Los olvidados - MARCELINA BONILLA (1886-1955)

 Óscar Aníbal Puerto Posas


Una ilustre dinastía

Marcelina Bonilla, nace en Marcala, La Paz en 1886, hija del abogado Pedro H. Bonilla. Todo un personaje, al grado que don Paulino Valladares se ocupa de él y nos lo describe así: “Pequeño de cuerpo, modesto, con más experiencia que el mismo Merlín, y decidido siempre pone toda su actividad y energía al servicio de su causa. Es un luchador infatigable, y por su audaz acometividad y su grandeza de alma parece un joven de veinte años. “El príncipe de los periodistas hondureños”, continúa su retrato de don Pedro H. Bonilla, de esta guisa: “No lo halaguéis con empleos públicos ni con honores de similor. Él vuelve a su terruño, a su querida Marcala y allí sentirá transcurrir el tiempo, lentamente con ese ritmo no oído que prepara las eternidades; verá los celajes blancos, tenues como gasas finísimas; contemplará los pámpanos que brotan en aquella fría tierra al soplo del frío invierno y olvidará por un momento a los hombres, sus pasiones insanas, sus torpezas, sus crueldades y sus ambiciones devoradoras; que hacen de esta pobre humanidad un campo de lucha sin término ni fin.”, (Julio Rodríguez, “Hondureños Ilustres en la pluma de Paulino Valladares”, junio de 1972). De esa estirpe procedía Marcelina Bonilla.

Su vida en pocas líneas

Honduras, es olvidadiza. Poca información hay sobre la ilustre dama. José González, aporta en su “Diccionario biográfico de historiadores hondureños”, alguna información. Ella nació en Marcala, La Paz, “la ciudad de los celajes blancos”. “Al soplo del frío invierno”, el 17 de diciembre de 1886. Realizó sus estudios primarios en Tegucigalpa, en la escuela privada de la educadora guatemalteca, Carolina del Castillo; los concluyó en San Salvador donde su padre cumplía una función diplomática. Posteriormente, estudió Magisterio, estudio que concluyó en León, Nicaragua. Usó el pseudónimo de Carolina del Valle, para firmar sus escritos históricos y literarios. Fue la primera mujer hondureña en publicar un Diccionario Geográfico. Su óbito ocurrió en San Salvador, el 15 de febrero de 1955. (José González, ops. cit. p. 29; 2005). Estuvo ligada a afanes políticos progresistas. Agrego yo. Marcala no ha producido una mujer de su elevada estampa intelectual.


Breve reseña de su excelente libro:

“Diccionario Histórico Geográfico de las Poblaciones de Honduras”

Es una obra fundamental en la cultura de Honduras. Lo publicó en la Imprenta Calderón, en la primera quincena de mayo de 1952. No buscó prologuista; como buena autora se recomendó ella misma. A esa altura no necesitaba presentaciones. Tenía una larga andadura por la cultura patria, en periódicos y revistas. El poeta González, acertó al decir que fue la primera mujer hondureña en escribir una aproximación a los temas históricos y geográficos. A ese entonces, era “oficio de hombres”. La “Geografía de Honduras”, la había escrito un varón; el profesor y abogado Carlos Aguilar Pinel. Otro hombre, con iguales títulos, Félix Salgado, era el autor de “Elementos de Historia de Honduras”. “No caben dudas de la obra de doña Marcelina Bonilla, cuando ella dice poblaciones”, aborda municipios, aldeas y caseríos. Estos últimos ubicados en el departamento y al municipio al que pertenecen. Que hablen los ejemplos: “Comalí. Aldea del municipio de San Marcos de Colón, departamento de Choluteca. Campo de aterrizaje. Sig. Río de Comal”. “Luquigüe. Aldea del municipio de Yorito, departamento de Yoro, pueblo muy antiguo, con ruinas; tiene una bellísima Iglesia Católica que se destaca desde lejos. A 747 metros de altura sobre el nivel del mar. Antiguo convento de padres Franciscanos. De origen mexicano. Sig. Lugar que tiene gusanos”. ¿Cómo haría para obtener tanta información sobre un pueblo recóndito de la geografía nacional?

