UNA INCOMPLETA VISIÓN DE LA CRISIS POLICIAL
Juan Ramón Martínez. Fui educado, desde mis primeros años en la escuela primaria, para sospechar de las soluciones fáciles y dudar de las explicaciones sencillas de los problemas. La premura de algunos para atribuirle a Dios la autoridad de todos los errores humanos, la idea que el gobierno es quien hace todo lo malo que se produce en la sociedad y la bondad inconmovible de los seres humanos que no quiebran un plato, siempre me han parecido insuficientes, inocentes e incluso infantiles. La afirmación, que extraigo de un periódico dominical que los crímenes aumentaron por la crisis policial, me sabe a fácil, inocente; y por ello, de dudosa digestión. El problema de la delincuencia, en la medida en que la Policía descuidó sus relaciones con la sociedad y se desmilitarizó – entendiendo esto último como la renuncia a la jerarquía, al rechazo de los ascensos por méritos y antigüedad; y a los valores eternos del servicio antes que la búsqueda del beneficio particular – es su visión