EL OFICIO DEL PEDIGÜEÑO
Juan Ramón Martínez.
Me llamó mucho la atención, la campaña de este periódico para que los Estados Unidos donara aviones y helicópteros. Supuestamente destinados, al combate de los narcotraficantes que usan el territorio nacional para transportar la droga hacia los Estados Unidos. Al principio, creí que era una campaña de las Fuerzas Armadas. Pero al verificarlo, constaté que no había tal. Al final, he concluido que se trata de una iniciativa del periódico que, en este caso – según me parece – se ha excedido en su voluntad de ser una fuerza al servicio del país.
Por supuesto, no me opongo a que los periódicos, desde su línea editorial, sugieran cursos de acción. Pero teniendo cuidado en evitar suplantar a las autoridades. Porque una cosa es sugerir y otra muy diferente, iniciar una campaña para que los Estados Unidos, desde Viera, decidan regalarnos aeronaves para una campaña en la cual ellos son los principales interesados y nosotros, por esa vía, ahondamos nuestra tarea de mandaderos y sirvientes suyos. Si la sugerencia tiene consistencia, el gobierno y el pueblo, la asuman como propia y el periódico sigue en la tarea de vigilar e informar para que la ciudadanía se torne en el factor de control de la acción gubernamental. Asumir la tarea de dirigir las cosas, es una postura que los periódicos no deben cumplir; y mucho menos los columnistas que en ningún momento debemos considerarnos como si fuésemos gobernantes o ministros del régimen que esté al mando de la asuntos del gobierno.
Por otro lado, sustituir al gobierno en una acción destinado a pedir favores, aviones y dinero a los Estados Unidos a cambio de servicios que ellos no nos han rogado que cumplamos, es una forma de desvalorizarnos. Una cosa es el huracán Mitch en que estábamos con el agua al cuello. Y otra cosa, muy diferente es el asunto del narcotráfico en donde Estados Unidos tiene la iniciativa porque se trata de sus intereses principales, por la que la acción nacional – en el caso que esto sea factible porque puede ocurrir que no tengan interés en buscar nuestra colaboración – debe ser suya y exclusivamente suya.
La pedigüeñería tiene sus complicaciones. Su ejercicio desvaloriza y disminuye a quien la ejerce. Los individuos, las corporaciones y los estados, hacen propuestas y contrapropuestas en las que se plantean diversas cosas en las que quedan muy claras las contrapartidas. Pero en el caso que nos ocupa, la petición de los aviones era una propuesta oportunista, en la que faltando la negociación, de la prostituta que mientras el cliente se pone los pantalones se acuerda de cobrar. Y para no herir susceptibilidades, le solicita regalos en la oportunidad que en la próxima semana estará de cumpleaños.
La lucha en contra del narcotráfico no hay que verla desde el auto menosprecio. Si lo hacemos no podemos participar en ella. Somos importantes porque estamos en la vía por dónde circulan y, paradógicamente por nuestras debilidades para vigilar el espacio aéreo y para tener autoridades probas, capaces de decirle que no a los capos de la droga. Pero no debemos utilizar las debilidades para pedir, para implorar aviones, barcos, helicópteros, armas y entrenamientos. Lo que tenemos que hacer es negociar en igualdad de condiciones. Hay que abandonar el sentimiento de inferioridad y sentarnos a conversar con los estadounidenses sobre el tema, pactando acciones comunes y participando al final, de las utilidades de las mismas. Si vamos a hacer esfuerzos, al final, compartamos lo ganado. Aquí es donde está el asunto principal que saber manejar.
Es obvio que lo que se intercepta es dinero realmente. Pues bien, pactemos en forma precisa una cantidad o porcentaje de la droga retenida – que se la deben llevar ellos para estar seguros que cuando decimos que la destruimos no quememos leche Ceteco, como sospechan algunos lectores que me han llamado – quede a favor de Honduras, pagada en dinero-, para que con esos recursos el país pueda adquirir los equipos para aumentar su eficiencia. De esta forma dejamos de ser empleados de los gringos, para volvernos socios en la tarea de combatir a la droga. Recapturando la dignidad perdida, sin pedigüeñerías, luchando de frente y sin trampas por nuestros intereses.
