LAS SORPRESAS DE OSCAR ALVAREZ

Juan Ramón Martínez.


El Ministro de Seguridad es un hombre sorprendente. Versátil en el manejo de las declaraciones, y hábil en aprovechar los cargos públicos para hacerse publicidad. Es además, irrespetuoso de la capacidad y firmeza de la memoria colectiva. Después de diez años de conocer a la policía, en cuyo trascurso desmontó la Oficina de Asuntos Internos y eliminó el CONASIN, ahora descubre que esta institución – de cuya dirección es el principal responsable— está severamente afectada por la delincuencia que ha penetrado en todos sus niveles, tal como declarara a los medios de comunicación. Y sin que nadie, desde el territorio nacional por lo menos, le forzara a ello; e incluso, le peguntara siquiera sobre el tema. Dio declaraciones, en el cumplimiento de fines que solo el conoce.


Hace algunos años, en su primera oportunidad en el cargo, durante la administración de Ricardo Maduro, Oscar Alvarez nos dijo que éramos injustos con la Policía; y que, por ello, iba comprometerse en su defensa. Para de este modo acotó, elevar la moral de sus miembros, Ahora, picado por otras hormigas y con propósitos que desconocemos; pero que nos imaginamos que tienen que ver con la actividad partidaria en la que está involucrado, dice todo lo contrario. En vez de defender a los Policías ahora se va a dedicar a expulsarlos de los cargos, a fin que no los sigan ocupando para proteger los intereses y negocios de los delincuentes. Y para que sepamos que se trata de una acción gigantesca, acusó a la Policía de tener entre sus filas a miembros que, en vez de combatir al narcotráfico, sirven de controladores en el tráfico y aterrizaje de avionetas cargadas de droga que se posan en el territorio nacional.


La información proporcionada por el Ministro de Seguridad, no es nueva. Desde hace varios años, es de conocimiento de los medios de comunicación, de las unidades de defensa de los derechos humanos e incluso de los políticos del más alto nivel del país. Por supuesto, también sabían de estas cosas, muchos oficiales de la policía que han honrado su oficio y no se han manchado sus manos ni sus galones, llevándose a los bolsillos nada más que sus sueldos; ni cargando el deshonor y el delito de haber asesinado a otros compatriotas, civiles o colegas policiales. Todavía recordamos las acciones de depuración – que tienen que ser permanentes en todas las policías del mundo – que efectuara Gautama Fonseca cuando se desempeñara con buen suceso al frente del Ministerio de Seguridad.


Por ello es que sorprende – favorable o desfavorablemente – la información brindada por el Ministro de Seguridad. A primera vista pareciera que la señora Napolitano, su colega de los Estados Unidos le haya puesto en evidencia la calidad de su trabajo, mostrándole pruebas concluyentes sobre actos irregulares en los que están involucrada la institución que dirige y representa. Y que, ante tales evidencias, le haya obligado a comprometerse en reconocer públicamente sus faltas, como prueba que desde ahora se va a dedicar a cumplir con su deber, vigilando la constante depuración policial. Dándonos resultados a todos. Por fin.


Surge la sospecha hasta donde Alvarez es leal con el pueblo, dándonos fe que no continuará como hasta ahora, usando el tema de seguridad – su mayor fracaso – para engañar a la opinión pública y manipular al electorado. En lo primero, no ha podido dar a conocer el Plan de Seguridad con el cual pretende bolsear a los hondureños con la famosa tasa de seguridad. Y en lo segundo, no ha podido confirmar que durante esta segunda oportunidad en el cargo, su desempeño tenga alguna eficiencia, confirmada en la disminución de los asesinatos, los accidentes automovilísticos, los secuestros, los asaltos, los cobros de los impuestos de guerra y los robos. De allí que, ahora, pretenda darle gusto a la señora Napolitano engañándonos de paso a los ciudadanos para que caigamos otra vez en la red de sus mentiras, respaldando un plan de lucha en contra de la delincuencia inexistente y creyendo en la palabra de un hombre que durante diez años no la ha podido honrar su palabra, ni siquiera una vez en la vida. Ahora, contrario a lo que nos ofreció en el pasado, en que defendía a la Policía, está dispuesto a destruirla, con tal que le sirva para engañar a los estadounidenses y manipular a los electores para que inocentemente lo hagan candidato del Partido Nacional.

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