CON VENEZUELA; O, CON HONDURAS
Juan Ramón Martínez
Confié, hasta ahora, que los militares hondureños, no caerían en la trampa. Y que, amparados en la férrea obediencia a la ley, escaparían a la manipulación de la familia Zelaya; y que, no se transformarían en una gendarmería suya, para hacer tareas en favor de sus amistades; o vecinos ideológicos. Pero ahora que les veo reunidos con Padrino, en Caracas, en un encuentro sin justificación real, con cara de bobos; y expresión que no saben qué diablos andan haciendo entre el humo de un pleito electoral que la constitución de Honduras les prohíbe, siento estar equivocado. No niego la lógica de las relaciones entre los ejércitos del continente. Tampoco paso por alto las cortesías que se estilan entre burócratas estrellados; pero no me puedo explicar qué diablos andaban haciendo en tiempos de complejas elecciones en Venezuela, reunidos con el Ministro de Defensa, cuya reputación democrática está destruida; y puesto en duda su compromiso en lo que se refiere al respeto de las leyes internacionales relacionadas con el tráfico de estupefacientes.
Las Fuerzas Armadas de Honduras, tienen carácter nacional. Sus obligaciones internacionales surgen de los pactos que efectúa el estado de Honduras. De forma que los compromisos de la familia Zelaya, del PLR, las visiones ideológicas de los “peleros”; e, incluso los sentimientos ingenuos de algunos militares hondureños deformados por la ideología, tienen un carácter personal. Los compromisos de las Fuerzas Armadas entonces son con Honduras y los hondureños. Y resulta que la visita de Hernández y Zelaya Rosales, en tiempos de turbias elecciones, cuando está comprometida la imagen de Venezuela ante toda la comunidad internacional, carece de sentido y justificación racional. No debió efectuarse, porque ello ha comprometido la apoliticidad de la institución exigida por la Constitución; y, además, constituye un error de cálculo, porque la mayoría del pueblo hondureño –que pesa más que los sentimientos de los miembros del PLR y de la Familia Zelaya— rechaza el régimen venezolano, teme a la dictadura “madurista”; y, abjura como algo demonÍaco, del modelo marxista asoleado de los militares venezolanos que, han encontrado en la dictadura de su país, una forma de vivir, en la sombra de la indolencia y la irresponsabilidad.
Nada tiene que enseñarnos Venezuela, en términos militares. La asimetría es obvia. Los equipos de ambas fuerzas, tienen una antigüedad que no es comparable en ningún caso, ni siquiera en rifles de asalto. En doctrina militar, nosotros, nos movemos en una esfera diferente a los venezolanos; y nuestro aliado estratégico es otro, lo que conlleva obligaciones que no tienen ninguna coincidencia con las Fuerzas Armadas de Venezuela. En términos de bloques militares, los venezolanos andan en lo suyo. Los hondureños, en otra dimensión. La defensa de Palmerola, el Canal de Panamá, la libre navegación del Golfo de Fonseca y el cierre del Caribe Sur, son tareas en las que estamos involucrados; y, en las que, hipotéticamente, podemos llegar a ocupar posiciones antagónicas con los venezolanos. De modo que, reunirnos con ellos, militarmente no tiene ningún sentido.
Si el viaje fue político, el error es mayor. Honduras es democrática; Venezuela, una dictadura. Ellos navegan en un fraude electoral, contra toda la comunidad internacional, de modo que visitarlos, proyecta el concepto que los hondureños, rechazamos la democracia para hacer filas tras el dictador Maduro. Que Xiomara Castro, sea de los pocos gobernantes que se niega a reconocer los derechos de los venezolanos, no obliga a los militares a hacer el papel de tontos suicidas. Hernández, parpadeando en una foto oficial, muestra su carácter de subordinado que, no cree en la tarea encomendada; y, que el único placer que le provoca es su vocación de ilustre mandadero.
Los militares democráticos deben llamar la atención al general Hernández. Un profesional castrense no es sirviente de ningún político nacional; o, internacional. Y el Congreso Nacional, proceder –porque es un reclamo popular– a interpelar al ilegal Ministro de Defensa Manuel Zelaya Rosales; e, incluso si invoca como razón del viaje, recibir una condecoración, exigir que previamente haya sido autorizado para aportarla, antes de hacer el viaje. Y los políticos, tienen que hacer entender a los militares que nada de democracia pueden aprender en Venezuela. Es aquí, en Honduras donde están los hondureños, que les pagamos para que nos sirvan, donde deben estar. Los venezolanos, sólo pueden enseñar dictadura, nada más. Y eso, sabe bastante, Manuel Zelaya “Primero”.
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