POR FIN, ¡HEMOS ARRANCADO!

Juan Ramón Martínez.


No niego que estoy contento que, por fin, haya arrancado el proceso para poner en práctica el Plan de Nación. Con dos años de explicable retraso, el Presidente Lobo Sosa ha dado el banderillazo inicial, para que usando diferentes metodologías, se realicen las acciones pertinentes para lograr las metas del Plan de Nación, que una vez alcanzadas, nos permitirán sacar a Honduras del atraso, para encaminarla por la ruta del desarrollo. Por supuesto, para el logro de estas metas, la sociedad, la ciudadanía y el gobierno, tendrán que pasar por encima de todos los obstáculos que durante 190 años, han impedido el crecimiento económico del país y la justicia social y el bienestar de todos los hondureños. 


Uno de los obstáculos principales que han frenado el crecimiento económico del país, ha sido la creencia – generalizada últimamente por la prédica populista – que el gobierno es quien determina el futuro, colocando por consiguiente a la ciudadanía y a sus organizaciones representativas, como meras espectadoras de ese “demiurgo” que cuando dice hágase la luz, se ilumina la creación; y como un mago ambulante, produce empleo y riqueza con solo hacer sonar dos de sus dedos. Esta visión equivocada, en donde la ciudadanía se ha descalificado, ha impedido que el gobierno sea controlado por la población, que la evaluación de sus actos sea en función de la calidad de sus servicios; y que los ladrones le hayan entrado con la voracidad que observamos a los bienes públicos. Además, esta subordinación del ciudadano, que en algunos momentos ni se considera persona, hacia los líderes armados e iracundos la mayoría de ellos, ha producido un caudillismo perverso y una abusiva instrumentalización de la voluntad nacional. 


Creemos que a estas alturas hemos aprendido la lección. Y desde la perspectiva de la Doctrina Social de la Iglesia – que dice sustentar el actual gobierno – todos habremos asumido una nueva visión sobre cuáles son las responsabilidades de las personas, la fuerza de su protagonismo, la función que tiene que ejecutar el gobierno y el papel de la sociedad civil, por intermedio de sus organismos de base, económicas y nacionales. Y lo más importante descubierto que el desarrollo del país, empieza por el mejoramiento de la vida autónoma de las familias, por la auto sostenibilidad de las aldeas, caseríos, municipios, departamentos; y por la suficiencia y capacidad de las regiones para crear motivaciones propias y generar compromisos destinados a lograr resultados, que unidos al resto de los hondureños, nos permitan levantar la producción nacional, mejorar la productividad colectiva y asegurar el bienestar y la satisfacción de nuestro pueblo. 


Por ello es que, desde la base, la ciudadanía por intermedio de sus organizaciones representativas y el gobierno, deben pactar un Plan de Desarrollo de cada una de las regiones. De forma que aprovechando los recursos disponibles, logren explotarlos, creando empleo, generando riqueza y asegurando el bienestar de toda la población, sin discriminación alguna. Este acuerdo, tiene que tener como base algunos conceptos centrales: a) la acción es de todos; b) el gobierno está al servicio de la ciudadanía y es esta la que califica la calidad de sus servicios que tienen que estar orientados a satisfacer sus necesidades; y c) todos en la región deben hacer las aportaciones para obtener resultados. De esta forma, gobierne quien gobierne, la participación democrática de la ciudadanía, más allá de la vocinglería política y la manipulación partidaria, será la que le dará dirección al gobierno que cumplirá una función supletoria, temporal y solidaria. 


Choluteca, igual que todas las demás regiones – que no deben permitir que les obliguen a postergar el momento de su salida – tiene que demostrar voluntad, fuerza para el trabajo y disciplina para fortalecer la democracia social que requerimos, al tiempo que impulse una economía solidaria en que desde un capitalismo moderno, nos dé resultados y nos permita derrotar la pobreza mediante el empleo que creen sus agentes principales. 


La primera prueba que esto va en serio, es que los gobernantes, dejen de hacer demagogia; y en vez de ella, actúen en las regiones movilizando las fuerzas locales, para que aprovechando los recursos creen la riqueza que permita, remover las causales de la pobreza y la miseria que nos avergüenzan a todos.

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