Cosas del español (5): LO QUE HAY QUE OÍR

 

Sopa de albóndigas (Honduras) (*)

En un mundo globalizado cómo es el nuestro, a nadie sorprende la velocidad de difusión de ciertos bulos, también de aquellos que atañen a la lengua.

Uno de los más recurrentes asegura que la Real Academia Española ha aceptado en su diccionario términos como almóndiga (1) o cocreta. “¡Hasta donde vamos a llegar!”, se oye. Por aclarar las cosas: el vulgarismo cocreta nunca ha figurado en este repertorio –basta consultar la obra para comprobarlo-. El caso de almóndiga es distinto. Conviene saber que el término fue recogido en el Diccionario de autoridades (1726). Se trataba, por entonces, de un vocablo correcto. Hoy está en desuso de la lengua culta (como deja ver la abreviatura desus., ´desusado´) y se considera vulgar, tal y cómo se indica en la entrada con la abreviatura correspondiente (u. c. vulg., ´usado como vulgar´).

Muchos de esos bulos se deben al desconocimiento o a la tradición. Un buen ejemplo de ello sería el que se refiere a las tildes de las mayúsculas. Nuestros abuelos no tildaban las mayúsculas, pero la Academia nunca dictó normas ortográficas específicas diferentes de las dedicadas a las minúsculas. Aquello tenía su razón de ser: la dificultad técnica de incorporar la pequeña rayita oblicua del acento en las viejas imprentas y en los teclados de las primeras máquinas de escribir. Hoy en día, tal ausencia carece de justificación.

También está muy extendida la condena sistemática de toda redundancia –de lo que se hablará más adelante- o de la presencia de dos preposiciones contiguas. Muchas personas creen cualquier secuencia de preposiciones incorrecta: Sentí dolor desde por la mañana, Surgió de entre la maleza. Sin embargo, en numerosos contextos, dichas formas son plenamente correctas. Y, pese a que no es usual, pueden coincidir con cierta naturalidad tres preposiciones: Además de para con nosotros, fue muy amable para con el resto de individuos.

Otra creencia falsa es la que afirma que las palabras que no figuran en el diccionario no existen. Sólo se incluyen las palabras más habituales, las que han pasado a la lengua común. Hay otras muchas, por supuesto. En el caso de las derivadas y compuestas, el diccionario ofrece los instrumentos para crearlas siguiendo las reglas generales del español: adición de prefijos, sufijos y elementos compositivos. 

*En Honduras, se conoce la bola de carne en sopa, con el nombre de albóndiga.
Fuente: Nunca lo hubiera dicho, Taurus, Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, pág. 30 y 31)

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