LA LIBERTAD DE PRENSA EN HONDURAS (4/4)
Juan Ramón Martínez
Alejandro Valladares
El gobierno de Juan Manuel Gálvez, inaugurado en febrero de 1949, significó un enorme cambio. Según varios historiadores, Gálvez, es el último reformista liberal del proceso iniciado por Marco Aurelio Soto (Mario Argueta); y el gran reformador del siglo veinte, sólo superado por Villeda Morales y la generación de políticos que le acompañaron una vez que muriera Zúñiga Huete en México en 1953. Gálvez inauguró su gobierno en condiciones diferentes cómo le había tocado a Carías Andino. Permitió el ejercicio de las libertades ciudadanas; y, superó los mecanismos dictatoriales referidos a las libertades, especialmente de organización y de expresión. En 1952, el Partido Liberal sacó a la calle, “El Pueblo” que circuló diariamente en todo el país, criticando al régimen, cosa nunca vista antes. Y en 1953, Alejandro Valladares, puso en circulación “El Cronista”, dándole continuidad a la obra de su padre fallecido en 1926. En tanto en la Costa Norte, especialmente en San Pedro Sula, la Ceiba y Tela, se produce una verdadera eclosión de periódicos, diarios y semanarios, que nunca antes se había visto en toda la historia (Rubén Antúnez, Reseña de la historia cultural de San Pedro Sula).
Es en SPS, que los intelectuales nostálgicos de El Diario Comercial, fundan primero El Nacional; y, una década después, Correo del Norte, diario al servicio del gobierno. En La Ceiba, “El Atlántico” y “El Heraldo”, circulan diariamente, mostrando la pujanza del intelecto y el apoyo de los empresarios que, aprecian el valor de la publicidad de sus negocios y empresas. Los políticos liberales nucleados en el PRD, ponen en circulación “Vanguardia Revolucionaria” que “se repartía en los campos bananeros, en forma semi-clandestina, para beneficio de los campeños que sabían leer” (Mario Argueta).
En tanto en Tegucigalpa, el Partido Nacional mantiene el diario “La Época”; el Movimiento Nacional Reformista que apoya el continuismo de Gálvez, edita “Prensa Libre”; y los liberales, desde “El Pueblo”, crean el primer ambiente de discusión política que el país nunca había tenido, en una calidad insuperable, en donde posiblemente espigaron las plumas más valientes del diarismo nacional: Alejandro Castro, Óscar Flores, Alejandro Valladares, Fernando Zepeda Durón, Víctor Cáceres Lara, Óscar Acosta, Céleo Murillo Soto, Esteban Mendoza Banegas, Ventura Ramos Alvarado, Vicente Machado Valle, Julián López Pineda, Julio López Pineda, Filadelfo Suazo, Virgilio Zelaya Rubí, Gerardo Alfredo Medrano, Ramón Amaya Amador, Rafael Leiva Vivas, Dionisio Romero Narváez, Rosalio Iraheta, Nora Landa Blanco, Pedro Aplícano Mendieta, Serapio Hernández Castellanos, Adán Elvir Flores, Manuel Gamero, Gustavo Acosta Mejía, Herman Allan Padgett, Wilfredo Mayorga, Rodolfo Brevé Martínez, Mario Hernán Ramírez, Amílcar Santamaría, Guillermo Pagan Solórzano, Rodrigo Wong Arévalo y otros. Desde diferentes posturas, -- con enorme elegancia--, por primera vez, se debaten las rutas del destino nacional, contribuyendo en el esclarecimiento de la problemática nacional; e, iniciando el diálogo por primera vez sobre el curso que debía seguir Honduras. Este clima de libertades, ni siquiera fue interrumpido durante la dictadura de Julio Lozano que, aunque, expatrió a Óscar Flores, director de “El Pueblo”, no cerró el periódico que, con otro, director, siguió circulando, fustigando al régimen que al final cayó el 21 de octubre de 1956. El único periodista sancionado por el régimen de Lozano fue Serapio Hernández Castellanos, porque escribió el 28 de julio de 1956 en “El decir del minuto” de “El Cronista”, del que era jefe de redacción: “dicen que sólo faltaban tres días para que termine julio”. Y, cómo tal cosa coincidió con el levantamiento de los universitarios y liberales en contra de Lozano que se tomaron el cuartel San Francisco, el 1 de agosto, terminó en la Penitenciaría Central.
