¿LA UNAH? ¡NO POR SUPUESTO!
Juan Ramón Martínez.
No cabe duda que es necesario y urgente hacer una reforma al sistema policial y penitenciario del país. Pero, cuidado, no podemos darnos el lujo de hacer cualquier cosa; ni mucho menos, entregarla en manos del primero que se le ocurra que es experto en el tema, sin experiencia siquiera dirigiendo una pequeña organización dedicado a la promoción de informaciones en el exterior.
En primer lugar hay que recordar que la finalidad de la reforma es el mejoramiento de la institución reformada. Buscamos algo mejor, a partir de los errores cometidos. Sin cometer el de convertir el proceso transformador en un ejercicio de disimulada venganza; ni en la oportunidad de entregar soberanía local y mucho menos facilitar la acción de grupos internacionales que viven esperando estos problemas para resolver los propios. No se puede hacer una reforma fuera de la ley; y mucho menos, buscando el logro de finalidades antidemocráticas. La Policía es una institución que debe ser respetada, de forma que en el impulso del cambio y su transformación se deberá contar con la participación de sus miembros, dentro de parámetros legales establecidos. Y de la lógica democrática. Así cómo se hizo en la oportunidad de la intervención de la UNAH.
Tampoco es conveniente para Honduras entregarle la reforma a la Universidad. Ni aunque fuera una organización sin problemas – que todos conocemos y que su principal manifestación es su incompetencia para celebrar unas elecciones estudiantiles tuteladas – podríamos darnos el lujo de comprometer a una que no ha sido creada para tales finalidades. Si allí hay – como en otras instituciones públicas y privadas – recursos humanos que se pueden utilizar individualmente en función de sus conocimientos, hay que hacerlo. Pero no es correcto entregarle la Reforma de los sistemas mencionados a la UNAH. Ello sería un error que pagaríamos en el descuido de sus funciones, su deformación y su destrucción, lujos que no podemos darnos en estos momentos de crisis que estamos viviendo. Que la UNAH, como el resto de las universidades públicas y privadas, haga propuestas está dentro de la lógica. Pero entregarle la Policía a la UNAH para que esta dirija las reformas, es una locura. Tanto porque compromete los resultados, como porque hace a la UNAH correrse el riesgo de su destrucción.
Es necesario que la reforma tenga su fuerza interna. Tanto de la Policía como en el resto de las instituciones democráticas del país. Teniendo cuidado que las que se propongan fortalezcan el sistema de gobierno vigente. Hasta ahora hemos escuchado a muchos, en actitud de reformistas revolucionarios que quieren desmontar el sistema democrático animando al Congreso para que, por la vía de la Reforma Policial que es tarea exclusiva del Poder Ejecutivo, crear un modelo autoritario que permita la alteración del orden constitucional del país.
Debemos evitar hacer tonterías como las que han trascendido a la opinión pública. El Congreso Nacional no debe imponerse al Poder Ejecutivo; ni actuar como si fuera la Corte Suprema de Justicia. La esencia de la democracia es la división de los poderes que, deben actuar en forma independiente; sin subordinación alguna de los unos hacia los otros. Y cuando actúe el Congreso en la materia que nos ocupa, debe hacerlo a iniciativa del Poder Ejecutivo que, no debe entregar la dirección de las reformas policiales y penitenciarias, en manos de nadie. Porque cómo hemos visto, el Congreso terminará haciendo el ridículo, creando un órgano externo que no tendrá competencia alguna; ni siquiera para justificar la inversión burocrática que supone su operación, en vista que en los órganos jerárquicos, la supervisión tiene que ser a todos los niveles. Igual error se comete con el CONASIN, pasando por alto las experiencias en donde algunos andaban haciendo negocios, vendiendo uniformes; o buscando medios para proteger a sus amigos.
En fin, la Reforma tiene que hacerse de manera ordenada, sin la locura que observamos. El Congreso debe renunciar al oportunismo electoral que hace a favor del PN. El Ejecutivo debe asumir sus tareas, impidiendo que se le haga daño a la UNAH que no debe involucrarse en estas tareas para las cuales no ha sido creada. O que se le use, en forma instrumental para descabezar el sistema democrático, como pretenden algunos que quieren destruir el estado de derecho.
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