LA REVUELTA DEL 12 DE JULIO de 1959, CONTRA LA “SEGUNDA REPÚBLICA”: LOS PROBLEMAS DE LA TRANSICIÓN Y LOS GOLPES DE ESTADO

Juan Ramón Martínez


 Cadetes de la Guardia Honor Presidencial, 1959.

El Coronel Armando Velásquez Cerrato fue una de las figuras singulares de la política hondureña, que irrumpe en el escenario nacional, en el proceso de institucionalización desde los coroneles y generales gritados, a los militares sometidos a las reglas de la burocracia, como medio de volverlos combatientes supranacionales y tornarlos en burócratas retirados, alejados del arte de la guerra como medio de sobrevivencia personal. Se había graduado en el Colegio Militar de México, el primero que entendió la necesidad de la profesionalización de los preparados para la guerra; pero, no pudo sin embargo, integrarse en el proceso de profesionalización animado por los intereses de los Estados Unidos, desde 1954, cuando él era Jefe del Estado Mayor del Presidente Juan Manuel Gálvez. Llama la atención que, años después, en Honduras se produjo la transición entre los pre-universitarios profesores o agrónomos, cuando se crearon la Universidad Pedagógica y la Universidad Agrícola, mientras que AVC –siendo militar– no se integra y mas bien desde afuera, pretende competir con el liderazgo de López Arellano, que, desde una modesta posición, logra convertirse en el primer líder militar profesional de la historia hondureña. Velázquez, posiblemente con una visión equivocada en que prevalece más el político que el militar profesional y que por ello, no se integra en las Fuerzas Armadas y mas bien, se dedica desde el gobierno de Julio Lozano a conspirar, con algunos militares de alta entonces, para derribarlo. Por ello el movimiento del 21 de octubre de 1956, le sorprende fuera del país, porque otro grupo, con más raíces en el interior de la institución y que respeta el orden jurídico interno recién creado en la institución militar. Velázquez Cerrato queda fuera, y es obligado por los militares del conocido como el buen golpe –Rodríguez, Gálvez y Caraccioli– a que dejara el país. Posiblemente por ello, es que AVC no puede entender que, para derribar al gobierno tiene que usar una institución que patrocina y controla el ejercicio de la fuerza; y que, sólo por medio de ella, es posible interrumpir el orden constitucional.

Velásquez Cerrato no entendió que, el golpe de estado era una cuestión institucional y que el tiempo de los caudillos solitarios, había terminado. Y que su modelo, centrado en las acciones de Policarpo Bonilla especialmente, que había derrotado a Vásquez, con el respaldo del Partido Liberal y el apoyo de Nicaragua, ya no era adecuado para llegar a dirigir los destinos de Honduras. Y que, mas bien esta capacidad estaba entregada a las Fuerzas Armadas exclusivamente y desde adentro; no en contra de ellas; ni mucho menos, pasando por encima de sus líderes, y amenazando su existencia. 

En 1958, cuando todavía era muy joven el gobierno de Villeda Morales y la opinión publica le favorecía en forma singular, inicia un movimiento político, destinado a derribar al régimen de los liberales que opera bajo la protección de las Fuerzas Armadas. Para ello, Velázquez siguiendo el modelo de Policarpo Bonilla, concita y logra el respaldo de una facción del Partido Nacional, inclinada al reformismo del presidente Gálvez y el respaldo del gobierno de Nicaragua que resentía las posturas ambiguas de Villeda Morales, ante los brotes revolucionarios de los enemigos del somocismo nicaragüense. AVC instala una emisora de radio que trasmitía desde Nicaragua, llamada Radio Liberación; y por medio de proclamas invitaba a los nacionalistas para que se levantaran en contra del régimen liberal. Orlando Enríquez, José Alfredo Alonzo y Gabriel García Ardón, presentaban a la opinión pública hondureña, un escenario en el que, la revolución es inminente; y que su avance de las fuerzas de liberación era imposible que fuera detenida por las que respaldan a Villeda Morales. Iniciando así, el proceso de agitación en que se invitaba por su nombre a los líderes locales, de las principales ciudades a que se sumaran al movimiento. AVC inicia contactos con los jefes militares a nivel de comando y con Oswaldo López Arellano, Jefe de las Fuerzas Armadas, buscando su respaldo. López Arellano, fiel a su estilo, no asiente; pero tampoco cierra la puerta, insinuando que, si AVC logra fuerzas suficientes, contará con el respaldo de la institución que él dirige. Unos pocos oficiales activos, que comandan unidades militares medias, en las cercanías de Tegucigalpa, se suman al movimiento. Sanabria y Bulnes con mando en regimientos en Comayagua y la Paz, se suman al levantamiento del coronel Armando Velásquez Cerrato. Igual respaldo tiene AVC del director de la Escuela Militar Francisco Morazán, el alma mater de los militares, donde establece su Cuartel General.

