SECTARISMO Y PLAN DE NACIÓN

Juan Ramón Martínez.




[caption id="" align="alignright" width="150" caption="Porfirio Lobo Sosa"]Porfirio Lobo Sosa[/caption]

Aparentemente, Lobo Sosa y Ricardo Álvarez no leen la misma Constitución. Porque resulta que la Carta Fundamental de 1982, le impone al titular del Ejecutivo la obligación de integrar y dirigir un gabinete de integración en el cual tengan cabida ciudadanos distinguidos, de todos los partidos políticos. El Presidente Lobo Sosa, honra este principio. En cambio Álvarez, como un potro desbocado, habla como los hombres del pasado que reclamaban un gobierno sectario, exclusivamente integrado por cachurecos, además fieles a su mini-corriente; y con la cual intenta hacerse con la candidatura Presidencial del Partido Nacional. Aparentemente, como la mayoría de sus posturas, el sectarismo que exhibe es falso. Y solo tiene como finalidad, demostrarle a los correligionarios desempleados, que viven para mamar del presupuesto, que él defiende sus intereses aunque para ello se lleve de encuentro los valores fundamentales del sistema democrático. Y de la estabilidad del gobierno en momentos en que todavía las amenazas del 2009, están vivas y vociferantes en las calles de la capital. En donde Zelaya, dirige las turbas amenazantes.


La demagogia en política no contribuye con la democracia. Mas bien es una enfermedad de un sistema, cuya característica es la tolerancia, el respeto de las reglas y procedimientos; y la obediencia de los principios fundamentales. Entre estos últimos, hay que tener presente la obediencia de la ley – que reclama la integración y rechaza las diferencias entre unos y otros solo por el color de las banderas y en el supuesto activismo que vende la idea que antes que el pueblo-, son ellos los que llevan a los gobiernos al poder. Álvarez, aparentemente, impresionado por los encantos del sectarismo ha escogido el camino de encargado de conseguir que los más agresivos se refugian en los congestionados campos presupuestarios, a gozar de una suerte de beca irresponsable, en donde no se hace nada, excepto rendirle culto a quien lo ha empleado.


En términos prácticos, Álvarez ignora que no necesita el apoyo de estos activistas “chamberos” que tiene que pagarles, inflando los presupuestos municipales y estatales. Porque las bases nacionalistas se mueven, como la gran parte de la derecha nacional – es cierto que en forma volátil – más por los temores de una izquierda vociferante y vengativa, que en la búsqueda de empleos poco respetables. Por ello, en vez de estar preocupados por incompetentes que no pueden integrarse en el mercado laboral en base a méritos competitivos, lo que debía hacer es encarrilar a su partido para que se encuadre en el Plan de Nación en donde están los lineamientos básicos para la redacción y venta de los planes anuales de cada una de las unidades gubernamentales.


Aquí está la clave para que el Partido Nacional pueda renovar el mandato. Y probar que se lo merece. Porque un gobierno sectario, ayuda a los liberales que, animados por las mismas consideraciones, encontrarán en el disgusto nacionalista un estímulo para sus propios apetitos. En cambio, una propuesta que busca la unidad de todos; y que cree que lo que nos unifica no es el sectarismo, cómo lo vemos fácilmente, sino que el logro de objetivos que le den empleo no solo a los activistas, sino que a todos. No tanto en el gobierno – que hay que reducir – sino que preferentemente en la empresa privada, libre y segura que hace inversiones sabiendo que encontrará la tranquilidad para proteger lo suyo. Éste es el camino. El de Álvarez, es puro sectarismo. Irresponsable y vergonzoso. Que hay que rechazar.


Fotografía: Wilson Dias/ABr, Agência Brasil. Este archivo se encuentra bajo la licencia Creative Commons Reconocimiento 2.5 Brasil

Comentarios

  1. Nuevo ciberlector de su blog, sigale abriendo los ojos a un pueblo que esta hambriento de informacion clara y conciza.

    Ya Basta!


    desde San Diego, CA

    D.J.

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