MAYOR RESISTENCIA ANTE LOS DESASTRES
Juan Ramón Martínez.
[caption id="attachment_395" align="alignright" width="300" caption=""Hurricane Mitch" Some rights reserved by wallygrom"][/caption]
Hemos reaccionado mejor ahora ante las lluvias de la zona sur que cómo lo hicimos ante la tormenta Mich. Mostramos más confianza en nosotros mismos que en la comunidad internacional. Y somos más fraternos y más solidarios con los que sufren. Por supuesto, durante el Mitch, el mensaje estaba dirigido a buscar la compasión internacional, bajo el supuesto que no tendríamos la capacidad individualmente para enfrentar el esfuerzo descomunal de reconstruir el país. Ahora, con una dimensión dañina mejor, el liderazgo nacional apela más a la fuerza de respuesta de los hondureños, al ejercicio de la fraternidad obligada y al ejercicio de nuestra responsabilidad; y menos a la compasión internacional.
Todavía se ven pequeñeces de parte de compatriotas que no han recibido daño alguno; pero sabiendo que están distribuyendo algo útil, han bajado de las montañas y de zonas en donde no ha ocurrido ningún desastre para ganarse con el menor esfuerzo unos pocos mendrugos para no perder la oportunidad. Tampoco no faltan los que exageran las pérdidas que han experimentado. Muchos inventarán hatos que nunca han tenido, inflarán el tamaño de los cultivos; y en una complicidad general, elevarán por los cielos los daños sufridos. De forma que mostremos unas cifras superiores a las de los países vecinos. Afortunadamente, el sistema de control de pérdidas humanas, nos ha permitido mantener dentro de los límites de la verdad, el número de los que perdieron la vida. En otras oportunidades, los gobernantes inventaban los muertos, porque el fin no era el de consolarnos, sino que provocar la compasión de lo externo que distribuía su apoyo a los países de la región en proporción a los daños. Y del número de muertos.
Pero hay que reconocer que hemos respondido con mas cercanía a la verdad. Hemos llorado menos, pedido menos y esperado menos de la competencia y capacidad de la comunidad internacional para ayudarnos. Esta ha aprendido la lección: no quiere volver a ser engañada por una sociedad que jugó a la mentiras, que mostró comodidad en el ejercicio del engaño de los países amigos que nos dieron la mano; y que creyó siempre que podía comprometerse en todo, sabiendo que al final, incumpliría sus obligaciones como nos ocurrió con la estrategia en contra de la pobreza, dando un ejemplo que estos nos interesaban muy poco. Y que la palabra empeñada con los donantes, estábamos dispuestos a incumplirlas.
La comunidad internacional aprendió a conocernos. Supo de nuestras exageraciones, de las cifras alteradas y de las peticiones desmesuradas. Y cuando les dijimos que el gobierno no quería manejar los recursos, antes que una muestra de honradez, la aceptaron como confesión de culpa de una élite que no tenía voluntad y capacidad para el manejo honrado de las donaciones. Por ello, hicieron los puentes, repararon las carreteras y reconstruyeron escuelas, líneas eléctricas, telefónicas: y fueron los responsables por la reparación de los servicios de agua potable de las comunidades más alejadas del centro del país. Hoy, sus donativos no solo son mezquinos, especialmente el de EEUU, la “madre” donde hemos logrado calmar nuestras ansiedades y lamentos, sino que además, muchos no han sido entregados al gobierno sino que a organizaciones privadas o a compañías que son los protagonistas que han terminado por aprovecharse de las tareas de a reconstrucción e incluso de la vigilancia de lo externo.
El compromiso de reconstrucción, destinado a evitar la caída del sistema político, fue incumplido. La estrategia en contra de la pobreza, que fue vista como una muestra de sensibilidad que nos llevaría a superar la exclusión social, nos hizo perder credibilidad que ahora se nota con la indiferencia con que nos tratan.
La actitud de Lobo es correcta. En vez de invitar a otros gobernantes para que vengan a ver los daños y nos den apoyo, nos ha movido a todos hacia al sur llevando solidaridad en las manos. Y ha sido bueno, para aprender a ser mejores.
Fotografía: Some rights reserved by wallygrom
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