LOS ATAQUES AL CARDENAL Y LOS CATÓLICOS

Juan Ramón Martínez.

Todos cargamos una cruz sobre nuestros hombros. La salud precaria de los hijos, los muchachos que no quieren estudiar, la falta de control sobre nuestras emociones de forma que podamos mantener la unidad matrimonial; y el freno de nuestra violencia incontrolable en dirección a los cónyuges o hacia los amigos. Y muchas otras cosas más. Que nos causan, dolor y sufrimiento permanente.

Cardenal Óscar Andrés Rodríguez. Foto: Gabriele Merk
Pero el Cardenal Rodríguez carga una cruz mucho más pesada. Formada no solo por sus errores – que los comete como todos nosotros – sino que por razón de ser el líder de los católicos. La persecución que se le hace víctima, con el cómplice silencio de algunas ramas cristianas que proclaman la hermandad del ecumenismo, por medio de ciertos medios de comunicación financiados por el gobierno central y la municipalidad de Tegucigalpa, ha hecho pensar que estamos en los inicios de una tensión religiosa que no hemos tenido en el pasado: la lucha de los evangélicos en contra de los católicos, utilizando para ello, consideraciones políticas; pero con el fin de destruir y volver inútil al catolicismo en Honduras.

Antes de ahora no habíamos sido testigos de una campaña tan sistemática, arrogante y ofensiva en contra de un líder de la Iglesia Católica, cuyas contribuciones a la vida del país y a la defensa de sus intereses nadie puede poner en duda, por más arrogante e irresponsable que se sienta en su postura de “ángel del mal”. Revisando la historia nacional, encontramos que en las primeras décadas del siglo pasado, la campaña protestante en contra de la Iglesia se centraba en el desprestigio de los sacerdotes: se les consideraba humanos como todos, incapaces por consiguiente para perdonar nuestros pecados; y para distribuir los santos sacramentos. En la medida en que los evangélicos se abrieron paso, la persecución y el encono en contra de los sacerdotes se redujo y en algunos momentos desapareció para satisfacción de todos, especialmente de los que sin renunciar a los desacuerdos, celebramos la comprensión, el diálogo y la cooperación a favor de la paz y el desarrollo de Honduras.

Ahora reaparece, en forma violenta y vulgar, una campaña en contra de la Iglesia Católica dirigida a menospreciar y destruir la personalidad del hondureño que más prestigio nos ha dado, por su talento, su honestidad, carácter de hombre de bien y por su condición de miembro del Colegio Cardenalicio. Los ataques personales en contra del Cardenal Rodríguez, no solo ofenden a quienes los incuban y los expresan en forma pública, sino que además se clavan en el corazón de los católicos que, aunque silenciosos hasta ahora, creemos que sienten que ha llegado la hora para salir a la calle y ayudarle al Cardenal a cargar su cruz. Desde la Ceiba, un compatriota católico, nos ha enviado una carta llamando la atención sobre lo injusto y lo irrespetuoso de los ataques que se hace víctima a una hombre bueno, servidor de Honduras, dedicado a la preservación de la paz, en momentos en que los enconos políticos parecieron empujarnos a la guerra civil. Óscar Andrés Rodríguez, Cardenal de la Iglesia, es una figura respetable a nivel internacional que merece el respeto de todos. Que por ello es obligatorio manejar las inevitables diferencias con su forma de pensar, dentro del mayor respeto y la consideración. Los católicos empiezan a indignarse y sienten que en sus ataques, hay la finalidad de eliminar a la Iglesia Católica. Y por supuesto, suprimir la participación de los católicos sin excepción en la vida política, cultural y moral.

Ésta afirmación no es gratuita. El Congreso legisla con facilidad a favor de los evangélicos, irrespetando la ley en el ánimo de quedar bien con ellos y facilitar su superioridad. Y el gobierno, sin que el Presidente Lobo se dé cuenta siquiera, financia los ataques despiadados e irrespetuosos en contra del Cardenal y de los sacerdotes que no son simpáticos de los líderes de esta campaña anti católica. En tanto que Ricardo Álvarez hace otro tanto, sin tomar en cuenta que la mayoría de sus electores son católicos. Hasta ahora, éstos no han intervenido en la política cómo lo están haciendo algunos evangélicos y periodistas miembros de sus iglesias. De repente la pasividad católica, terminará. Y saldrán a la calle a cargar la cruz que lleva el Cardenal Rodríguez, haciéndose un nudo a su alrededor.

Fotografía: Fuente: Deutsche Provinz der Salesianer Don Boscos. Autor: Gabriele Merk Licencia: Este archivo se encuentra bajo la licencia Creative Commons Genérica de Atribución/Compartir-Igual 3.0

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