El 12 de julio de 1959, por la madrugada, Velásquez Cerrato ingresa a Tegucigalpa, toma la central de teléfonos y telégrafos y concentra sus fuerzas principales en la sede de la Policía Nacional. Desde la Escuela Militar Francisco Morazán, Velásquez Cerrato dirige las operaciones, con mucho entusiasmo, porque López Arellano, le ha prometido que no defenderá al gobierno de Villeda Morales; y sólo intervendrá en su favor, en la medida en que tenga el control total de la operación. Es decir que López Arellano, juega al ganador. Si gana, contará con el respaldo de las Fuerzas Armadas que, en todo caso, no perderán su carácter de institución supra-política que, AVC extrañamente no entiende. Por ello, apresura el paso y su tarea es lograr en las primeras 24 horas del 12 de julio, derrotar al gobierno liberal, desalojando a Villeda Morales de la presidencia de la República, alejándolo de Casa Presidencial, a la cual pone asedio inmediatamente después de tomada la Policía Nacional en el Barrio Abajo. El gobierno liberal es tomado por sorpresa. Su aparato de investigación fue superado. Sin embargo, el régimen, encabezado por Villeda Morales, reacciona en forma inmediata. Los liberales que tienen experiencia militar, generales y coroneles de “cerro” que se han quedado fuera del proceso de institucionalización de las Fuerzas Armadas, junto a jóvenes universitarios y estudiantes de secundaria, corren en auxilio del gobierno Liberal. La lucha se concentra en Tegucigalpa exclusivamente. No hay siquiera pronunciamientos del resto de las ciudades y todos los cuarteles de las Fuerzas Armas, se retraen; y, encerrados, esperan la marcha de los acontecimientos. Villeda Morales reclama el apoyo de los militares y pide que las tropas establecidas en el Ocotal entren a la ciudad en apoyo del régimen y puedan batir al movimiento rebelde. Allí está establecido el primer Batallón de Infantería, con unos seis cientos miembros. López Arellano, le da largas a la petición, diciéndole al presidente Villeda Morales que tiene que organizarse para poder entrar con seguridad a defender al régimen. Cuando los liberales frenan a los “velasquistas” en su avance hacia la Casa Presidencial, --que en esta lucha es, el símbolo del poder--, López Arellano argumenta que ingresar en esas condiciones, podría comprometer a sus tropas, porque los liberales no se diferenciarían y mas bien podría, atacar a los militares que, en estas circunstancias, tendrían que responder. López Arellano, era fiel “a la tradicional falta de compromiso evidenciado en la historia hondureña” de los políticos nacionales. Villeda Morales entendió los argumentos de López Arellano y aunque no los compartió, los aceptó, porque no tenía otra alternativa. Los movimientos que se habían producido hasta mediados del día, le hacen ver a Villeda Morales que López Arellano, no apoya a AVC; y que, eso significa una forma de apoyo a su gobierno, y que, para salir del problema, tiene que derrotar con sus fuerzas civiles a los levantados en armas en contra de su gobierno. Por ello se emplea a fondo. Dirige él mismo las operaciones, hace que la Guardia de Honor Presidencial, entre, a la lucha y los jóvenes cadetes de la Casa Presidencial, participan en la lucha. “Con las armas en la mano, defienden al régimen Edmundo Alvarado, Ashley Thompson, Marco Tulio Callizo, César Puerto, Alfredo Hernández, Jorge Aguilar y Roberto Zapata (León Rojas Carón). Tres miembros de la Guardia de Honor mueren en las cercanías de la quemada sede de la Policía: José Ángel Damas, Carlos Roberto Acosta, Héctor Hernández. Después de las 4 pm, las fuerzas de AVC flaquearon. Empezaron a retroceder. Sólo se mantenían activos los francotiradores que desde el Edificio Cantero –el más alto entonces de la ciudad– disparaban en contra de la Casa Presidencial. Después de las cinco y treinta de la tarde, desde su cuartel en la Escuela Militar Francisco Morazán en el Obelisco, AVC empieza a negociar una salida que le permitió dejar el campo de operaciones, asilarse en la embajada de Costa Rica; y evitar su captura por el régimen liberal. Una vez que Velásquez Cerrato se asiló en la embajada de Costa Rica, cerca de las 7 de la noche, las fuerzas militares dirigidas por López Arellano, entran a la ciudad. Pero no a luchar, sino que a poner el orden, insinuando un papel nuevo de los militares, que los políticos liberales no entendieron: el de una fuerza mediadora, guardiana de las instituciones republicanas, colocada por encima de los líderes y grupos políticos en contienda.

