LOS “MENSAJES” DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO

Juan Ramón Martínez.


Hay entre los medios de comunicación más importantes del mundo, una discusión sobre si debe permitir o no publicar los documentos “wiki leaks”, sin editarlos previamente, eliminando – para proteger a los implicados – a las fuentes que le han proporcionado a los miembros del departamento de Estado los detalles, las expresiones y las opiniones en que se han basado los embajadores para elaborar sus informes. Algunos incluso aducen, motivos de seguridad personal porque los señalados corren peligro, incluso de perder sus vidas cuando sus amigos sepan que les han traicionado. Otros por el contrario, defienden a Lange en su voluntad de entregar toda la información incluyendo a los informantes, porque los lectores, dice, tenemos derecho a conocer la verdad de los hechos.


En el caso de Honduras, fuera de la discusión a que nos hemos referido, surge un problema adicional. Si lo que se publica para consumo de los hondureños especialmente, es editado por quienes lo hacen, protegiendo a ciertos informantes que son conocidos por todos; y que actualmente ocupan posiciones de líderes políticos influyentes. Y a los que todos sabemos que han sido eternos informantes de los embajadores de los Estados Unidos. Se pueden hacer muchas elaboraciones teóricas para justificar estas adiciones o retoques; pero la verdad es que es peligroso quitar nombres, porque de la misma manera se pueden agregar otros, los de los enemigos. Con lo que se logra desprestigiar y descalificar de manera fácil a los adversarios, porque no hay forma de limpiar el nombre si el documento parece legítimo en la medida en que lo hace el periódico que, entre otras cosas, goza de enorme credibilidad entre sus lectores.


El fin de los medios de comunicación no solo es de hacer dinero. Murdoch comprobó este asunto con el pago a los informantes para obtener noticias sensacionales. Tampoco el de servir de guarda espaldas para proteger sus negocios, conflictos judiciales o prestigios políticos. Siendo que el periódico, la radio y la televisión, no son realmente de sus accionistas, sino que de quiénes reciben sus servicios, es un imperativo categórico proteger, por encima de cualquiera otra cosa, su credibilidad, su independencia y su honorabilidad.


En consecuencia, si David Lange, por las razones que sean, se ha abstenido de editar, suprimiendo los nombres de los informantes, los periódicos hondureños por moralidad pública y por respeto no tienen sino dos alternativas: no publicarlos porque con ello afectarán la credibilidad de quienes no tienen forma de defenderse visto el silencio del Departamento de Estado frente a estos documentos; o hacerlos en la forma en que los han recibido, sin retoque alguno y sin borrar nombres en forma arbitraria, para de esa forma proteger intereses subalternos.


No se puede servir a Honduras, afectando la capacidad del pueblo hondureño para conocer la verdad. Suprimir nombres de informantes de la Embajada de Estados Unidos en Honduras, es un vulgar engaño, en vista que aquí todos nos conocemos; y sabemos quiénes son, donde viven y cuantas veces van a misa durante la semana. Pero además, es una brusca e irresponsable manera de afectar la credibilidad de los medios que, en momentos de crisis – como se comprobara con la del 28 de junio del 2009 – desempeñan el papel principal en la defensa del sistema democrático y el modelo liberal de economía.


Algunos creerán que buscamos sangre y que los lengones del pasado reciban lo suyo. Claro que no. Tan es así que estaría dispuesto a que no se haga la publicación, porque el problema que tengo en lo personal es el respeto aprendido durante muchos años en La Tribuna – con Óscar Flores y Adán Elvir especialmente – por la integridad de la página escrita y por el respeto a los autores, en este caso los embajadores. Evitar la alteración de los textos, es una tarea en la que he dedicado los mejores años de mi vida, incluso en casos en que he sido ofendido cara a cara por personas interesadas en agredirme porque están en desacuerdo con mis ideas.


Reclamo respecto por los lectores. Y por La Tribuna. Para lo cual, sugerimos que no se publiquen, editados, los informes divulgados por David Lange.

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