¿LOS SIRVIENTES DEL EJECUTIVO?

Juan Ramón Martínez.


Las últimas declaraciones del vicepresidente del Congreso don Marvin Ponce sobre el por qué el Congreso Nacional no discutió el contenido del proyecto del Ejecutivo referido a las tasas aeroportuarias, vienen a confirmar que no existe separación de poderes, que no operan los pesos y los contrapesos; y por consiguiente la democracia nuestra es electorera. De fachada y falsa. Y de acomodo caudillista, en donde los representantes del pueblo son más obedientes al titular del Ejecutivo que protectores de los intereses populares. En el sistema democrático, los diputados no aprueban a ojos cerrados lo que les envía el Ejecutivo. Todo lo contrario. Lo analizan; y solo cuando están seguros que las medidas propuestas protegen el bien común, las aprueban.


Entre nosotros las cosas no operan así. La “élite” política no está bajo el control de los electores – ni siquiera de aquellos que se creen más evolucionados e incluso “revolucionarios” como son los diputados de Unificación Democrática – el Congreso Nacional ha perdido su carácter democrático al convertirse en un escalón para asaltar el Ejecutivo y al transformarse en sentido mayoritario en una fuerza arrodillada, al servicio del Presidente de la República. Al ver su desempeño cualquiera persona puede terminar creyendo que no necesitamos un Congreso – que nos cuenta tanto dinero y sobre el cual ni siquiera ejercemos control en lo más mínimo – y que basta, como ocurre en las dictaduras, con un grupo de “especialistas” convertidos en un Consejo Asesor como el que puso en práctica Julio Lozano Díaz en su breve dictadura personal.


Un joven diputado de la Costa Norte, de nombre ignorado por su desempeño clandestino, salió con el cuento que quienes pagaremos el abusivo incremento de las tarifas aeroportuarios, seremos los que más tenemos. Esta visión populista, no solo es tonta, sino que además, abusiva e irrespetuosa con algo que el diputadito de marras debió haber aprendido: que todos somos iguales. Y que contamos con un Congreso, integrado por representantes populares que no pueden dejarse meter goles por la cocina; ni mucho menos prestarse a ser, por las razones que sean, sirvientes del Presidente de la República.


Afortunadamente los diputados, encabezados por sus directivos son inocentes e ignorantes de cómo funcionan las cosas aquí entre nosotros. O menosprecian el sentido común de la ciudadanía a la que creen integrada por niños de corta edad, que se tragan el cuento primero que les hace en los caminos reales. JOH, necesitará revisar su comportamiento para diferenciar lo que es permitido en la búsqueda de la candidatura presidencial del PN, de lo que ofende y menosprecia la dignidad del cargo – que aunque no lo honre siempre – conlleva una obliga sindéresis que él, en primer lugar tiene que honrar.


El que el Presidente Lobo Sosa, haya enmendado al asunto y sin seguir el camino constitucional del veto, es un claro ejemplo hasta donde tenemos un Congreso integrado por diputados que no creen en la democracia porque no respetan siquiera la división de poderes. Que además, es capaz de a aprobar las peores barbaridades – incluso contra el mismo sistema democrático – con tal que se lo ordene uno de los asesores del Presidente Lobo Sosa. Lo que ha ocurrido debe preocuparnos a todos, porque esta vez contamos con Lobo Sosa que nos defendió. Pero en otras oportunidades en que esté dormido o comprometido, cosa que no hay que descartar, nos llevará el diablo.


Porque los diputados no nos representen, son sirvientes del Ejecutivo.

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