LA CALIDAD DE LAS “UNIVERSIDADES”

Juan Ramón Martínez.


En Honduras funcionan, a su manera por supuesto, 22 universidades públicas y privadas. Ninguna de ellas aparece citada siquiera en los “ranking” de Londres o de Hong Kong. Y ni siquiera en el último que han creado las universidades latinoamericanas, afectadas en su amor propio por la exclusión citada. Según el diario El País, en este nuevo listado de prestigios y calidades no hay ninguna universidad centroamericana. Los primeros lugares en la lista de 200 universidades estatales y privadas de América Latina, los ocupan Brasil, Argentina y México. Con lo que se confirma, que la deficiente operación de las universidades es una indicación de atraso y subdesarrollo de nuestros países.


Openheimer, periodista argentino radicado en los Estados Unidos ha reaccionado a este discreto maquillaje de los universitarios sudamericanos. Pone – y con mucha razón – en duda los indicadores y los porcentajes que se les atribuyen a las universidades tan solo por el hecho de operar, graduar estudiantes y contar con una planta de profesores, un porcentaje desmesurado: 40 por ciento. Sin tomar para nada en consideración la calidad del desempeño de los docentes en el aula, los artículos escritos en revistas de calidad científica comprobada, el número de patentes logradas por los académicos y los premios obtenidos por éstos en el mundo científico. Este es un premio que las universidades se dan así mismas, lo que les permite cómodamente ocupar un lugar fácil en una escala creada para su gusto y satisfacción de sus fundadores y directores.


Al margen de lo anterior, nos creemos obligados a preguntarnos sobre la calidad de las 22 universidades que funcionan en el país, el nivel de sus docentes, sus contribuciones en el aula, en la investigación científica y en la extensión a la comunidad. Y por supuesto el número y la calidad de los alumnos graduados, tanto en la inserción del mercado laboral como en el estímulo para la inversión en nuevos negocios y en la generación de empleo. Hasta ahora no hay trabajos teóricos que conozcamos. Apenas lo que uno sabe es que los organismos internacionales, como es el caso del BID y el Banco Mundial, hace algunos años presionaron a la UNAH para que aumentara el número de egresados, muy reducidos en comparación con los recursos invertidos en la misma anualmente. Como resultado de tal petición, los directivos de la UNAH se dedicaron a facilitar los trámites de graduación, eliminando aquello que consideraban innecesario. Y con facilidad se encontraron con el examen general y con que las tésis eran – y siguen siéndolo en las universidades del mundo – requisitos que nos garantizan la calidad del egresado que nos entrega la UNAH.


Es decir que se prefirió la cantidad por la calidad. Y los resultados han provocado satisfacción en los críticos del BID y el Banco Mundial, porque no hemos escuchado nuevas críticas al respecto. Mientras tanto la UNAH, ha mejorado la relación de costo entre los egresados y los fondos invertidos en una forma simple y sencilla. Sin embargo, ignoramos si la calidad de los egresados son los que realmente requiere el sistema económico, la organización política y las necesidades de buscar los ajustes científicos entre las oportunidades por aprovechar y los instrumentos para facilitar la tarea. De repente hay muy buenas investigaciones en la UNAH; pero que no llegan al gran público, tanto por la falta de recursos, el uso ordenado de los mismos y cierta vocación clandestina que todavía sigue afectando al liderazgo docente que se enfrentó con los militares en la década de los ochenta del siglo pasado.


Lo que si conocemos es un anteproyecto de ley para resolver el problema de liderazgo en el sistema universitario. En ese modelo se resuelven las cosas por medio del control del Estado y su ejercicio por medio de la UNAH que asume una doble personalidad: universidad del sistema y líder del mismo, al cual dirige, aprueba y controla. No hay nada, sobre la calidad de la actividad universitaria y, mucho menos garantías que los egresados estarán listos para formar parte de los esfuerzos contributivos para el desarrollo de Honduras. Hay falta de compromiso de los docentes con la investigación, la docencia y la extensión. Es decir, dudamos si estas 22 universidades lo son en realidad.   

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