GOTAS DEL SABER (114)

 Juan Ramón Martínez

I



El 1 de julio del 2009, en horas de la madrugada, la Asamblea General de la OEA, reunida en su sede en Washington, resolvió: “1. Condenar enérgicamente el Golpe de Estado en contra del Gobierno constitucional de Honduras y la detención arbitraria y expulsión del país del Presidente Constitucional José Manuel Zelaya Rosales que produjo la alteración inconstitucional del orden democrático. 2. Reafirmar que el Presidente José Manuel Zelaya Rosales es el Presidente Constitucional de Honduras y exigir la restauración inmediata, segura e incondicional del Presidente a sus funciones constitucionales. 3. Declarar que no se reconocerá ningún gobierno que surja de esta ruptura inconstitucional y refirmar que los representantes designados por el Gobierno constitucional y legítimo del Presidente José Manuel Zelaya Rosales con los representantes del estado de Honduras ante la Organización de Estados Americanos. 4. Instruir al Secretario General para que, junto a representantes de varios países, realice las gestiones diplomáticas dirigidas a restaurar la democracia y el Estado de derecho, y a la restitución del Presidente José Manuel Zelaya Rosales, según lo previsto en el articulo 20 de la Carta Democrática sobre los resultados de las iniciativas. De no prosperar, estas iniciativas en un plazo de 72 horas, la Asamblea General Extraordinaria aplicará inmódicamente el artículo 21 de la Carta Democrática Interamericana para suspender a Honduras” (El Golpe de 28--J, Tegucigalpa Honduras, junio 2019). La OEA no fue escuchada por el gobierno de Honduras. El gobierno de Roberto Micheletti enfrente la embestida de la comunidad internacional dirigida por Hugo Chávez. Y mas bien, en noviembre de ese mismo año, efectuó las elecciones generales convocadas por el anterior titular del ejecutivo; y en las que ganó el favor del electorado el candidato del Partido Nacional, Porfirio Lobo Sosa.



II


El primero de julio de 1903, el escritor Miguel Navarro, “abrió fuego desde las columnas del “Diario de Honduras”, contra prominentes elementos que habían sido favorecidos por el gobernante con cargos de importancia. La serie de artículos del doctor Navarro, publicada a excitativa del coronel José María Valladares, editor y director del diario ya mencionado, se inició con el siguiente título: Sobre el Partido que debe rodearse el General Bonilla para seguridad suya y del País. El artículo publicado el primero de julio combatía nombramientos tales como los que se sabían recaídos en el doctor Alberto Membreño, como ministro de Fomento y Obras Públicas; el doctor Fausto Dávila, como ministro en El Salvador; el general Carlos F. Alvarado como Superintendente del Ferrocarril del Norte; el Licenciado Pedro J. Bustillo, como Rector de la Universidad; el doctor Mariano Vásquez como Ministro de Relaciones Exteriores; don Augusto C. Coello como subsecretario de ese mismo despacho; el general Alfonso Gallardo como Comandante y Gobernador de Tegucigalpa, lo mismo que la presencia de don Francisco Cáceres como Consejero del Presidente Bonilla. En el segundo artículo, publicado el dos de julio, el doctor Navarro combatió la tendencia del General Bonilla a emplear elementos de los dos partidos, calificando a ésta de hipócrita y destinada sólo a disimular el nombramiento de cachurecos” (Víctor Cáceres Lara, Astillas de Historia, pág. 123). Había empezado a desarrollarse el segundo tema diferenciador de la política hondureña: si era oportuno o no, que los gobiernos emplearan para los cargos públicos, a los correligionarios exclusivamente. O, también a los más competentes, miembros de otro partido. La postura sectaria fue liderada por Policarpo Bonilla y la de integración nacional, cómo la conoceríamos en los años sesenta, por Manuel Bonilla. Aquí, se encuentra la gran diferencia que deslinda el carácter de los dos grandes partidos políticos: el Partido liberal y el Partido Nacional. Y explica los cruces inter-partidarios que apreciamos en la historia política nacional. Tiburcio Carías Andino fue muy sectario, igual que Modesto Rodas Alvarado. López Arellano favoreció la integración. Reina Idiáquez, fue como Carías Andino, excluyente, igual que Manuel Zelaya Rosales, especialmente en su segundo período presidencial. Usaron los cargos públicos, para proteger a sus parciales sin mayor preocupación por la eficiencia; y, menos por los resultados. Y para castigar a sus adversarios, abriéndoles las puertas de la inhóspita llanura.

