¿HASTA CUÁNDO EXISTIÓ LA ESCLAVITUD EN HONDURAS?

 Óscar Aníbal Puerto Posas


 

En la “Revista Judicial”, correspondiente al año 1890, encontré una sentencia de la Corte Suprema de Justicia, cuyo contenido me ha sorprendido. La sentencia de mérito está datada en Tegucigalpa noviembre diez de mil ochocientos ochenta y seis. Trátase de un litigio en torno al terreno nombrado: “San José del Trapiche”. Un hondureño por mil títulos ilustre, el abogado, historiador y exsacerdote católico, don Antonio Ramón Vallejo Bustillo, se presentó ante el Juzgado 1º de Letras de este Departamento, con poder de las señoras Doctor Remigio Díaz y don Abelardo Zelaya, ambos representantes legítimos de sus esposas Doña Juana y Doña Hortensia Zelaya, manifestando que sus constituyentes (sic) son legítimos dueños del terreno nombrado “San José del Trapiche”, sito a una legua de distancia de esta jurisdicción.


No escapa a la perspicacia de mis lectores(as) que los litigantes eran los maridos de las presuntas dueñas. En tanto, por esos años, la mujer carecía de derechos civiles y políticos. Citando al Derecho Romano, eran sujetas “alieni iuris”, no “sui iuris”. Pasarían muchos años para que la mujer hondureña obtuviera personalidad jurídica.


No pretendo aburrir a mis lectores y lectoras, trasegando la larga sentencia; motivo del presente artículo.


El Doctor Vallejo fue vencido en el juicio. Nada raro en quien ejerce la profesión de Próculo, Labeón y Justiniano. Pese a que Vallejo era un estudioso respetado. El Derecho es una profesión donde no siempre se gana. El punto focal, es este: la sentencia firme de la Corte Suprema de Justicia, establece que Doña María Dolores Duarte de Garaicoa, declara “entre otras cosas”, que tiene un terreno llamado “San José del Trapiche”, en unión de su hermano, “y que la parte que a ella le corresponde, la dona a los cuatro hijos de María Manuela; “su esclava” (sic). Esta lectura, me ha dejado atónico y perplejo. Honduras, tenía 69 años de ser país independiente y todavía, se arropaban, en el seno de la República, esclavos. Nótese, además, que María Dolores Duarte de Garaicoa, (su apellido marital, lleva aroma del lejano País Vasco). Era “Doña”, (así en mayúscula inicial antes del nombre, a manera de título de nobles). En tanto “su esclava” María Manuela, no gozaba de esa finura en el tratamiento convencional. Peor aún, no llevaba apellido, era María Manuela a secas.


¿Qué dice la Constitución entonces vigente?

Al año dicho: 1986, estaba en vigencia la Constitución de 1880, en cuyo Capítulo Segundo, Artículo 8, se lee: “el esclavo que pise el territorio hondureño es libre. El tráfico de esclavo es un crimen”. En tanto, el artículo 9, da un listado de diversos tipos de libertades: “De publicar sus ideas por la imprenta, sin previa censura; disponer de sus propiedades, sin restricción alguna, por venta, donación, testamento o cualquier título legal; de profesar cualquier culto y otros inherentes al régimen liberal. La proximidad del artículo 9 al artículo 8, dar por supuesto que el esclavo al pisar territorio hondureño, pasaba a gozar de las libertades públicas que disfrutaban los habitantes, oriundos de la República.


La Constitución de 1880. “Dada en la ciudad de Tegucigalpa, el 1º de Noviembre del año de 1880, sexagésimo de la Independencia de Centro América”, fue elaborada por hondureños ilustradísimos, citemos a algunos: Céleo Arias (1835-1890), el autor de “Mis ideas”, basamento ideológico del Partido Liberal. Rafael Alvarado Manzano (1836-1923), de él dice Paulino Valladares: “Es uno de los pocos Doctores en Derecho que existen en Honduras”. Adolfo Zúñiga Midence (1835-1900), “El representante más lúcido del Positivismo en Honduras”; tal lo califica el historiador Mario R. Argueta. Carlos Alberto Uclés (1854-1942), Abogado egresado de la Real y Pontificia Universidad de San Carlos de Borromeo de Guatemala. Fue, además, a fe de Miguel Navarro Castro: “Uno de los exponentes más fulgurosos de nuestra Literatura”. Luis Bográn (1849-1895). Expresidente de la República, continuador de la Reforma Liberal del Dr. Marco Aurelio Soto, con quien tuvo disensos. La Asamblea Constituyente de 1889, hombre a hombre ha sido de las mejores que ha tenido Honduras.


