EL TRIUNFO DE LA PRESIDENTE FERNANDEZ

Juan Ramón Martínez.


Pese a que los resultados estaban “cantados”, es decir, suficiente anticipados debido a las elecciones internas celebradas en agosto recién pasado, a la falta de una oposición agresiva que quiera disputarle el ejercicio del poder a Cristina Fernández, actual Presidenta de Argentina, los elevados resultados alcanzados requieren el análisis correspondiente. Por ello aunque éstos, que le han favorecido en forma total, no han sorprendido a nadie, ameritan una reflexión tanto para entender la lógica de comportamiento de las fuerzas políticas argentinas como para anticipar el curso de una sólida presidencia como la que dirigirá Fernández en los próximo cuatro años.




[caption id="attachment_400" align="alignleft" width="201" caption=""Retrato del General Juan Domingo Perón y la Señora María Eva Duarte de Perón" de Numa Ayrinhac. Some rights reserved by faculge"][/caption]

Argentina tiene una cultura democrática anclada fundamentalmente en el caudillismo. Y en el ejercicio por parte de sus titulares, de la fuerza en contra de sus enemigos y de la represión en dirección a sus subordinados. De forma que los mismos, han sido quienes mandan, sin remedos democráticos, tomando las decisiones que quieren. Y sin que nadie se atreva a cuestionarlas. Perón tomaba sus propias decisiones. Y la lealtad más preciada era atenderlas sin chistar o reflexionar sobre la pertinencia de las mismas. Ernesto Kirchner, el fundador de una corriente que se ha vuelto dominante en el peronismo mismo, nunca convocó a un Consejo de Ministros, mientras fue Presidente de la Argentina. Y su sucesora y viuda, la actual Presidente de la República, tampoco lo ha hecho. Y posiblemente no lo hará jamás en su nuevo período. Especialmente ahora que ha ganado fácilmente y en primera vuelta la reelección presidencial.


Sin embargo, tras el autoritarismo, el centralismo y el verticalismo con que los dirigentes políticos ejercen el mando dentro del peronismo, hay que reconocer una fuerza extraordinaria, venida desde arriba por supuesto, que hace que el sistema político acuse un nivel de eficiencia que no siempre se observa en regímenes autoritarios, barnizados de democráticos como es el caso de Argentina. La Presidente Cristina Fernández ha logrado no solo imponerse a los caudillos incipientes que creyeron aprovechar el vacío que provocó la muerte de su marido, sino que ha conseguido un indiscutible desarrollo en el plano de la economía argentina. El crecimiento estimado para este año de un 9 % ilustra un manejo exitoso de las políticas públicas que, al darle seguridades a los empresarios, les ha permitido lograr extraordinarios resultados.


Pero no solo ha hecho guiños a los empresarios. Los pobres han sido el tema principal de su agenda por consolidar el poder de las bases. Los programas de donaciones, bien articulados y controlados, han logrado calmar y dar esperanza a quienes por diversas razones se mueven entre la pobreza y la exclusión. Diversos estudios confirman que aunque no ha logrado abatir la pobreza, ha calmado a los pobres y les ha devuelto lo que es posiblemente lo más importante, la esperanza.


Por manera que hay que anticipar unos cuatro años más de éxitos y de crecimiento de la Argentina que no solo ha aprovechado el boom de los precios internacionales de los productos agrícolas, sino que ha dejado amplio espacio para el crecimiento de la minería y logrado algo que resulta de lo mas expectante: que las exportaciones argentinas, tengan más de un cincuenta por ciento de valor agregado- Lo que hace pensar que el país se encamina por una ruta más consolidada, dejando atrás el simple papel de gran campo abierto, productor de soja, trigo y carnes. Si esto resulta en una tendencia cierta y en un plan de consolidación, Argentina puede lograr el lugar geopolítico que se merece.


El problema sin embargo, es su dependencia de Chávez, en lo político y la subordinación de Brasil en lo económico. Brasil no estaba tan consolidado como nos había hecho creer Lula da Silva. En los hechos ha confirmado que se trata más de una burbuja, que un socio confiable y necesario para Argentina.    


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