Describe a Comayagua, tal cual es: aporta una información que me ha dejado atónito: “Fue la tercera capital de la provincia de Honduras hasta 1880”. Es de mi interés saber cuales fueron las capitales de Honduras, cuando era provincia, aparte de Trujillo y Comayagua. Que algún lector o lectora, despeje mi ignorancia. Siempre sobre Comayagua, apunta: “Guarda la tumba de José Trinidad Cabañas y es cuna de los poetas Ramón Ortega, Santiago, José y Jesús Castro, Angela Ochoa Velásquez, y Joaquín Soto”.

Igual trato galante, le da a Juticalpa. Según la escritora esta toponimia significa: “en la casa de los caracolillos”, y para finalizar nos dice: “Es cuna de los expresidentes de Honduras: Manuel Bonilla y Francisco Bertrand y de los famosos hombres de letras Froylán Turcios, el bardo que ha inmortalizado su tierra natal en sus cantos, Rubén y Antonio Bermúdez, Alfonso Guillén Zelaya, Clementina Suárez y del M. I. Monseñor José María Martínez y Cabañas, primer Arzobispo de Honduras.

A Tegucigalpa, se refiere con tono reverencial: “Ciudad cabecera del Depto. de Francisco Morazán -antes de Tegucigalpa- y capital de la República; fue fundada en 1579 con el nombre de “Real de Minas” hasta el año de 1762 en que Don Alfonso Fernández de Heredia, le dio el título de Villa de San Miguel de Heredia”. (…). 

Es asiento del arzobispado desde 1916. Sede metropolitana de la Provincia Eclesiástica de Honduras. Cuna de los expresidentes: Francisco Morazán, Dionisio de Herrera (se equivocó, Dionisio de Herrera, nació en Choluteca); Marcos Aurelio Soto, Policarpo Bonilla, Miguel R. Dávila, Domingo Vásquez, Juan Lindo (otro error, “es un enigma el lugar donde vino al mundo”, cito a don Medardo Mejía); Rafael López Gutiérrez, Tiburcio Carías Andino y “del actual Presidente Dr. Juan Manuel Gálvez (recordemos que el libro fue escrito en 1953); de los escritores: Ramón Rosa, Máximo Soto, Carlos Gutiérrez, Ángel Ugarte, Carlos Alberto Uclés, Jerónimo Zelaya, Rafael Alvarado Manzano, Crescencio Gómez, Jerónimo J. Reina, Arturo Martínez Galindo, Marcos Carías Reyes”. 

Es parca al referirse a su ciudad natal: Marcala, departamento de La Paz. Sus razones tendrían. Se reservó el derecho de dedicarle cuatro líneas. No olvido que: “Es cuna del notable abogado Pedro H. Bonilla” (su progenitor).

En cambio, no deja de haber poesía en su descripción de la ciudad de San Marcos de Colón: “Distrito local del Depto. de Choluteca con 16 aldeas, 80 caseríos y 8,300 habitantes. Grandes repastos, excelente ganado y buenos caballos, quizá los mejores del país. Tierras fértiles propias para el café. Minas de oro y plata”. Aquí me detengo.

Marcelina Bonilla, fue un ejemplo de la mujer hondureña, en la época que le tocó vivir. Hay un dato curioso. Publicó “Diccionario Histórico-Geográfico de las poblaciones de Honduras”, en 1953. Dos años después moriría. Hay otras obras suyas: “Monografía Histórica de Marcala” (1931) y “América Indígena” (1943). ¿Dónde recopiló tanta información? Fue una autodidacta. Si bien a su estructura mental, contribuyeron 3 países: Honduras (su patria); El Salvador y Nicaragua. Sobre todo, Nicaragua. La más inteligente de las cinco hermanas.

