GOBERNAR ES, CONVENCER Y PACTAR
Juan Ramón Martínez
Las disculpas de Mario Moncada; el reconocimiento de Salgado que el gobierno está en inferioridad frente a sus “enemigos”; y la afirmación de Xiomara Castro que no podrá cumplir sus promesas, son interesantes. Confirman cierta toma de conciencia sobre las dificultades de gobernar, las inconveniencias de los comportamientos viscerales; y la imprevisión, al no valorar que, para lograr resultados, se necesitan ejecutivos competentes. Pero de repente, la mayor aportación ha sido descubrir que ganar las elecciones no da el poder; y que de consiguiente no se puede hacer lo que uno cree que es urgente; o lo que el capricho y los rencores ordenan, sin pagar las consecuencias. Después de lo anterior, es una equivocación, confundir la naturaleza del proceso que les ha llevado al poder. Triunfaron; pero, no han convencido. Por supuesto, en el fondo de todo, el error radica en confundir la naturaleza y fines de la historia, yendo más allá del simple manejo de la memoria rencorosa y los compromisos con ideas e ilusiones que, pasan por encima de los imperativos de la realidad.
El PLR no hizo una revolución. Ganó una elección, aliado; y obtuvo derecho de gobernar; pero, no consiguió el poder. Empezaron mal. Xiomara Castro en su discurso inicial, en vez de convocar a la unidad, recordando que todos son hermanos; que, para enfrentar los problemas, todos deben actuar en forma unitaria, --viendo en la misma dirección--, dio la impresión que se sentía como Fidel Castro llegando a la Habana, encabezando una revolución. Las cifras de Salgado, aunque exageradas, reflejan muy bien que el gobierno que recibieron, era más responsabilidades y tareas, que poder para hacer lo que les viniera en ganas. Inventaron que eran “revolucionarios” – sin haber hecho una revolución--; y, colocaron a las fuerzas contrarias, a la defensiva ante el discurso amenazante de los nuevos gobernantes que los veían y los siguen viendo como enemigos a los que, no queman incienso bajo el sobaco de Mel Zelaya. Este error de tratar a los otros como enemigos, tanto a los que no votaron por Xiomara Castro, a los compañeros y a aliados sospechosos de no ser leales a los Zelaya, hizo que desde el principio tomaran decisiones equivocadas que han lesionado y puesto a la defensiva, a las fuerzas de la oposición.
Romper relaciones con Taiwán e inaugurarlas con China --imitando a Castro que hiciera lo mismo, justificado por las actividades en contra de su gobierno por parte de Estados Unidos— fue una imprudencia que sigue día a día, aumentando el sentimiento que el régimen Zelaya-- Castro no trabaja en favor de todos los hondureños. La segunda equivocación ha sido el manejo de las relaciones con los Estados Unidos, el discurso anti capitalista; y, las ingenuas prédicas de un “socialismo” difuso, infantiloide -- que no han podido explicar --, sin tomar en cuenta el sentimiento y las opiniones de la colectividad. No hay que adivinar, para anticipar que, a estas alturas, no han hecho investigaciones para tomar el pulso de la opinión pública, porque no se puede gobernar, en democracia, sin hacer estas valoraciones.
Otra falla, relevante para este análisis, es que no tomó en cuenta que el PLR no contaba con los cuadros calificados para la conducción del gobierno. Escogieron a los mejores que salieron de las manifestaciones callejeras; y en el interior del sectarismo “panterista” con que se manejan las cosas; pero no los compararon con el tamaño de las tareas. Y, además, la decisión de llevar a Redondo a conducir el Congreso, puso en manos de un incompetente, sin condiciones de respeto a la ley; y poca capacidad para el pacto, haciendo que el régimen, perdiera fuerza y capacidad de conducción.
Y finalmente, la sucesión. Carías Andino, escogió a Gálvez, porque era el más moderado y capaz de rebajar las tensiones. Mel, a Rixi Moncada. Iracunda y sectaria, -- anticapitalista; y, virgen “revolucionaria” -- no facilita la transición. Mas bien, abre las puertas a la tentación totalitaria y al fraude electoral. Y, cosifica la fractura del PLR.
Más vale tarde que nunca. Pero en política, el tiempo es oro. A estas alturas, las rectificaciones no tienen la espontaneidad que exhibe Mario Moncada. Salgado sólo pide que respondan al teléfono. Las excusas de Xiomara son eso, excusas. Los “revolucionarios” siguen-- con pistolas de agua--, amenazando, a los enemigos, “contrarrevolucionarios”.
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