LA LÓGICA DE LOS CRÍMENES DE S.P.S.

Juan Ramón Martínez.


Las matanzas de aeropuerto Villeda Morales y del Presidio de San Pedro Sula, son el fruto de la coincidencia del crecimiento de una consciencia criminal que menosprecia al otro, que rechaza la vida como un don de Dios, que irrespeta la ley; y que no acepta que entre los miembros de la colectividad hondureña exigen obligadas expresiones de fraternidad y solidaridad que debemos preservar y desarrollar. Respaldadas por un sistema público que renuncia al monopolio de la fuerza legítima, que autoriza a los particulares a portar armas, que tiene muy poca información para prever actos terribles como los que comentamos y que más bien, mantiene, preserva y opera un sistema carcelario que no solo es un premio para los delincuentes de origen más humilde, sino que además la base y la escuela para la operación de un sistema organizado que no solo corrompe a la Policía sino que además la vuelve cómplice en la planificación y ejecución de los peores crímenes, incluso los que venimos comentando.


Desde hace algunos años, coincidentes con el deterioro y la ineficiencia del sistema educativo público especialmente, se ha venido desarrollando la idea, falsa e inconveniente, que el cumplimiento de la ley, el respeto a las autoridades y la obediencia a los mandatos judiciales, solo es cosa obligatoria para los más tontos de entre la totalidad de nuestros compatriotas. Por ello es que los políticos irrespetan a la Constitución como si esta fuera un trapo sucio con el cual limpiarse las posaderas. Los más agresivos empresarios violan la ley y hacen pactos para corromper el sistema público. Y los más agresivos y violentos, se hacen justicia por su propia mano, llegando incluso al asesinato de los jueces – cosa que no había ocurrido antes en todo el curso de la historia nacional – cuando estos emiten resoluciones que afectan sus intereses. Pero esto no solo es cosa de unos pocos: la mayoría de los hondureños creen que hay que irrespetar la ley, que robarle al gobierno no es delito; y que quitarle la vida a los adversarios es un simple ejercicio de contratación de sicarios o un juego para engañar a una policía ineficiente que ni siquiera tiene capacidad para repetir las consignas de las novelitas policiales de los años sesenta del siglo pasado.




[caption id="attachment_359" align="alignleft" width="177" caption=""Get caught carrying an illegal gun. Get 3 and a half years in prison" Que lo atrapen con un arma ilegal. Obtenga 3 años y medio en prisión. Campaña de Comité Civil en localidad norteamericana."][/caption]

Consecuentemente, frente a estos asesinatos hay que evitar caer en la indolencia, en la indiferencia y, mucho menos, en el error de aceptar que estas cosas son inevitables. Y que en consecuencia, debemos volvernos indiferentes, celebrar que le han ocurrido a otros. Y no a nosotros o alguno de nuestros familiares. Sin exigirle a las autoridades que busquen y castiguen a los culpables y que reformen el sistema penal, para que los presidios no sean mercados cercados, en donde operan empresas que permiten el enriquecimiento de algunos, la explotación de los más débiles, la corrupción de la policía y la preparación de los criminales que desde adentro, planifican y ejecutan las peores acciones en contra de sus enemigos.


Pero lo más importante de todo, es exigir medidas inmediatas. Por ejemplo hay que proceder a un desarme general. Solo la autoridad puede tener y portar armas. El cuento que los ganaderos deben tenerlas, es cosa que solo se justificaba en el pasado. Ahora no. De igual manera, el argumento que los honrados se quedarían sin armas, en tanto que los delincuentes las usarían impunemente, hay que desbaratarlo porque en la mayoría de los casos los que son muertos por pandillas o sicarios, no tienen oportunidad de usar sus armas que portan en la cintura o llevan en la guantera de los vehículos. Además, hay que aplicar la ley de policía para que la ciudadanía mantenga arraigo dentro del municipio de modo que la autoridad sepa qué hace cada quien. Si los honrados hacemos las cosas a la luz del día, a los delincuentes hay que orillarlos a que lo hagan a la vista de todos. Para que de esta forma, los hechos dolorosos como los ocurridos en el Aeropuerto Villeda Morales y en la cárcel de SPS, no vuelvan a ocurrir jamás.


Seguir, oyendo bobadas de los voceros policiales, creyendo que los presidios mejoran la conducta de los antisociales; o que los rencorosos por un acto de la voluntad de Dios, se volverán amorosos, respetuosos de la ley y defensores de la vida de sus enemigos, es un error infantil que no debemos cometer nunca.


Fotografía: Attribution Some rights reserved by chokola

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