Marco Virgilio Carías, un hondureño conspicuo, me decía: “el negro llegó a Honduras en busca de la libertad que concedía la Constitución de 1880. Su presencia es anterior a la llegada de la inversión extranjera. Marco Virgilio, amó a Honduras intensamente. No perteneció a la gama de intelectuales empeñada en solo ver sus defectos. Como todo patriota, murió en el abandono y en la pobreza.


Retomando el tema, Doña María Dolores Duarte de Garaicoa, sin duda fue un alma exquisita. No creo que haya tenido “esclavas”. El error lo cometió el notario, debió usar otros términos: sirvienta, mucama, doméstica, criada, aya, ama de casa, ama de llaves, en fin, nuestro idioma es rico.


POSFACIO


El pueblo hondureño abomina la esclavitud. Los pueblos originarios no la practicaron. Los españoles la practicaron. Desapareció cuando fuimos República el 15 de septiembre de 1821. Parte de nuestra población es afrodescendiente. “Todo esclavo que pone su pie en territorio de Honduras es libre”. Nuestros hermanos garífunas, llegaron deportados pro el “Imperio Inglés” de la Isla de San Vicente en 1797. Son nuestros compatriotas desde entonces hasta esta fecha. El garífuna nunca aceptó la esclavitud. Su amor a la libertad ha sido tal que fundaron poblaciones autónomas en la Costa Norte de Honduras. “Ahí vigorizan. Sus cuerpos mediante la pesca, la siembra de tubérculos y musáceas. Llegaron los “gringos”. Les ofrecieron trabajo y no dejaron sus hogares. El proletariado agrícola, es una forma de esclavitud disfrazada. Cual lo denuncia Ramón Amaya-Amador (1916-1966) en “Prisión Verde”. Los garífunas han dado a la construcción de la nacionalidad un aporte valiosísimo. Nos han dado un poeta Martín Paz (1896-1950). “Cuando yo era un maestro de banquillo / en Santa Fe de Punta Icacos / la vida era una riente primavera”. Nos dieron un historiador, Catarino Castro Serrano, autor de “Honduras en la primera centuria”. Médicos, Alfonso Lacayo, el primero de ellos. Abogados, Francisco Álvarez Sambulá, nacido en Sangrelaya. Pedagogos, José Lino Álvarez Sambulá, hermano del anterior. Tulio Mariano Gonzáles, exsecretario de Estado de Cultura, Artes y Deportes y muchos miles que se me olvidaron. Honduras no sería Honduras sin la presencia garífuna. No obstante, el abandono del gobierno, el actual y los anteriores a esta etnia laboriosa y talentosa.


BIBLIOGRAFÍA


Revista Judicial” No. 3, 7 de octubre de 1890.


Mariñas Otero, Luis, “Las Constituciones de Honduras”, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1968.


Ruy Galvaez de Andrade Coelho, “Los negros caribes de Honduras”, Editorial Guaymuras, s/f.


Rodríguez Ayestas, Julio, “Hondureños Ilustres en la pluma de Paulino Valladares”, Oficina de Relaciones Públicas de la Presidencia de la República, Tipografía Nacional, Tegucigalpa, 1972.


Mario R. Argueta, “Diccionario Histórico-Biográfico Hondureño”, Editorial Universitaria, Colección “Realidad Nacional” No. 29, Tegucigalpa, s/f.


Navarro Miguel h., “Lecturas Nacionales”, Tipografía Nacional, Tegucigalpa, 1931.


González, José, “Diccionario de Literatos Hondureños”, Ediciones Guardabarranco, Tegucigalpa, 2023.


Diccionario de Historiadores Hondureños”, Editorial Guaymuras, 2005.

Comentarios

  1. Excelente articulo, no hay duda de la importancia de la cultura negra y mulata en Honduras. recuerdo que en Mexico conocí a miembros de una familia Laboriel ellos eran artistas y muy conocidos en Mexico. Quisiera preguntarle usted si es factible lo referido por Lopez Montúfar en su libro "Guatemala" el se refiere a Dionisio de herrera como Mulato, lo cual le habría ayudado a ser recibido en Nicaragua por asuntos relacionados con la pacificación de Olancho.

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