PURO RETROCESO
Juan Ramón Martínez.
[caption id="" align="alignright" width="294" caption="Immanuel Kant"][/caption]
No es fácil acceder al conocimiento de la realidad en la que estamos inmersos. Ésta no solo es compleja y poliédrica, es decir que tiene diferentes y múltiples caras, sino que además enfrentamos su conocimiento con recursos limitados, tanto por nuestra propia incompetencia, como por la sumisión a algunos métodos y procedimientos que nos han entregado los grandes pensadores del pasado. La idea de Kant que la fuente del conocimiento es el fruto de las sensaciones que resultan de la proximidad a los hechos objetivos, medibles y valorables como experiencias de carácter individual, poco a poco ha ido resultando insuficiente. Walter Benjamín, fallecido en 1940 en la frontera entre Francia y España mientras huía del totalitarismo que anunciaba la Segunda Guerra Mundial, descubrió que no solo la proximidad de los hechos materiales objetivos nos permiten el acceso al conocimiento de la realidad, sino que hay otros caminos para hacerlo. Y que lo primero que debemos de hacer es empezar a dudar y cuestionar a Kant, tarea que hay que reconocer que no es fácil, especialmente en sociedades como las nuestras que, en vez de la búsqueda de la verdad, que inevitablemente supone la duda permanente, prefieren el engañoso encanto de las ideologías – que algunos terminan por convertir en verdaderas teologías inventadas – o la repetición de los mensajes publicitarios que usan los mercadólogos para convencer a los inocentes que la chispa de la vida está en el sabor y en el aroma de un refresco; o que la felicidad se contrae a la lealtad a una marca de producto determinado.
Durante la crisis que provocara el golpe y el contragolpe del 28 de junio del 2009, fue palpable que la competencia de la sociedad para identificar la realidad nacional, se redujo sensiblemente. Se impuso la intolerancia frente a las ideas del otro, se echó por el caño de las cosas sucias lo mejor de la dialéctica hegeliana; y en el acto de acompañar a Marx en el esfuerzo para poner a esta con los pies para arriba, se terminaron celebrando dogmas y expresiones en donde inevitablemente antes que conocer la realidad, era obligatorio la deformación de esta por medio de la manipulación de las sensaciones. Y por el abusivo uso de datos inventados, maquillados y manipulados. Ante los datos falsos, no había otra alternativa más que la adhesión religiosa a los dogmas y a las propuestas de los líderes, con lo que se destruyó la posibilidad mínima de la crítica. Quien se atrevía a ejercerla, traicionaba el movimiento, ofendía las esperanzas populares inventadas y, lo más grave, ofendía la inteligencia condensada del líder que Dios nos había enviado desde los cielos para salvarnos de las dolorosas penurias creadas por el capitalismo salvaje y el neo liberalismo conservador.
De aquí a la ingenuidad, no había más que un paso. Y muchos, sin freno y control mental, lo dieron en forma imprudente. Los movimientos gremiales se pusieron al servicio de un proceso revolucionario que no tenía nada de tal y se confundió la teoría revolucionaria, con la sumisión a los caudillos a los cuales, sin merecerlo siquiera, se les dio injustamente la tarea de pensar todo el camino de la salvación nacional.
Ahora, nos encontramos ante un análisis mal hecho de la realidad, en una desobediencia de los hechos objetivos y en la imposición de juegos subjetivos que nos tienen embrocados en una metafísica que nunca antes habíamos visto operar en el juego de las pocas ideas que aquí se manejan. Los más obstinados, siguen aferrados a una visión de la realidad que no existe, pasando por alto las indicaciones de la realidad verdadera; y sustituyendo las sensaciones objetivas por una manipulación metafísica en la cual, se inventan expresiones inexistentes.
Por ello es que las metodologías más tontas para llegar al poder como el ejercicio del terror, el amedrentamiento de los que tienen algo en esta pobreza que afecta a la sociedad; y la búsqueda de mecanismos para volvernos culpables a todos por haber rechazado al salvador que el falso dios nos había enviado desde los cielos, se han impuesto. Provocando el miedo entre las mayorías, estimulando una lucha de clases sin clases; e impulsando, la irracionalidad del ejercicio electoral, más en contra del otro que a favor de unas posturas consideradas ideales para la transformación de la realidad dolorosa en la que estamos viviendo. Puro retroceso.
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