LA JUGADA DE FREDY NASSER

Juan Ramón Martínez.


No cabe duda alguna de la competencia y la habilidad de Fredy Nasser. Crea nuevos negocios, establece acuerdos y logra excelentes resultados. Ha levantado una enorme fortuna – cosa que muchos más debían imitar y superar – y creado empleo para muchos miles de compatriotas que ahora, gracias a ello, tienen una esperanza en sus vidas. Pero en algunos momentos, la búsqueda de oportunidades para sus finalidades, entran en conflicto con el resto de la ciudadanía. Aprovechando la oportunidad de la construcción y operación de un aeropuerto para Tegucigalpa, ha logrado ampliar el contrato que tenía con el gobierno central, nueve años antes de la finalización del plazo, Y cobrándonos anticipadamente por un nuevo servicio que nos ofrece, para financiar una operación donde no hemos contado con nadie que nos represente y nos defienda.


Dentro de la ética capitalista, los empresarios pueden ganar todo lo que quieran, con tal que cumplan la ley, respeten las reglas éticas, y se proteja el bien común. Esa libertad, como la sabemos todos, está limitada por la libertad de los demás, por la protección de sus intereses y por la defensa de su tranquilidad. En este caso, la libertad y los intereses del empresario están bien cubiertos. No así los de la ciudadanía que no contó con el apoyo defensivo de sus diputados. No solo en el examen del por qué se amplió un contrato que no había concluido, sino en la protección de una circunstancia elemental: los aumentos de las tasas por servicios. Que se justifican por el mejoramiento de los mismos. No por el ofrecimiento de cambios futuros. Ahora los usuarios pagaremos cerca del doble que antes, por unos servicios que, durante los próximos 4 años, seguirán iguales.


La jugada tiene una perfección tal que, los diputados, no pudieron anticipar que otra de las obligaciones de los empresarios capitalistas modernos, es proporcionar financiamiento para sus proyectos, aportados por los socios. Pero en este caso, las aportaciones de los socios no están claras; y mas bien quiénes las hacemos somos los usuarios, que al pagar más de lo que recibimos, hacemos una contribución forzada de una obra que después será presentada como un éxito por parte de los empresarios y por el gobierno.


Es difícil salir adelante con un sistema tan desigual y descuadrado. Cuando conocimos el problema y la solución, creímos que Nasser y sus socios harían las aportaciones correspondientes. Y que los usuarios, pagaríamos más en la proporción en que éstos fuesen mejorando. Pero ha ocurrido lo contrario. Los agentes financiadores del proyecto, interesante útil y necesario para el desarrollo de país, somos los más débiles de la cadena: los usuarios que no solo pagaremos más en una proporción que nos coloca en desventaja con los pagos que se hacen en otras partes. Pagaremos más, sin que durante varios años, recibamos nada, Solo para financiar a Nasser y al Gobierno Central en la ejecución de un proyecto que financiaremos los ciudadanos; pero que celebrarán y gozarán como suyos, los empresarios y los burócratas.


Cómo esto no tiene ni pies ni cabeza; ni mucho menos cercanía con la justicia humana y las reglas del capitalismo moderno la pregunta que nos hacemos no está referida a las pretensiones y logros de los empresarios triunfantes, sino a las razones de la ausencia de los diputados, de todos los partidos, de todos los departamentos, en la obligada defensa de los intereses de sus electores. No conocemos ninguna postura cuestionadora – incluso creada solo para salvarle el ojo al macho – por parte de alguien dudando por la premura con que se efectúo la ampliación, la aprobación de los términos del contrato que protegen más la parte empresarial que a los usuarios. O interrogándose si con la construcción del aeropuerto en la zona en que se ha escogido, no se le hace daño a la defensa de nuestro país, en la medida en que se afecta la base aérea Soto Cano y los sistemas de protección electrónica, básicos para la seguridad nacional.


Nada escuchamos. Los diputados en una unanimidad sospechosa, han apoyado como si fuera lo mejor para Honduras, un sistema de financiamiento en que, en vez de los empresarios, quienes ponemos los recursos somos los usuarios, por medio de incrementos de tarifas que no guardan relación con la prometida mejoría de los mismos. Es posible que no hayan estudiado suficientemente la lógica de este asunto; y que Nasser y su equipo, protegiendo lo suyo, hayan confundido a los diputados – cuyo talento promedio es muy limitado – y que éstos, impresionados por los resultados anticipados y la belleza de los dibujos de las edificaciones de Palmerola, como niños, se hayan inclinado dócilmente favoreciendo más a los empresarios, en perjuicio de la ciudadanía.


Pero además, pudieron haber privado otras razones. Los acuerdos son más fáciles cuando están sobre la mesa beneficios inmediatos y de carácter personal. Moviéndonos en tanta obscuridad – pese a la entrega de noticias insustanciales – no tenemos conocimiento sobre las razones por las cuales los diputados han votado tan dócilmente a favor de Nasser y en contra de los ciudadanos. Una investigación para descubrir estas razones, serían un gran servicio para la libertad de prensa, para adecentar a los empresarios capitalistas y para colocar al sistema parlamentario al servicio de la ciudadanía.


Hay que hacer un esfuerzo para entender cómo manejan los diputados estos asuntos, que nos permita saber por ejemplo, que información contraria reciben de parte de la Comisión de Concesiones llamada a proteger los intereses de Honduras. Y de cuyo cumplimiento, poco sabemos. Porque de repente, lo que ocurre es que los diputados votan en función de los impropiamente llamados jefes de bancada que, en cualquier caso, pueden pactar fácilmente con intereses contrarios a los de la ciudadanía.

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