POEMAS DE ALEXIS ARNOLDO LAINEZ ZELAYA
Narrador y poeta. Nació en Nacaome, Valle, el 20 de agosto de 1957. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales con Orientación Penal y Administrador de Empresas por la UNAH. Máster en Diplomacia y Relaciones Internacionales, Universidad de Defensa de Honduras (UDH).
Obra publicada. POESÍA: Corre, corre y dile, Imprenta Leiva, Choluteca (1980), El otro horizonte, antología, Editorial Guaymuras (1995), Soledades como pájaros heridos, Editorial del Norte (1996), Sangre a Media Luz, Guardabarranco Editores (2005), Aforismos con sentido de existencia, Ingrae, Tegucigalpa (2023), Poesía para el deleite mientras llega la noche, Publigráficas S. de R. L. Tegucigalpa (2016), A una chiquilla de un neófito alfarero, Trinity Prinshop, Tegucigalpa (2014). NOVELA: La Mina un paralelo de bestias y hombres, Guardabarranco Editores (2005), Un sueño con piel de rey, Ingrae, Tegucigalpa (2017). CUENTO: Días de miseria y de gloria. Ediciones Guardabarranco, Tegucigalpa (2005). OBRAS INEDITAS: Prosas malditas (poesía en prosa). El rojo movimiento de tus caderas (poesía). Porque tú juraste amarme (poesía). Cuentos irreflexivos bajo la noche y la Lluvia. Los desesperados gritos del ayer (Novela).
Su poesía es una reseña del amor, aunque a veces refleja el conflicto de la condición humana. Señala la solidaridad, la injusticia, el hambre, la pobreza, la soledad y el abandono.
DONCELLA SIN NOMBRE
(MADRE SOLTERA)
La noche arrastra tu llanto
tus hijos
días sin principio y sin ocaso
palabras sin eco.
En tu corazón tienes un templo
en tus rudas manos
escondes la imagen del dios del maíz
orfebre de mi raza
poema de angustia de pájaro solo
antorcha apagada de un país sin nombre
codiciado tesoro de piratas
batallar eterno entre el sí y el no.
Alimentas con sangre la anémica prole
y te vas hundiendo sin remordimientos
por paredes y ventanas de odio
que precipitan la inversa virtud
por calles sin formas
llenas de desprecio
Mujer, mujer, me duelen tus días
me apena
la eterna esperanza de tus ojos de Halcón Peregrino.
Doncella sin nombre
contienda infinita de vida y de muerte.
El NIÑO DE LA CALLE
Ángel desaliñado
vagabundo de calles sin fronteras
con hálito de fe
desfloras el amanecer del llanto
industrioso holgazán
que te rompes el pecho
en un mundo fatuo
erizado de odios y puñales.
Abanico rodante
desmemoriada historia
que vendes con ternura de pez
el horripilante pavor
del mediodía.
Grito mudo de enjambre
alfabeto de lluvia y bostezos
cuando duerme la ciudad
incompatible escozor de casinos
pase de cortesía
en el anochecer del trovador sin techo.
Sobre pétreos tálamos
de asqueantes aceras
benignas a tu gusto de alcatraz.
HOMBRE – NIÑO – MUJER
Amanecí entre mis sueños
con el corazón de mi madre en mi pecho.
Y fui Ella
y como Ella.
amamanté a mis hijos.
Al mediodía
jugué a ser adulto
como juegan los niños
con pelotas de trapo
con estrellas de papel.
Al atardecer
siento que soy hombre
trabajo y me canso
nado contra la corriente
el mundo siempre será mundo
y Yo, Hombre - Niño - Mujer.
SE PROMETIÓ OLVIDARLA
Se prometió olvidarla
escribió en rojo la canción
pues sentía desconsuelo en sus huesos y en el alma.
Fueron dos sublimes heridas,
podría decirse de ellas, hasta el infinito.
La tenue luz de sus ojos huyó enloquecida
desde entonces, dejó de silbar el viento en su vida
y ya no creyó en la luna de medianoche de sus sueños,
ni en el sol del mediodía de su esfuerzo.
La amó, así como se ama a un ser inmortal,
sin embargo, murió de instante en instante,
mientras ella vivía alucinando en otros brazos.
Se prometió olvidarla
pero, la encontraba en todas partes,
con los ojos vendados de insignificantes coplas
y herido su cuerpo como “La Venus de Milo”
Otra vez lo mismo,
le curó el corazón con hojas de almendro salpicadas de rocío,
le pulió su divino cuerpo con ternuras y con el aloe de las montañas.
Volvió a gritar la vida como un torbellino en su sangre
y en sus cósmicas entrañas de estrellas rutilantes,
floreció la savia, como potra silvestre sobre las praderas.
Los ríos siguieron su marcha eterna,
sus ojos se llenaron de un absoluto vacío
y otra vez…
y otra vez, se quedó sentado en la planetaria silla,
donde siempre la esperaba,
con la irónica esperanza, que nunca más volviera,
pero Ella,
Ella siempre regresaba con las alas de inspiración marchitas
y con la herida del destino más punzante.