Sus descendientes

Doña Marcelina dio a luz hondureños ilustres. Siendo ellos: Roberto Arellano Bonilla, ingeniero, economista y periodista. En Guatemala, durante la así llamada “revolución de octubre”, fue asesor técnico del Instituto Nacional de la Producción (INFOP), durante el gobierno de Jacobo Árbenz, quien profundizó las medidas iniciales para su producción el profesor Juan José Arévalo. A la caída del Coronel Árbenz, fraguada por la United Fruit Company. El ingeniero Roberto Arellano Bonilla, volvió a su país. En Tegucigalpa, fundó A.M. (Ante Meridiano), un diario de circulación matutina; con un nombre muy original. En tanto, su esposa (lamento olvidar su nombre), fundó la “Escuela Montessori”. Fueron ambas empresas culturales, de efímera duración. El licenciado don Rigoberto Sandoval Corea, durante una de sus gestiones al frente del Instituto Nacional Agrario (INA), lo convirtió en uno de sus asesores principales.

Otro de los hijos de doña Marcelina, Lempira Arellano Bonilla, fue -según dice Elsa Ramírez- “una de las figuras más relevantes del Banco Mundial, donde laboró por mucho tiempo con resonante éxito”. Ambos hermanos, ya fallecieron.  

Observaciones finales

Doña Marcelina Bonilla, murió en país extraño (San Salvador, El Salvador, el 15 de febrero de 1955). Para entonces -gobierno del Dr. Juan Manuel Gálvez-, el Congreso Nacional, ya había instituido los premios nacionales de Arte, Ciencias y Literatura. Doña Marcelina debió haber recibido el Premio Nacional de Ciencia, “José Cecilio del Valle”, mas se le ignoró. Ese tesoro de enseñanza y, a la vez buena literatura: “Diccionario Histórico-Geográfico de las Poblaciones de Honduras”, se agotó. Nadie lo encuentra ni en bibliotecas ni en librerías. Hago un llamado a Anarella Vélez Ministra de Cultura (y otros añadidos); que proceda a reeditarlo. 


 Datos complementarios

La escritora hondureña Marcelina Bonilla, cuyo seudónimo era Carolina del Valle, mantenía correspondencia con personalidades de la literatura a nivel mundial, asimismo fue corresponsal de periódicos de Europa, EEUU y América del sur. en Honduras fue muy amiga de Visitación Padilla y de Froylán Turcios con quien mantenía correspondencia también, aquí una carta de ella enviada a la Premio Nobel de Literatura, la afamada poeta Gabriela Mistral.



La poeta, escritora y afamada maestra Marcelina Bonilla, directora del primer Jardín de Niños en Marcala (1913), posa con sus alumnos. (Cortesía José González)


Bibliografía

Bonilla Marcelina, “Diccionario Histórico-Geográfico de las Poblaciones de Honduras”, Tegucigalpa, Imprenta Calderón, 1953.

González José, “Diccionario Biográfico de Historiadores Hondureños”. Editorial Guaymuras, 1ª edición, Tegucigalpa, 2005.

Mejía Medardo, “Don Juan Lindo. El Frente Nacional y el Anticolonialismo”. Editorial Universitaria, Tegucigalpa, 1993.

Ramírez García, Elsa, “El orgullo de ser mujer”, Tegucigalpa, septiembre 2021.

Rodríguez Ayestas, Julio, “Hondureños Ilustres en la Pluma de Paulino Valladares”, Oficina de Relaciones Presidencia de la República, Tegucigalpa, Honduras, 1972.

Comentarios

Entradas populares de este blog

HONDURAS, EN GRAVES PROBLEMAS

ASFURA, A RENDIR CUENTAS

MEL, VÍCTIMA DE SU NATURALEZA