RESPETO MUTUO CON LOS EMPRESARIOS

Juan Ramón Martínez.


El Presidente Lobo no tiene que molestarse porque la dirección del COHEP ha decidido retirarse de la Directiva de la ENEE. Experimentar tal desacuerdo, es más que otra cosa, una expresión de debilidad que no le viene bien al primer gobernante del país. Mas bien, característico con su estilo democrático de aceptar incluso los mayores desacuerdos con todos los sectores, lo que tiene hacer es lamentar la decisión, esperando que en el futuro, cuando cambien las cosas, volver al encuentro fraterno al que todos los hondureños estamos obligados. Al fin y al cabo, el desencuentro entre los empresarios y el gobierno, tiene nombre propio: el contrato de energía firmado por el Congreso Nacional y obtenido por la mayor presión publicitaria y política que se recuerde en toda la historia de la ENEE.


El Presidente Lobo Sosa debe tomar consciencia que en el fondo de la sensibilidad de los hondureños lo que priva es la desconfianza. Sentimiento que los políticos son los primeros en exacerbar e incrementar con un comportamiento opaco, con una nula rendición de cuentas y con resultados en donde los beneficios casi siempre son para ellos en tanto que las comunidades que representan quedan huérfanas de los resultados y por consiguiente el país en su conjunto. El gobernante debe asumir el distanciamiento que se da entre la clase política y la ciudadanía. Y que los empresarios, por la naturaleza de sus gestiones y proximidad con los mismos, son los primeros en reaccionar.


Cualquiera puede pensar que no soy hombre que anima la pelea colectiva. Más bien, desde hace muchos años, entendí que el país requiere de la cooperación de todos. Que el gobierno es gerente del bien común y que su papel es el de animar a los particulares para que dentro de las claras disposiciones del espacio económico, producir los bienes que el país necesita tanto para su subsistencia como para la necesaria intervención en los mercados externos. Desde esta perspectiva entonces, no beneficia al país y tampoco a su pueblo que el gobernante y sus empresarios pasen todo el tiempo a la greña, cuando lo correcto es que cada quien haga lo suyo. Y que mientras el primero crea las condiciones para la seguridad y el austero manejo de los recursos, los segundos se dedican a producir empleo y a generar riqueza.


Por supuesto, además de lo anterior el gobierno tiene – dentro de la concepción de economía social de mercado – la obligación que los empresarios disminuyan, por lo menos, la velocidad de la concentración de la acumular capitalista. Y que más bien, dentro de la responsabilidad empresarial, puedan compartir las utilidades y excedentes con sus clientes y por supuesto, con sus trabajadores.


Lobo no puede comprometer su tiempo para colocarse en posición de pelea con los empresarios. No le cuadra; ni mucho menos le viene bien a su imagen de gobernante abierto al dialogo e incluso especialista en el manejo de los desacuerdos. Si cómo parece le mortifican las críticas que hacen sus dirigentes a un contrato de energía firmado por el Congreso, lo que se tiene que hacer es volverlo transparente, presentando a la empresa ejecutante, señalándole los proyectos que ha instalado en otros países y cuáles son los efectos de su funcionamiento en términos de eficiencia y productividad.


Los hondureños estamos cansados de peleas y desacuerdos. Discutamos sobre cómo hacer las cosas; pero sin llegar a las peleas insustanciales y a la pérdida inútil de tiempo en bobadas y malcriadezas.

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