Otra vez,
otra vez, como un relámpago empezó su pulcrísima canción
Innata contradicción del amor,
aunque desde un principio, él sabía que estaba derrotado;
y que jamás, jamás…
ni en todos los jamases… podría olvidarla.
NO SÉ POR QUÉ SUCEDE
¿No sé por qué sucede?
¿No sé por qué pasó?
Tampoco concibo comprender,
¿por qué me duele tanto?
Así como escribir un cuento y no poder cerrarlo,
como pintar un cuadro y que al final, se vuelque la pintura
como queriendo darte un beso en el aura de un sueño inverosímil
bajo la inmensa azotea de la luna
y descubrir desencantado el aciago sentimiento en medio de la lluvia.
Quise salir a la calle y vociferar tu nombre al diáfano cielo,
mas no pude hacerlo,
tenía dos calcetines de colores diferentes entre mis manos,
tú no lo permitiste
y me ataste a tu veleidosa cintura, junto a las estrellas que engalanan tu aposento.
¡Qué ironía!
hoy que tu lejanía de paloma torcaz me lastima en exceso
he revelado al inconmensurable cosmos, que todavía te amo con desmedido arrebato;
y siento que sucumbo al pie de tu virulenta evocación.
¿No sé por qué sucede?
¿No sé por qué será?
Siempre que llega la noche, me vuelvo un difuso fantasma
y el eco de una carcajada, como un estilete con tono burlesco se clava en mi pecho.
Quiero morir ahora en el edén de tus incomprensibles quimeras,
tener entre mis alucinaciones el anillo de falso diamante que me regalaste,
en mis arcaicos bolsillos tus nostálgicas cartas sin deletrear siquiera,
en mis líricos labios, tu nombre, incendiándolo todo sin excepción alguna
y en mi corazón el daño que me causaste y te causé.
Por eso te envío esta sorprendente misiva, escrita junto a la alborada
con la leve esperanza que llegue a tus inmortales y venerables manos
antes de mi partida, hacia lo ignoto,
para que no quede en los resquicios de la cósmica memoria, ninguna duda,
que te amé y te seguiré amando a través de los tiempos,
a pesar de tus enfermizos y borrascosos extravíos sentimentales.
AMÉRICA GRITO DE LIBERTAD
Percusión de tambores y lanzas
tierra con sangre
fuego en los cerros
carne incinerada
Golondrinas ebrias de canciones
entibiaron camino al cielo
a Caupolicán y Moctezuma
El Amazonas
como potro salvaje
besó los pezones intactos
de Niusta
Los Andes remendaron amapolas
campanas de luz
infantiles ojos Chibchas
En Copán, Tikal y Teotihuacán
sagradas metrópolis
los dioses dominaban los abismos
fabricaban hombres de maíz
¿Cómo podría yo, Machu Pichu
celebrar tu derrota?
¿Dónde estás Manco Capac?
dejadme oír de vuestros labios
las santas oraciones
Ígnea sonrisa
capaz de hacer parir venadas en
Caaguazú y Cayambe
Bolívar
muere en Venezuela
Valle
inmortaliza un himno en Guatemala
Martí
grita en La Habana
mientras en Isla Negra
(que no es negra ni es isla)
un millón de poetas guardan sus liras
y desenvainan sus espadas
SIEMPRE SIEMPRE
Juegan
traen tierra y agua
esperanza y frío
Son pájaros
construyen sus nidos
en lo más alto de las bajezas humanas
Corren
vociferan
paralizan el tiempo, corazón del odio en medio de la calle
Ignoran
mercadotecnia
sus uñas
desconocen la publicidad
El lodo
palpita en sus manos
inútilmente fabrican
al hombre nuevo
el agua discurre frágil
a la función del viento
sin importarle
la misa del domingo
Piedras en mano
estrellas fugaces
palabras malditas
revoltijo
puño limpio
Su amor
trocitos de sonrisa
coloreados por el alba de la sangre
Mueren calcinados
por la daga del insomnio y del rencor.
Perfección infantil
impulsa el regreso
son amigos
del hambre oblicua
Nacieron
en la flor de una calle rota
habitada por chacales
donde el tiempo es regresivo
Viven en mil salones
miran con desprecio
a través de un millón de ventanas
que las ratas inventaron
Hacen arqueo de caja,
una mancha de sangre
salda cuentas
carcajada maldita
Por las noches
se tiran plácidamente
sobre sórdida albahaca
de una casa sin nombre
No tienen bandera
no les importa
el nombre de su patria
ni conocen a sus padres
Amaneció
el cielo es un abismo
herido por un puñal en la palma de la mano
Uno de ellos
quiso relajarse
como hacen los gatos
mas no pudo
Tortuosamente
desenrolló la espina
se la clavó en los parpados
mientras la policía
perseguía un ladrón
La niñez les fue ajena
alucinación revertida
en la sonrisa de un árbol esperando la motosierra.
El sol regeneraba el día
no le importaba para nada
aquella guerra,
ni la lluvia
ni el lodo.
Siempre hoy
siempre frío
siempre hambre
siempre siempre.
FUENTE: Gaitán, N. A. Canon Poético Hondureño (inédito).
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