SOBRE EL REMEZÓN DEL SÁBADO
Juan Ramón Martínez.
La primera sugerencia que el gabinete no funcionaba, la proporcionó JOH, Presidente del Congreso Nacional. Algunas personas calificarán sus opiniones como una intromisión de un poder del estado con respecto a otro. Por supuesto, aquí somos muy sensibles con el tema, en vista de la incompetencia de los políticos para asumir con naturalidad la dinámica de la división de los poderes del estado. Por lo que nosotros, mas bien, lo tomamos – en vista de la subordinación de JOH con respecto a Lobo Sosa – como una crítica concertada en la que el líder del Congreso hablaba previo pacto con el titular del Ejecutivo. Éste por su parte, quería lucir como obediente de la voluntad popular, contestando a los reclamos de su colega Hernández con una drástica modificación de su gabinete de gobierno.
Esta modificación ha empezado el sábado por la tarde, fecha en la que termino momentáneamente por supuesto, la carrera burocrática de cuatro altos funcionarios del actual régimen. Y, además, sorprendiéndonos a todos, en vista que Lobo Sosa había prometido que los cambios serÍan anunciados la próxima semana. El adelanto, juega el papel de un esfuerzo definido para mejorar su imagen de único conductor de su gobierno. Bastante lesionada últimamente.
Pero no solo la anticipación produce cierto impacto en la opinión pública. También el hecho que la reforma del gabinete se haya hecho sin tocar a los ministros pertenecientes a partidos diferentes a los del Partido Nacional. Esta justicia por casa, no pretende ser ejemplar, sino que busca transmitirles a los nacionalistas, que sigue siendo el líder máximo de ese partido; y que todavía cuenta con la fuerza para ejercerla en contra de los dirigentes, incluidos los más populares. O más ruidosos como es el caso del ex ministro de Seguridad.
Por supuesto, el haber procedido solo contra nacionalistas, le permite adicionalmente sustraerse del caso de César Ham, cuya presencia y desempeño en el gabinete opera dentro de una lógica de una fementida unidad nacional que no se siente por ninguna parte. Pero que en la práctica, puede llegar a creer al electorado nacionalista que Lobo Sosa --solo él-- es el líder de una parte del Poder Ejecutivo, en vista que la otra parte de “sus ministros”, obedecen – en lo que a su estabilidad y desempeño se refieren – a directrices que emanan de la voluntad de gobernantes y políticos extranjeros.
Descendiendo en el análisis, la opinión pública se sorprende más que nada, con la destitución de Álvarez Guerrero, Ministro de Seguridad. Tanto por la publicidad que le rodeaba como por la cercanía a Lobo Sosa, lo que daba la impresión de ser un miembro de los delfines al servicio del titular del ejecutivo para echarlo a la pelea electoral frente a los demás candidatos, con la espuela azul y la consigna de producir por primera vez, dos gobiernos sucesivos del Partido Nacional. Cada vez que escuchábamos al Ministro de Seguridad, teníamos la impresión que se trataba de un hombre cercano a Lobo Sosa que, por ello, gozaba de su más absoluta confianza. Y probablemente eso es así; pero llevándonos a la conclusión de su salida del gabinete a una información extranjera sobre el desempeño real y efectivo de la Policía y de su líder principal, Óscar Álvarez Guerrero. El hecho que no le hayan dejado la oportunidad de renunciar siquiera, para salvar un poco su responsabilidad y el hecho que se hayan ido con él los dos ex ministros que le han acompañando fielmente, es un claro ejemplo que su salida en el gabinete ocurre por la puerta de atrás. No como una medida política, sino como un castigo efectivo por algo que ha hecho algo notoriamente mal. Y que solo Lobo conoce bien.
En cambio la salida de Mario Canahuati de la Secretaría de Relaciones Exteriores tiene otras connotaciones. Da la impresión de ser el fruto de unos desacuerdos, visibles desde el principio, entre dos hombres que aunque miembros del mismo partido, no se guardan confianza alguna. Lobo no perdona algunas críticas que Canahuati le hiciera durante la campaña electoral interna; ni soporta los éxitos que éste ha alcanzado porque ello pone en evidencia, no su generosidad y su talento, sino que su reducido conocimiento en cuanto a novedad e innovaciones se refiere. La salida de Guillén era previsible. Igual la de Handal. Los dos son figuras menores, cuya salida del gabinete no tendrá efecto político mayor.
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