El gobierno liberal
y los periodistas
En el régimen de Ramón Villeda Morales, mantuvo en los dos primeros años de su mandato de seis que duraba el periodo presidencial, hasta julio de 1959, un clima de respeto a las libertades de prensa e información. Villeda Morales, visitaba las redacciones de los dos grandes periódicos de la capital – “El Cronista” y “El Día”, --para departir con sus directores, redactores y para escribir artículos en donde hacia críticas a su gobierno, aprovechando tal cosa, para después, ejercer el derecho de réplica. Y, además, escribía editoriales de “El Pueblo” y le ordenada al director de Correo del Norte las líneas de sus editoriales cotidianos. En diciembre de 1959, en ocasión de la celebración del segundo aniversario de su régimen, envió un editorial para su publicación en “El Día”; pero su director, lo publicó, aclarando que, era un escrito enviado por el Presidente de la República. A principio de los años sesenta, en la medida en que el régimen de Fidel Castro, agudizó sus conflictos con los Estados Unidos y fuera expulsado su gobierno de la OEA, las tensiones entre los críticos y el gobierno de Villeda Morales se agudizaron; y, la cordialidad empezó a perderse. El periodista mejicano Natividad Rosales, de la revista semanal “Siempre”, viajó a la capital hondureña; y, publicó un artículo en donde escribió que “en Tegucigalpa, no se podía cultivar lechugas, porque se las comían las vacas del embajador de los Estados Unidos”. El régimen liberal, ofendido, prohibió el ingreso de la popular revista que, desde entonces dejó de visitar los hogares hondureños.
Napoleón Mairena Tercero, desde Radio Centro, mantuvo entonces una recia campaña en contra de algunos líderes liberales a los que acusaba de pro-comunistas, que, heridos en su amor propio, se tomaron la radio en plena trasmisión de la programación noticiosa, amenazando a Mairena Tercero con darle muerte. Mairena, dejó la radio; y, se refugió en el Primer Batallón de Infantería, pasando varios meses bajo la protección de los militares.
Herman Allan Padgett, en 1961 había popularizado su programa radial “Margarito Pérez y Pérez”, en donde el personaje era un guardia civil. En una celebración de una ceremonia en Casamata, sede de la Jefatura de la Guardia Civil, el presidente Villeda Morales hizo una apología de los guardias civiles, como defensores de la tranquilidad ciudadana; pero llamó la atención que, había un programa humorístico que se burlaba de sus sacrificios; y, menospreciado su trabajo al servicio de la ciudadanía. Padgett, tomó el discurso del presidente Villeda Morales como una agresión a la libertad de expresión; y, de consiguiente, preparó su salida del país, informando a la comunidad nacional que se dirigía hacia Ecuador en donde trabajaría al lado de Julio Díaz, un cubano que había estado en Tegucigalpa; y, que dirigía en Quito, una cadena radial. Al final, comunes amigos, lograron bajar las tensiones; y el periodista siguió en sus rutinas, haciendo periodismo humorístico y, además, formando opinión mediante editoriales leídos en HRN.
López Arellano y la libertad
de empresa periodística y de opinión
Oswaldo López Arellano, Jefe de las Fuerzas Armadas derribó mediante un golpe militar al presidente Ramón Villeda Morales el 3 de octubre de 1963. El mismo día y los meses siguientes, siguió circulando “El Cronista” que para entonces había desarrollado una fuerte campaña anti-militarista. Pero lo que le incomodó, fue la fundación y operación de “La Prensa” de San Pedro Sula que empezó a circular en octubre de 1964. Disgustado con las críticas que se le hacían a su régimen, puso como condición que la lista de los socios de la empresa fuera modificada, para excluir de la misma a los socios liberales de izquierda democrática encabezados por Jaime Rosenthal Oliva. Así fue, que la mayoría de los accionistas dejaron el periódico y fundaron “Tiempo”, el Diario de Honduras. (Este periódico fue clausurado por la incapacidad de sus socios para seguir operándolo, en vista del cierre de las empresas del grupo Continental, en tiempos del Presidente Ricardo Maduro Joest). Jorge J. Larach, asumió la titularidad de la mayoría de las acciones de La Prensa y continuó la modernización del periodismo hondureño mediante la introducción del sistema de impresión offset, popularizo la circulación matutina; y la circulación nacional, el mismo día. Este periódico se transformó en el más influyente del país. Pero la mayor oposición política al régimen de López Arellano y sus compañeros militares, se hizo desde la radio. En HRN, Roberto Díaz Lechuga, Tomás Antonio Gonzáles y Gerardo Alfredo Medrano atacaron fieramente al régimen que respondió amenazando a sus propietarios y a los periodistas mencionados. Díaz Lechuga y Gonzáles, tuvieron que salir del país y se refugiaron en Estados Unidos. Medrano se exilió brevemente en Guatemala.