III



Gregorio Ferrera (1880—1931) fue uno de los jefes militares que se levantaron en contra del gobierno de Rafael López Gutiérrez. Cuando Tosta fue elegido Presidente Provisional de la República, sirvió por algunos meses, como Ministro de Guerra. Gozaba de mucho prestigio político entre los liberales especialmente. Era muy temperamental e inestable. “Se negaba a asistir a las sesiones del gabinete y a los actos protocolarios, como la toma de posesión del Presidente Provisional, no asistía. “Desde el momento mismo en que las fuerzas de la llamada Revolución Reivindicadora entraron a Tegucigalpa el 28 de abril de 1924, se advirtió que entre los dos contingentes coaligados bajo la bandera roja y azul... había quedado solo en manos de las tropas del general Ferrera, ya que el general Tosta con las tropas suyas trémolo, desde que se separaron ambas en Veracruz de Copán, la bandera azul y blanco del país. Las fuerzas de Carías y Martínez Fúnez, en el oriente enarbolaron también bandera nacional y era fácil advertir la pugna sorda o abierta que existía entre los contingentes que se identificaron con diferente insignia. El 26 de agosto de 1924, Gregorio Ferrera había señalado al Cónsul de Estados Unidos Stokeley V. Morgan “el intento de asesinato en mi persona en esta capital por elementos del Presidente Tosta y por las bandas armadas del cariísmo (sic) y el asesinato de mis amigos y todos elementos aristas por aquellos me obligan a la defensa de la colectividad hondureña y persona” (Inestroza 250, 251). El 25 de agosto, Ferrera levantado en armas, y dispuesto a derrotar a su compañero Vicente Tosta, abandona Tegucigalpa y configura las debilidades de la alianza de los triunfadores de la guerra de 1924, librada en contra de Rafael López Gutiérrez y sus familiares y amigos y correligionarios. “Ante el clima de ansiedad que, privaba, la Asamblea Nacional Constituyente, decretó el Estado de Sitio por termino de sesenta días, que fue prorrogado por el mismo tiempo el 28 de octubre de aquel año. (Nery Jeréz, citado por Evelio Inestroza, en General Gregorio Ferrera (1888—1931) (pág. 250). Después de ir de un lado para otro, en las correrías tradicionales de Ferrera, sin enfrentar a las fuerzas de Tosta, el levantisco caudillo liberal, se adentró en territorio de Guatemala, donde se estableció temporalmente. Siete después, terminaría su vida violentamente en las cercanías de Villanueva.


IV



El seis de julio de 1944, corrió la sangre en San Pedro Sula. El gobierno de Carías Andino, dos días antes, había sido retado por la oposición. En Tegucigalpa, una manifestación de mujeres, sus hijos y algunos hombres, reclamaron en las calles de la capital, la liberación de sus maridos, presos por “razones políticas”, en las cárceles de Honduras, especialmente en la Penitenciaría Central que, estaba ubicada en el Barrio La Hoya, el más bajo de la capital hondureña. En SPS, dos días después, se efectuó una manifestación en la que se congregaron en el Parque Barahona, cerca de doscientas personas que, de aquí, a las cuatro de la tarde, marcharon en silencio, por la tercera avenida o Calle del Comercio. En la primera intercepción, la manifestación se detuvo para escuchar el discurso final que empezó a pronunciar el doctor José Antonio Peraza. Mientras tanto, soldados nerviosos, armas en ristre, vigilaban. Uno de ellos, hizo un disparo, lo que movilizó despavoridos a los manifestantes, ante lo que, el resto de los soldados accionaron sus armas, muchas de las que cegaron la vida de un número indeterminado de vidas. Doña Lolita de Collier murió esa tarde y otras personas más. No hay investigación científica sobre este tema, de modo que el número de víctimas, todavía es indeterminado. Así cómo tampoco, las causas del infausto acontecimiento que algunos, atribuyen a una orden de Juan Manuel Gálvez que, era ministro de Guerra, Marina y Aviación; y se encontraba, de visita, en la ciudad de SPS

V

Después de derrotado el intento de Armando Velásquez por derribar al presidente constitucional Ramón Villeda Morales, el 20 julio de 1959 en una reacción defensiva, muy emocional, propia del momento y la juventud del régimen, el gobierno liberal disolvió la Policía Nacional y creó la Guardia Civil, en imitación de la española. La medida, castigaba a la Policía Nacional que se había involucrado en el atento en contra del régimen y, además, permitía a los militares liberales desempleados, la mayoría curtidos en las guerras civiles libradas entre nacionalistas y liberales, participar en el prepuesto y contribuir en la defensa del mismo. Estos coroneles liberales, no tenían formación para entrar a la burocracia militar organizada, cómo era su intención; y, tampoco en las Fuerzas Armadas que desde 1954, habían empezado profesionalizarse. Esta medida, fue vista con preocupación por los militares dirigidos por López Arellano y el comportamiento competitivo de los Guardias Civiles en contra de los militares, serían en el fondo, la causa principal por la que el Jefe de las Fuerzas Armadas, el 3 de octubre de 1963 derrocara a Villeda Morales, unos pocos días antes en donde el pueblo elegiría a Modesto Rodas Alvarado, el candidato liberal que entonces contaba con la simpatía de la mayoría del electorado. Pero que, con su discurso sectario y amenazante, se había enajenado la amistad y el respeto de los militares que lo veían como una amenaza para la existencia de las Fuerzas Armadas.

VI



El 14 de julio de 1969, aviones salvadoreños ingresaron al cielo nacional y bombardearon varias ciudades de Honduras, encabezadas por Tegucigalpa, y Choluteca. “El aeropuerto de Toncontín fue bombardeado con bombas de 100 libras por uno de los bombarderos improvisados, el avión C-47 FAS-104. El bombardero impreciso del C-47 no produjo ningún daño en las instalaciones militares. Los cuatro cazas Mustang-- Cavalier F-51 de la FAS nunca llegaron a Toncontín después que su líder abandonó la operación, pues decidieron retornar a sus bases, previo lanzamiento de sus cargamentos de bombas sobre tres poblaciones sin importancia militar: Jalteva, el Suyatal y Guaymaca. Los cinco aviones corsarios FG-1D que deberían haber atacado la base de la Fuerza Aérea de La Mesa en San Pedro Sula, inexplicablemente lanzaron sus bombas sobre Santa Rosa de Copán y Nueva Ocotepeque, regresando después a San Salvador” (Carlos Pérez Pineda, Una guerra breve y amarga, Secretaría de Cultura de la Presidencia, Universidad Evangélica de El Salvador, San Salvador, 2016, pág. 77) Dos aviones salvadoreños ese mismo día y hora, atacaron Choluteca, la más importante ciudad del sur de Honduras, arrojando dos bombas y ametrallando el cuartel militar y la pista de tierra del aeropuerto local. No hubo víctimas.




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