez es un hombre respetable, intelectualmente formado, profesionalmente capacitado y espiritualmente confiable. Es suave en el trato; pero firme y valiente en la defensa de los valores y los principios que orientan su vida. Con él se puede pactar, seguros que honrará su palabra, por lo que podrá asegurar la unidad del PL y evitar que vía los diputados, se integren en el Congreso fuerzas antidemocráticas que quieran continuar con el desorden que iniciara el ex liberal Manuel Zelaya Rosales.    

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