EL MAL ESTÁ EN LAS PERSONAS

Juan Ramón Martínez.


El mal no existe como categoría abstracta, dicen los expertos. El mal es una manifestación concreta por parte del comportamiento de personas específicas que, de forma deliberada, lo ejercen para causar dolor y pena a los demás. La mayoría, no tienen capacidad para discernir entre el bien y el mal. No saben en qué momento hacen el uno o el otro; y mas bien, lo que experimentan es una gran egolatría y una distancia abismal con respecto al sufrimiento de los otros. Experimentan alegría con el dolor ajeno, bien sea en animales o en seres humanos. Se importan a si mismos, se quieren a si mismos; y por consiguiente no piensan en los demás a los cuales menosprecian e incluso ignoran, colocándolos en el mejor de los casos en la condición de cucarachas que hay que aplastar, sin arrepentimiento alguno, con la suela de los zapatos.


Hay que diferenciar a los que hacen el mal por un desajuste mental, deliberadamente, anticipando los goces de sus resultados y los que accidentalmente causan problemas, dificultades y daños a los demás. En los primeros igualmente, hay que diferenciar a los que no tienen control sobre si mismos, actúan más como animales y seres humanos, de los que creyéndose superiores al resto de los humanos, hacen el mal para comprobar su superioridad y para burlarse de la debilidad de los otros. Decimos lo anterior para que no se siga cayendo en la trampa del reduccionismo; y mas bien, tengamos capacidad para ver el abanico de expresiones que tiene el comportamiento malvado de algunos anormales que provocan sufrimiento a sus congéneres.


En las manifestaciones del mal que observamos actualmente, apreciamos el ejercicio de la ofensa al otro, como un acto vengativo, una acción pagada por otro y ejercida sin odio alguno; y los actos ejecutados por los psicópatas que no tienen control real sobre su conducta. Los dos primeros son identificables. Los psicópatas en cambio son normales, pacíficos e incluso, muchos correctos y contributivos ciudadanos que igual que los personajes de las historietas, tienen dobles vidas. En horas del día son correctos ciudadanos y en la noche o en su tiempo libre se transforman en bestias que juegan y gozan haciendo el mal a los demás.


Los psicópatas están por todas partes. Es casi seguro que en la Policía, hay un elevado porcentaje que, como queda dicho, es difícil – no imposible – identificar. Prestando un poco de atención podemos descubrir características mínimas: desmesurada auto estima, conciencia de superioridad y arrogancia ilimitada que les hace menospreciar, en forma muy educada y suave, la incultura y la inferioridad de los otros. Estos son los que salen a matar mujeres, a eliminar jóvenes y ejecutar masacres con las que buscan menospreciarnos a todos.


Los criminales que actúan por efecto de variables externas, entre las cuales hay que reconocer el alcohol – que protege el gobierno, cómo sabemos—las drogas modernas y las multitudes que reducen los espacios de acción de las personas, tienen más oportunidades de ser descubiertos. Actúan por la pasión del momento, tanto por el rencor desbordado, las pasiones sin control y la presión de la sociedad que les impulsa al desquite y a la búsqueda de la compensación. Hay pueblos de Honduras en donde el ejercicio de la venganza es estimulado desde la vida social básica: desde la familia, hasta la sociedad en general. “El que la hace la paga y hay que responder golpe con golpe, sino te faltarán el respeto”, forman parte de la “filosofía” de la vida que forja la sociedad y que sirve como factor de moldeamiento del comportamiento irregular de quienes hacen el mal.


De acuerdo con estas reflexiones, hay una falla fundamental en todo esto. La falta de responsabilidad por el otro y por la operación de la vida social. El negar lo que se ha hecho y la justificación que se hace en defensa propia, esconde el asunto central; que somos responsables ante nosotros mismos, ante nuestras familias y ante Dios por lo que hacemos mal. Y que aunque nos escondamos o engañemos a los demás, la consciencia – menos a los psicópatas – nos reprochará cuando hagamos algo mal a los demás.

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