¿UN GABINETE FATIGADO?

Juan Ramón Martínez.


Ningún presidente puede llegar intacto con su gabinete después de dos años de duro bregar. Carías no requirió cambiar de gabinete porque nunca lo usó realmente. Sus asesores eran otros y la idea de Consejo de Ministros le era tan desconocida que nunca lo reunió. Y cuando tenía que despachar algo de uno de sus secretarios de estado, lo hacía en forma individual. Y por teléfono o telegrama.


Lobo es el Presidente que más ha dependido del mal llamado Consejo de Ministros. Lo reúne por lo menos una vez a la semana, en reuniones tumultuosas y desordenadas en donde los temas son tratados, como en un mercado persa sin orden y concierto.


De allí no sale humo, no hay hojarasca siquiera que quemar. Por ello es que los ministros se aburren hasta el borde de la muerte, especialmente porque los asuntos que se tratan no son de su interés. Y Lobo Sosa en vez de dar línea para que su equipo funcione al unísono, quiere darse un baño de falsa democracia televisiva, dejando que cada uno de ellos hable lo que quiera; y durante el tiempo que desee.


Normalmente las reuniones de los secretarios de Estado han sido para debatir en privado – sin cámaras y sin radios – asuntos de interés urgente en los que se requiere la iluminación y el talento de todos. Para que al final el primer gobernante, establezca las líneas y señale los objetivos y las tareas a cumplir. Con Lobo Sosa las cosas son un poco más desordenadas. Como ejecutivo tiene un estilo caótico y dispersivo.


Fruto de estas reuniones tumultuosas y desordenadas; y la falta de un instrumento personal de evaluación, Lobo Sosa no tiene consciencia del real desempeño de sus secretarios de estado. La crítica que se ha hecho del gabinete actual – fuera de los regaños por el asunto de los mensajitos – ha sido de carácter sectario.


La excepción podría ser la referida a los ataques en contra de César Ham y su caótico manejo del problema del Bajo Aguán. Pero el Presidente Lobo no ha visitado a los ministerios para animar a los funcionarios; ni ha ido al campo a ver sus tareas y sus dificultades. Lo que sabe de los ministros es de su dedicación para poner cara de bobos a temas sin importancia o el tiempo que usan intercambiando mensajitos con sus auxiliares, familiares o queridas. Esto último es una suposición ligera porque no tenemos información – posiblemente tampoco el Preisdente Lobo Sosa – de los hábitos sexuales de sus secretarios de estado, cuyo número probablemente no recuerda.


¡Nunca había habido tantos ministros! Pero al margen de lo anterior, es evidente que los miembros del gabinete están cansados. Dicen las mismas cosas y se les ha reducido la capacidad de hacer promesas originales por lo que en no pocas oportunidades se contradicen y se enredan en sus propias declaraciones. Pero lo peor de todo es que, el pueblo hondureño, los ciudadanos, y especialmente los miembros del menguado partido de gobierno, están cansados de la cháchara ministerial. Desde el Plan de Seguridad, hasta la construcción de carreteras y puentes que nunca se inician, hasta iniciativas para atraer inversión que son boicoteadas por otros ministros, sin verguenza y respeto alguno por la forma como se manejan los bienes comunes.


Por ello la prudencia indica que hay que hacer cambios en el gabinete. La mejor época es el principio del año, aunque el titular del Ejecutivo puede hacerlo en el momento en que lo estime conveniente. El problema que tiene tal liberalidad es que cambio fuera de aquella fecha, puede parecer más que una remodelación, una crisis de las fuerzas que componen el gabinete presidencial. Tal como lo plantea Ricardo Alvarez en su calidad de Presidente del Partido Nacional, la modificación tiene que hacerse desde una crisis en que Lobo Sosa renuncia a su estilo de hombre que busca la unidad por medio de la inclusión de todos los líderes principales bajo la sombrilla protectora del presupuesto nacional.


Creemos que ese camino pone en evidencia que el estilo de gobernar de Lobo Sosa ha sido un fracaso; y que, para salvar su gobierno debe romper sus relaciones con los partidos de oposición que han venido colaborando con su gestión gubernamental.


Una efectiva evaluación personal efectuada por Lobo Sosa en privado y bajo su inspiración, sin la intervención de María Antonieta y Corrales Alvarez, le puede permitir identificar a quienes debe cambiar de su cansado gabinete.

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