Me llamó mucho la atención, la campaña de este periódico para que los Estados Unidos donara aviones y helicópteros. Supuestamente destinados, al combate de los narcotraficantes que usan el territorio nacional para transportar la droga hacia los Estados Unidos. Al principio, creí que era una campaña de las Fuerzas Armadas. Pero al verificarlo, constaté que no había tal. Al final, he concluido que se trata de una iniciativa del periódico que, en este caso – según me parece – se ha excedido en su voluntad de ser una fuerza al servicio del país.
Por supuesto, no me opongo a que los periódicos, desde su línea editorial, sugieran cursos de acción. Pero teniendo cuidado en evitar suplantar a las autoridades. Porque una cosa es sugerir y otra muy diferente, iniciar una campaña para que los Estados Unidos, desde Viera, decidan regalarnos aeronaves para una campaña en la cual ellos son los principales interesados y nosotros, por esa vía, ahondamos nuestra tarea de mandaderos y sirvientes suyos. Si la sugerencia tiene consistencia, el gobierno y el pueblo, la asuman como propia y el periódico sigue en la tarea de vigilar e informar para que la ciudadanía se torne en el factor de control de la acción gubernamental. Asumir la tarea de dirigir las cosas, es una postura que los periódicos no deben cumplir; y mucho menos los columnistas que en ningún momento debemos considerarnos como si fuésemos gobernantes o ministros del régimen que esté al mando de la asuntos del gobierno.
Por otro lado, sustituir al gobierno en una acción destinado a pedir favores, aviones y dinero a los Estados Unidos a cambio de servicios que ellos no nos han rogado que cumplamos, es una forma de desvalorizarnos. Una cosa es el huracán Mitch en que estábamos con el agua al cuello. Y otra cosa, muy diferente es el asunto del narcotráfico en donde Estados Unidos tiene la iniciativa porque se trata de sus intereses principales, por la que la acción nacional – en el caso que esto sea factible porque puede ocurrir que no tengan interés en buscar nuestra colaboración – debe ser suya y exclusivamente suya.
La pedigüeñería tiene sus complicaciones. Su ejercicio desvaloriza y disminuye a quien la ejerce. Los individuos, las corporaciones y los estados, hacen propuestas y contrapropuestas en las que se plantean diversas cosas en las que quedan muy claras las contrapartidas. Pero en el caso que nos ocupa, la petición de los aviones era una propuesta oportunista, en la que faltando la negociación, de la prostituta que mientras el cliente se pone los pantalones se acuerda de cobrar. Y para no herir susceptibilidades, le solicita regalos en la oportunidad que en la próxima semana estará de cumpleaños.
La lucha en contra del narcotráfico no hay que verla desde el auto menosprecio. Si lo hacemos no podemos participar en ella. Somos importantes porque estamos en la vía por dónde circulan y, paradógicamente por nuestras debilidades para vigilar el espacio aéreo y para tener autoridades probas, capaces de decirle que no a los capos de la droga. Pero no debemos utilizar las debilidades para pedir, para implorar aviones, barcos, helicópteros, armas y entrenamientos. Lo que tenemos que hacer es negociar en igualdad de condiciones. Hay que abandonar el sentimiento de inferioridad y sentarnos a conversar con los estadounidenses sobre el tema, pactando acciones comunes y participando al final, de las utilidades de las mismas. Si vamos a hacer esfuerzos, al final, compartamos lo ganado. Aquí es donde está el asunto principal que saber manejar.
Es obvio que lo que se intercepta es dinero realmente. Pues bien, pactemos en forma precisa una cantidad o porcentaje de la droga retenida – que se la deben llevar ellos para estar seguros que cuando decimos que la destruimos no quememos leche Ceteco, como sospechan algunos lectores que me han llamado – quede a favor de Honduras, pagada en dinero-, para que con esos recursos el país pueda adquirir los equipos para aumentar su eficiencia. De esta forma dejamos de ser empleados de los gringos, para volvernos socios en la tarea de combatir a la droga. Recapturando la dignidad perdida, sin pedigüeñerías, luchando de frente y sin trampas por nuestros intereses.
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