LA CONQUISTA DE LA TRANQUILIDAD

Juan Ramón Martínez.


Los vecinos de Tres Caminos, han hecho algo simple y sencillo: han tomado control de sus vidas. En vez de confiar como bebés que el gobierno resuelva todo, asumieron que la seguridad y el manejo del espacio de su comunidad o colonia como las conocemos ahora, le correspondía a los vecinos. Y que éstos, de forma organizada, debían establecer soberanía sobre el espacio físico, exigiéndole al gobierno que cumpliera con su deber. Ahora han dejado de ser un atajo para los automovilistas apurados; o un lugar de recreo y conversación de las parejas que en vez de hacer el amor, beben como refugiados; y hablan como torturados en altas horas de la noche, interrumpiendo el sueño tranquilo de ciudadanos honrados y pacíficos que solo quieren vivir en paz. Sin molestar a otros; pero sin permitir que éstos, en forma abusiva, lo hagan en su contra.


Desde la semana recién pasada han cerrado con portones la mayoría de los ingresos a la Colonia Tres Caminos, establecido distancia con grandes edificios que ilegalmente se construyeron irrespetando las reglas de la convivencia ciudadana; y creando una distancia prudente y necesaria con los grupos que integran dos colegios magisteriales que han construido enormes edificios, aprovechando el dinero barato del IMPREMA. Ahora, ingresan los vecinos. El que quiere visitar a alguno de los residentes, tiene que identificarse. Me informan que en el cercano futuro tendrán cámaras para filmar las matriculas de los carros y las motocicletas que ingresen. Y para salir de allí, los que no sean vecinos, tendrán que dejar sus registros bien claros y definidos. La tranquilidad que ahora experimentan, en su primer fin de semana sin el atropello de los automovilistas y los borrachos disimulados que beben dentro de automóviles estacionados, es de tales dimensiones que uno de los vecinos de Tres Caminos me confesó que el viernes pasado tuvo problemas para conciliar el sueño. Por el silencio extraño que le rodeaba.


Al principio, cuando me contaron del experimento, me pareció que era una rendición de la ciudadanía frente al acoso de la delincuencia. Dándole más pensamiento, rectifiqué viendo el asunto desde otro punto de vista: desde el de la ciudadanía que asume el control de la vida comunitaria, establece sus reglas y obliga al gobierno municipal a que cumpla con su deber. Inmediatamente caí en la cuenta que lo que ha ocurrido en Tres Caminos es el ejemplo práctico que he venido propiciando de lo que llamo Planificación y Control desde Abajo. Los vecinos, miembros de la amenazada clase media nacional, en vez de seguir en el camino de la dependencia, fortalecieron su organización de base; y desde ésta, se plantearon convertir a su colonia en un espacio cerrado bajo su control.


Desde los tiempos en que el gobierno ha mejorado su estrategia de dominación, mediante el otorgamiento de subsidios a los más pobres, se ha intensificado el sentido de dependencia de la comunidad de base, con respecto al régimen, los caudillos locales y los “héroes” de la Patria que, desde la capital, distribuyen favores y emplean activistas para que les celebren sus insulsos discursos. Los vecinos de Tres Caminos le han dicho que no a este modelo. No le han ido a enajenar su libertad al Alcalde de la Ciudad; ni mucho menos se han puesto de rodillas con esos diputados que compran votos repartiendo cosas, ofreciendo esperanzas e incluso iluminando canchas con el dinero que paga el mismo pueblo.


Partieron del criterio que la colonia es suya. Que el tema de la seguridad le corresponde a cada ciudadano y que en ningún caso – ni siquiera cuando Óscar Álvarez, en sus tiempos de falso salvador de la ciudadanía era vecino su convecino y tenía más de 100 policías que protegían la majestad de su personalidad “heroica” – debían entregar su futuro a los burócratas. La mayoría profesionales universitarios, entendieron que el régimen democrático les obligaba a ser responsables protagonistas de sus destinos. Y que en consecuencia, debían asumir con firmeza el control y mejoramiento de sus espacios habitados. Lo que han logrado, confirma que la iniciativa viene de abajo, que el control ciudadano es la fuente de la democracia. Y que la única forma de controlar a la burocracia es poniéndola a trabajar al servicio de la ciudadanía. ¡Muy bueno el ejemplo!

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