En 1968, López Arellano se vio sobrepasado por las protestas magisteriales y por el rechazo de los empresarios que se negaron a aceptar el protocolo de San José y la carga de impuestos respectivos. López Arellano, envió al capitán Amílcar Zelaya, a interrumpir la circulación del diario “La Prensa”, quien envió a los periodistas a descansar a sus casas. La guerra contra El Salvador el año siguiente, hizo que los periodistas olvidaran las ofensas de López Arellano; pero en realidad, nunca se lo perdonaron. Cuando ocurrió el affaire de soborno bananero se la cobraron sin piedad alguna. Radio América, con sus noticieros, dirigidos por Rodrigo Wong Arévalo, puso al régimen tras las cuerdas. López Arellano, fue sustituido de sus cargos y mandado a su casa, sin que las interioridades del caso se hayan aclarado del todo.
En 1976, se funda el primer periódico moderno de la capital, bajo la dirección de Óscar Flores y Adán Elvir. “La Tribuna”, como “una voluntad al servicio de la patria”, atrajo a la joven generación de escritores que formarían opinión a finales del siglo XX y las primeras décadas del siglo XXI. “La Tribuna” es el periódico que ofrece más espacio a las opiniones de escritores, de diferentes opiniones y colores políticos, en un pluralismo ejemplar que honra a Óscar Flores y a Adán Elvir. “El Heraldo”, fundado un poco tiempo después de “La Tribuna”, hace igualmente un periodismo crítico que, en algunos momentos ha inquietado y molestado a algunos gobernantes. Especialmente al gobierno de Carlos Flores, que fue el que, más control ejerció – sin mayor escándalo, con un estilo solapado y, criminal -- sobre el periodismo hondureño.
Los ochenta
y la libertad de expresión
Thelma Mejía
Como efecto de la fatiga del populismo militar y la guerra civil centroamericana, los militares hondureños renunciaron a la soberanía militar; y le entregaron el ejercicio del gobierno a los civiles. Suazo Córdova, Azcona, Callejas y Carlos Roberto Reina, mantuvieron distancia y decoro, en las relaciones con la prensa. Pero se introdujo, desafortunadamente, el expediente de compra y venta de los periodistas que, empezaron a recibir estipendios gubernamentales. En 1970, se había creado la carrera de periodismo y el oficio había perdido la vocación, convertido en otra profesión liberal más, sometido a las reglas del mercado, especialmente porque la UNAH, entregó profesionales con poca formación ética, fáciles de entusiasmar con el sonido del dinero. (Thelma Mejía, Noticia inéditas de una Sala de Redacción, Hivos, Tegucigalpa).
Desde el poder público, la nota discordante la dio el Presidente Carlos Roberto Reina que, en un momento de exaltación verbal, dijo que el Palacio Presidencial era un templo; y que, sacaría a los mercaderes; aludiendo a los periodistas. Éstos, se dieron por aludidos, sin embargo, las cosas no pasaron a más. Es en el gobierno de Carlos Flores, que afloraron las tensiones; y, se puso en práctica un modelo de control periodístico en que, el gobernante, sabedor que gobernar es un acto de convencer, se encargó desde la Presidencia de la República, a modelar los tonos de los periódicos, de las radios y las televisoras. E, incluso a redactar los titulares del día siguiente de los periódicos escritos, especialmente. Todas las tardes se reunía con los directores de los principales medios de comunicación para orientarles sobre la situación nacional; e, incluso para moderar titulares y preferencias noticiosas, en el mayor ejercicio de manipulación política de toda la historia nacional. La única justificación es que, de alguna manera, los medios – con la excepción de La Tribuna que se mantuvo alejada de estas prácticas – estuvieron de acuerdo que, debían contribuir con la gobernabilidad del país, trasmitiendo una impresión de normalidad y de esperanza en la ciudadanía que las cosas iban para bien. El gobierno de Carlos Flores, perdió los estribos, cuando no pudo manejar a la periodista Thelma Mejía que, no aceptó que su trabajo en El Heraldo fuera modulado por el presidente Carlos Flores. El editor de El Heraldo, por presiones del gobernante liberal, retiró de la coordinación del Heraldo a Thelma Mejía. Mejía, había regresado a El Heraldo, como Jefe de Redacción, hasta 2001, cuando fue despedida “por no acoplarse a las políticas del medio”. Igual, castigo recibieron Roxana Guevara de Canal 5, Renato Álvarez de Canal 63. Félix Molina, Manuel Torres, de El Heraldo, removidos de sus trabajos, por presiones del presidente liberal Carlos Flores. (Thelma Mejía)
Renato Álvarez
Muerte de periodistas
Hasta esta fecha, los periodistas eran difamados, desprestigiados, expulsados, comprados. O encarcelados; pero respetados en su integridad física. Durante el gobierno de Porfirio Lobo Sosa, el periodista Alfredo Villatoro fue secuestrado; y, luego apareció su cadáver en una colonia del sur de la capital. Nunca se supo quienes fueron los autores del horrendo crimen; ni las razones del hecho que pareció alcanzar el más alto nivel de irrespeto hacia el periodismo. Posteriormente, en la medida en que aumentó la delincuencia y empezaron a operar en el territorio nacional las bandas vinculadas al narcotráfico, la vida de los comunicadores sociales, se vio más comprometida. Muchos de ellos, perdieron la vida en extrañas circunstancias. Entre ellos, el más sobresaliente, por su figuración y participación en la vida política nacional, destacamos el nombre de Aníbal Barrow que fue secuestrado; y posteriormente su cuerpo, fue encontrado desmembrado en una zona solitaria de la Costa Norte.