Los líderes liberales, no entendieron la conducta de López Arellano; y mucho menos, que habían cambiado las cosas en Honduras, porque el eje del poder eran los militares. No valoraron incluso, la debilidad de las Fuerzas Armadas que, incluso en el caso que López Arellano hubiera aceptado intervenir, sus fuerzas habrían sido insuficientes numéricamente. Corriendo además el riesgo que sus oficiales, se retiraran de la lucha en contra de un militar de muchos prestigios como AVC y que incluso algunos de ellos, cambiaran de bando y puestos a su lado, combatirían en contra de Villeda Morales y López Arellano. 

Para entonces, las Fuerzas Armadas no tenían más de 3.000 hombres. La falta de comprensión de la globalidad de los protagonistas, hace que los liberales, incurran en el error de crear la Guardia Civil, cuando lo que debieron hacer fue desalojar a López Arellano de las Fuerzas Armadas y controlar a éstas mediante el ingreso de los militares “descalzos” que le habrían ayudado a sostenerse por medio de un día de lucha en las calles de Tegucigalpa. Es posible que Villeda Morales haya tomado conciencia de los riesgos de confrontarse con López Arellano, no por su fuerza y capacidad de reacción, sino porque, al desalojarlo del mando de las Fuerzas Armadas, se hubiera confrontado con la Embajada de los Estados Unidos y la Misión Militar  que apoyaban el desarrollo de las Fuerzas Armadas de Honduras, bajo el concepto que debían dejar de ser una guardia del régimen de turno, para transformarse en una encuadrada en un esquema de lucha continental en contra del comunismo internacional. Velásquez Cerrato, tampoco entendió –no hay pruebas escritas sobre ello– que desde 1954, los golpes de estado en Honduras, sólo se podían hacer con las Fuerzas Armadas y dentro de su oficialidad activa, exclusivamente. No bastaba ser militar por más prestigioso que fuera su desempeño. Era necesario, tener mando de tropas, para poder dominar a los adversarios. El 3 de octubre de 1963, en la madrugada Villeda Morales supo que la nueva dinámica de las cosas en Honduras, tenía otro liderazgo. Pero, era demasiado tarde.

Bibliografía:
1.León Rojas Carón, Conmemoración de la defensa de la democracia
 el aciago 12 de julio de 1959
2.   Lucas Paredes, Drama Político de Honduras
3. César Elvir Sierra, Convenio bilateral de ayuda militar
4. Luis Mejía Moreno, El calvario de un pueblo
5. Mario Argueta, Julio Lozano Díaz: el poder y la reacción



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