¿EN MANOS DE QUIEN ESTÁ EL FUTURO DEL PN?

Juan Ramón Martínez.


El futuro del Partido Nacional, no puede estar en las manos de lo que haga el gobierno de Lobo Sosa en los próximos dos años. Maduro hizo un buen gobierno, estabilizó la economía pública; y le dio un respiro a la empresa privada que creo empleó y aumentó la generación de la riqueza. Pero el candidato nacionalista, Porfirio Lobo Sosa, perdió las elecciones frente a Zelaya. Igual ocurrió con el régimen de Callejas. Algunos creyeron que el prestigio suyo, bastaría para hacer ganar las elecciones a Oswaldo Ramos Soto. El resultado cómo sabemos fue adverso al Partido Nacional. Y para que vean que no solo es una cuestión nacionalista, el Partido Liberal perdió las elecciones, no tanto porque Zelaya hizo hasta lo imposible para entregarle el triunfo al candidato del Partido Nacional, sino porque su candidato, el liberal, no le ofrecía al pueblo lo que estaba necesitando en ese momento: fortaleza, seguridad en el mando y valentía para defender al país de cualquier amenaza interna y externa. Elvin Santos no pudo entender esto y el miedo a Zelaya, lo paralizó y lo hizo lucir indeciso, infantil y meditabundo. Lobo por su parte, se mostró más tranquilo, seguro y confiable ante una ciudadanía ansiosa que temía a la amenaza del populismo chavista. 


Ahora, el PN tiene que confiar en sus propias fuerzas, en la capacidad suya para preservar un sentimiento de unidad real en sus filas; y en la aparición de un candidato que le de respuesta a los miedos y ansiedades que, todavía afectan a la derecha hondureña que se distribuye entre los partidos tradicionales. Aunque todavía retiene parte de la confianza que el electorado le dispensara al PN por su respeto y consideración hacia Lobo Sosa, a estas alturas sus candidatos deberían provocar el mismo sentimiento de admiración que le dispensaron al actual titular del Ejecutivo, cuando era candidato presidencial en el marco de la mayor crisis que ha experimentado el país en los últimos cincuenta años. 


Los candidatos del PN están poco interesados en responder al sentimiento nacional. Luchan como bailarinas inventadas, entre si, solo para atraer las miradas de los nacionalistas, pasando por alto que quien gana las elecciones es el que logra atraer a sus posturas, la volátil derecha hondureña que en un tiempo se inclina a favor de un partido, en tanto que en otro, lo hace por el contrario. Hasta ahora, ninguno de los candidatos tiene una comprensión global del fenómeno total de los deseos la población derechista del país. Algunos están impresionados del discurso de la izquierda populista; y quieren competir con ella, anticipando sus propuestas, sin tomar en consideración lo que quiere y desea la mayoría del pueblo. JOH, el más inteligente de todos los precandidatos, no tiene capacidad; ni oído para escuchar las palpitaciones del ánimo popular. Más bien cree que debe imitar a Zelaya, proponiendo reformas que cree que son necesarias – y posiblemente lo son – pero que en este momento crean ansiedad y cierto miedo en la derecha del PN. Álvarez, roza el tema de la pobreza. Hace una opción preferencial, pero en forma tan elemental que ha desaprovechado la oportunidad de vincularla con la vieja estrategia del PN que ofrecía hace algunos años, “justicia social con libertad y democracia”. Miguel Rodrigo Pastor, quiere mantener el respaldo nacionalista por su vocación hacia el trabajo. No aprendió la lección que le diera Lobo Sosa que, controlando las bases nacionalistas, le quitó de la boca, la candidatura presidencial. Anduray, en la medida en que reclama que les devuelvan el PN a los nacionalistas, cabalga en este sentimiento de inseguridad que priva en su partido, ante el hecho que ninguno de sus candidatos parece escucharle al pueblo sus ansiedades, sus miedos y sus preocupaciones. 


Uno de ellos será el candidato. No hay tiempo de inventar a otro. Por ello, si quieren ganar deben voltear la tortilla. Y en vez de bailar para que les celebre la famélica izquierda, necesitan sintonizarse con los deseos de la derecha que, que teme que la crisis que amenazó sus vidas y sus bienes, puede introducirse en las filas del PN. Este cambio de perspectiva, es el que puede determinar el futuro del PN que no puede confiar tampoco en las debilidades o fortalezas de su adversario, sino que en su capacidad de articular sus discursos y sus propuestas, con las necesidades afectivas de la población. Así es que puede ganar.

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