HAY QUE SALVAR A XIOMARA

 Juan Ramón Martínez



Todavía es tiempo de salvar el gobierno de Xiomara Castro y hacer que el deterioro de la situación nacional no continúe acelerándose. Hay que controlar las finanzas nacionales, evitar el deslizamiento del Lempira, mejorar el clima de la inversión para aumentar la capacidad de empleo del sistema económico nacional; frenar el desgarro que representa la emigración de los jóvenes hondureños hacia el exterior; acomodar al país en mejor forma en un escenario internacional muy móvil, reconciliar a las fuerzas políticas, disminuir el crecimiento de la burocracia nacional y eficientar la operación del Congreso Nacional y  la Corte Suprema de Justicia.

No es imposible. Se requiere apenas, cambiar el gabinete sectario e incompetente, por otro, representativo; integrado por profesionales competentes y representativo, de todos los partidos. E incluso sin militancia política relevante. Modificar el cuadro de asesores que le sirven a la titular del ejecutivo, incluyendo la designación de Manuel Zelaya Rosales, como embajador a Rusia; y modificar el grupo que le maneja la agenda a Xiomara Castro, por profesionales de la comunicación con habilidades de negociación y capacidades para investigar los sentimientos de la población en cada momento importante en que se hagan decisiones y, escribir una agenda legislativa, con la cooperación de los tres partidos nacionales y centrada en la búsqueda y consolidación de la seguridad jurídica para la inversión. En fin, mandar al exterior igualmente a los más sectarios del PLR que, por varias razones, se opongan a estas decisiones.

Se puede hacer. ¡Claro que sí! La dificultad es que contrario al “Soldado Ryan” , doña Xiomara, no quiere ser rescatada. No siente que está en dificultades. Mas bien está convencida que todo anda bien; que la población está contenta con lo poco que han hecho. Cree que ha mejorado el sistema de salud; el Seguro Social ha crecido de forma exponencial, y que, la sociedad se ha recuperado de los daños inferidos por la pandemia. La han engañado – y ella está de acuerdo— contándole que el sistema de seguridad ha mejorado; y que ahora, “diferente a la dictadura”, los hondureños salimos a la calle, sin correr el riesgo de una muerte en manos de un enemigo; o simplemente de un desalmado que sale con sus armas, a celebrar su capacidad de compararse con Dios, quitándole la vida al que se le ponga enfrente. Sigue creyendo que la situación económica ha mejorado; que ha frenado la expulsión de compatriotas al exterior; y que, el aumento de las remesas es una prueba de su éxito en el ordenamiento de la economía. Incluso, le han convencido que ha hecho las cosas tan bien, que logrará que al final de su mandato, el próximo gobierno sea de su partido porque, aunque es minoritario, ha logrado concitar a su lado, el respeto de la mayoría de los hondureños que consideran que, como su gobierno, no hay otro en la historia nacional.

Además la “nueva clase” revolucionaria –Cálix, Ochoa, Salgado, Moncada, Benítez, Amador, Fernández, Pastor, Zelaya, Rosales, Paredes, Sánchez, Hernández, Fortín y otros– no acepta crítica alguna y menos que, ellos han hecho las cosas mal; y que, por tanto, es correcto y conveniente que, otros con más capacidad les sustituyan. Saben que es imposible conseguir empleo en otra parte; y los que no lo necesitan en este momento, no pueden vivir sin el sentimiento falso que son necesarios para que la vida nacional no se deteriore cómo dicen los “enemigos” del PLR.

Pero de repente, el problema mayor es que Castro no quiere que la rescate nadie, porque no tiene una consciencia independiente, no necesita sentirse mejor, porque incluso los fracasos diplomáticos, son inventos de sus “enemigos”; y, para seguir adelante, sólo le hace falta que Mel le diga que anda bien; y que, como ella, no hay otra mujer que pueda hacer las cosas mejor.

Tal visión de sí mismo, propia de las consciencias “suicidas”, no sería un problema si sólo fuese una dificultad de pareja, de familia; o, de un partido que busca en forma inconsciente el despeñadero para precipitarse. Pero se trata de la Jefe del Ejecutivo que, tendrá que responder por sus resultados en las próximas elecciones; y, además, si fracasa cómo parecen indicar las cifras, le provocará a Honduras, un daño mayor que el que le infiriera a Honduras Juan Orlando Hernández, en su momento.

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