Organizaciones defensoras
de los periodistas
La salida de Mejía, Guevara, Álvarez, Torres Molina y otros, de los medios, por presiones del gobernante liberal Carlos Flores, hizo pensar a los periodistas que los órganos tradicionales – la APH y El Colegio de Periodistas de Honduras– ya no eran suficientes para defender los derechos de los periodistas que no se sometían al chantaje; o, a la directriz del gobernante de turno. Y que, debían crear mecanismo alternativo. Thelma Mejía, se comprometió con otros periodistas en la tarea, creando C—Libre, un órgano que actualmente libra actualmente batallas en la defensa de la libertad de expresión.
Los gobiernos de Manuel Zelaya
y el periodismo
En la primera gestión gubernativa de Manuel Zelaya Rosales, no se dieron ataques desde el gobierno en contra del periodismo, como para destacarlos en esta crónica. Sin embargo, empezaron a cultivarse relaciones en que varios periodistas, traspasaron la línea del oficio y a la profesionalidad, para convertirse en activistas partidarios. En que algunos, fueron protegidos del gobernante, y encargados de dirigir movimientos de opinión en favor de Zelaya y su movimiento político. En el siguiente gobierno de Zelaya – formalmente dirigido por su esposa Xiomara Castro— el tono del discurso gubernamental es por primera vez, abiertamente en contra de los medios periodísticos – especialmente Canal 5, Maya TV y Canal 10 – y de los periodistas que, desde posturas conservadoras, tal sus palabras, se oponen a la marcha del socialismo. Las tácticas del régimen Zelaya II, es el aislamiento, el ataque y la negociación. Algunos periodistas y dueños de medios, han visto disminuir sus pautas publicitarias, porque el gobierno sólo las coloca en los medios que le son afines. Discretamente obligados a negociar. Cediendo posturas a cambio de pautas publicitarias. Es decir, usando el dinero público, para comprar voluntades y corromper a los periodistas y a los medios en que trabajan. Confirmándose así la opinión que tenía el director de El Diario de Hoy de San Salvador, que, dijo en algunos periódicos, “las noticias del gobierno eran escritas por los funcionarios y mandadas a los medios en donde se respetaban los titulares e incluso los énfasis y señalamientos, confundiendo a los lectores que de esta manera no pueden diferenciar lo que es información seria e imparcial del periódico o canal televisión; con simple publicidad gubernamental”. En esto tienen responsabilidad las fuerzas económicas privadas que, no pautan en los medios de comunicación cómo es su obligación ante los consumidores de sus productos o servicios. En algunos casos por ignorancia, pero en la mayoría, por quedar bien con el régimen, porque un medio que publica artículos, da entrevistas; o, permite que se ataque o critique al régimen, se puede enajenar la amistad del gobernante y de esta manera impedir que los dueños de los canales de radio, TV y periódicos, hagan otros negocios con el gobierno. Esta tóxica relación que apreciamos en el gobierno actual, en forma desproporcionada, pone en peligro la existencia de los medios de comunicación y su desempeño, sustituyéndolos por las redes sociales, en las que el control sobre la veracidad de los hechos, es muy frágil y muy expuestas a la manipulación.
El último golpe
El último incidente – la prohibición que la columna Contracorriente de JRM— siguiera publicándose en La Tribuna, porque sus artículos ofendían a la Presidente de la República; por petición de Manuel Zelaya al ex presidente liberal y editor del diario capitalino que se lo impidiera, fue un peligroso incidente en contra de la libertad de opinión que movilizó a los líderes del gremio periodístico; e incluso, puso sobre aviso a las más influyentes embajadas de gobierno extranjeros acreditados en Tegucigalpa. Los periodistas más sensibles, están preparados y atentos, porque la libertad de opinión, puede verse severamente comprometida.
Tegucigalpa, julio 4 de 2024
Bibliografía:
Lucas Paredes, Drama Político de Honduras
Víctor Cáceres Lara, Astillas de Historia
Revista Siempre, México D. F. México
Rubén Antúnez, retazo de la historia cultural de San Pedro Sula
Thelma Mejía, Noticias Inéditas de una Sala de Redacción
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