LA LEGALIZACIÓN DE LAS DROGAS
Juan
Ramón Martínez
Por
más que se quiere sostener lo contrario, la irrupción del tema de
la legalización de las drogas – sin precisión específica si se
trata del cultivo de la coca, la producción de la pasta, la
transformación en cocaína, su movilización desde Venezuela pasando
por Centroamérica en dirección a México; y a los Estados Unidos. Y
de su consumo allá y en los demás países del continente. El tema
no ha dejado de sorprender incluso a los más dormidos analistas de
la región y de Honduras. Especialmente porque no se tiene claro qué
es lo que busca el Presidente Pérez Molina en sus relaciones con los
Estados Unidos y cuáles son los afanes de parte de los dirigentes de
la región centroamericana y México que se han quejado en los
últimos días, de la falta de cooperación de los Estados Unidos en
el esfuerzo por frenar la droga que una vez en territorio
estadounidense recibe un tratamiento lenitivo inexplicable, basado en
el respeto a los derechos humanos de sus ciudadanos y a su libertad
incluso para hacerse daño a sí mismos.
Para
no perdernos en el análisis y no descuidar que se puede tratar de un
simple chantaje de algunos gobiernos que quieren que EEUU se
comprometa más en la lucha para frenar el tránsito por los
territorios de los países que transitan, hay que decir que desde
Estados Unidos, la tarea de frenar la circulación de la droga por
Centroamérica y México, se ha visto como una prueba de eficiencia
de los gobiernos para servir a los intereses de la gran potencia. Por
ello se les ha certificado anualmente, lo que disimula una hábil
condena para los países que no han hecho lo que ha dicho la política
estadounidense al respecto. Es decir que, en esta política no se ha
visto que nuestros países también son víctimas. Y que su población
recibe efectos negativos duraderos, de imposible recuperación. Solo
para mencionar un par de efectos desconocidos hace un poco de tiempo:
el consumo de la droga ha aumentado en nuestro país por ejemplo y la
intromisión de los capos locales, sirvientes de los capos del
tránsito y la movilización del dinero, han aflorado y empiezan a
participar abiertamente en la vida política, económica y social. Se
habla de las fuentes del financiamiento de las campañas electorales
y algunos cínicos no dejan de reír cuando ponen en duda la
capacidad autónoma, sin el apoyo de la droga, en la estabilidad
económica del país.
Es
aquí en donde está el principal desacuerdo entre Estados Unidos y
los países de la región. Así como estamos errados al creer que el
problema de las drogas solo es de Estados Unidos, igualmente están
equivocadas sus autoridades cuando nos tratan como sirvientes suyos a
los cuales hay que certificar anualmente en su capacidad de
cooperación en la lucha en contra del narcotráfico. El primer
error, el nuestro, lo confirman el crecimiento del consumo interno,
los daños a la salud de importantes segmentos poblacionales y el
costo que representa su alejamiento del trabajo y las sumas que hay
que destinar en tratamientos sanitarios. El de los Estados Unidos es
que no ha podido vernos como países víctimas, a los cuales se les
debe tratar en forma fraterna, compartiendo por consiguiente
esfuerzos, al tiempo que se celebran los éxitos alcanzados. Esta
nueva relación, es similar a la lealtad y la solidaridad que se
dispensan los narcos cuando de celebrar sus éxitos se trata. Sus
acciones vengativas, tienen otros escenarios que desafortunadamente
no caben considerar en este momento.
Hay
que buscar nuevos métodos para hacerle frente a la droga desde la
demanda estadounidense hasta la oferta sudamericana, colocando en el
medio a Centroamérica. Sin condenar a ningún país, sino que
colocarlos a todos, en un plano de objetividad a toda prueba de
argumentos. Una vez efectuada esta conversión de los vertical e
imperial en horizontal y democrático, hay que decir que la droga no
se puede despenalizar. Bajo ninguna consideración, en vista que las
obligaciones constitucionales, las convenciones suscritas y los
tratados establecidos entre las naciones del mundo, le imponen a los
estados involucrados la obligación moral de defender, antes que otra
cosa, la salud de sus ciudadanos.
Sacarle
más dinero a los gringos, como si fuesen tontos, no tendrá éxito.
Solo dan por imperativos diplomáticos, respuestas, dilaciones y más
dilaciones.
Fotografía: "U.S. Customs & Border Protection Officer Testing Heroin that was Found Concealed in a Vehicle" Photographer: Steven Green. Licencia: 
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