LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN HONDURAS, UNA APROXIMACIÓN HISTORICA (2/4)

 Juan Ramón Martínez 


    • Paulino Valladares y Ángel Zúñiga Huete y la amenaza de un proceso militar.

    • Froylán Turcios, su encarcelamiento, asilo y el gobierno de López Gutiérrez.

    • El surgimiento de las primeras organizaciones de periodistas.

Paulino Valladares

El periodismo de opinión se consolida en Honduras, con el aparecimiento del editorial. Ello fue posible por la coincidencia de la fundación del diario “El Cronista” por Manuel E. Calderón en 1913 y la incorporación a su dirección del periodista Paulino Valladares, introductor de esta sección de opinión que, diariamente se ocupa de los asuntos más importantes del país, destacando entre ellos, las acciones de los gobernantes. La crítica y la mordacidad de Juan Ramón Molina, el verso envenenado y la publicación de algún texto alusivo, es sustituido por la opinión directa, cerebral y propositiva de Paulino Valladares, abogado, económicamente solvente; y con suficientes conocimientos de la necesidad de reformar el estado y la sociedad hondureña. Había cursado estudios en Nicaragua, es decir que tenía experiencia de otras realidades, cercanas, pero de otro nivel de desarrollo cultural. Y poseía, muchos conocimientos históricos, --que incluye en sus columnas, ilustrando a los lectores, obligando incluso a muchos de ellos, ha interrogarse sobre el proceso histórico reciente del país. Y su errática deriva, entre la montonera y el analfabetismo de los caudillos. Por ello, la sección más leída de “El Cronista” es el editorial. Porque Valladares, no cambia el formato de los periódicos del país que siguen, colocando en la primera página, todos los anuncios. Y, en el interior las notas de interés general, avisos personales y cables internacionales. De allí que los lectores prefieren al Cronista y leen diariamente, con devoción ejemplar las opiniones de Paulino valladares. No sólo los lectores, sino que fundamentalmente cómo ocurre actualmente, los políticos empleados en el gobierno de turno. Entre 1913 y 1919, las relaciones entre el gobierno y la prensa independiente no acusan ningún problema singular que reportar. La disputa política se reduce, especialmente porque Paulino Valladares, el más díscolo de los políticos, había sido integrado al presupuesto por el presidente Bertrand, nombrándole representante de Honduras en Washington. Y porque los partidos políticos en la promoción de sus candidaturas, crearan publicaciones partidarias en donde se dirimen los asuntos de la controversia nacional, entre políticos; y con armas y acentos políticos. Por supuesto, El Cronista, interviene activamente en la escogencia del candidato presidencial para suceder a Bertrand y por supuesto en la narrativa del fin de este gobierno, después de un memorándum del Sambola Jones, representante de Estado Unidos en Tegucigalpa, que lo conmina a declinar el cargo y abandonar el país, como precio para detener la guerra civil que había iniciado el general Rafael López Gutiérrez, enarbolando la bandera liberal. Una revisión de estos editoriales, es toda una fuente para conocer la forja diaria del pensamiento de un hombre que, con su talento y compromiso personal, va moldeando la vida política nacional. En 1923, Valladares, en su calidad de formador y orientador de la opinión publica en favor de Tiburcio Carías Andino. Su tesis es que el país, necesita un hombre nuevo: serio, pragmático, trabajador y disciplinado para dirigir al país, desde una perspectiva de unidad nacional. De la pluma de Paulino Valladares, surge la figura de Carías Andino, como un probo estadista, un hombre de pocas palabras; y, por el que hablan sus hechos y su probada honradez, confirmada en su brega en la política montonera desde principios del siglo XX. Paulino Bonilla, desde “El Constitucional”, periódico fundado para respaldar sus ambiciones de volver al poder, se enfrentará con Valladares que le dará serias y duras lecciones históricas y de obligadas lecturas en favor de la democracia. El problema surgirá entre Valladares y el Comandante de Armas de Tegucigalpa, José Ángel Zúñiga Huete que señala y amenaza a Valladares con incoarle un proceso militar, por irrespeto de las reglas del estado de sitio, al contravenir las prohibiciones y emitido opiniones políticas que, a él, le disgustaban. El proceso militar, fue seguido, aunque Valladares era un civil; pero porque Zúñiga Huete era un hombre temperamental, intolerante y colérico, propio de un hombre formado en un liberalismo montañés e intolerante, casi fascista que afortunadamente por el deterioro de los acontecimientos, no le permitió proceder cómo era su intención de meter a la cárcel a Paulino Valladares. La guerra civil, iniciada poco después, impidió que este desaguisado se hubiera producido afortunadamente.


Froylán Turcios

En cambio, el que terminó en la cárcel fue Froylán Turcios que fuera del gobierno, pretendió una vez iniciada esta contienda que lo encuentra en una postura marginal, vacilando entre don Policarpo Bonilla y López Gutiérrez; y sin tener un medio de comunicación con el cual influir. Enemistades suyas, enconos y rencores rurales, hicieron que la autoridad lo capturara y lo encarcelara, supuestamente porque había intervenido en favor de Miguel Paz Barahona. Liberado, se asiló en la delegación de México en Tegucigalpa, en donde el cónsul, lo mantuvo como huésped, porque cuando Lalita -- la hermana de Turcios-- enfermó, y tranquilamente, dejó el asilo. Y, regresó a sus labores habituales, esperando el fin de la guerra. Las referencias suyas sobre su popularidad y el respeto que el creía que le guardaban los gobernantes, es un ejemplo de cómo los intelectuales de entonces veían al poder: como una expresión de su influencia y su talento, desde el ámbito privado hacia el espacio público. Interesante para ver las relaciones entre periodismo y sector político, es la revista semanal “Renacimiento” y su Director Mario Rivas que, por la cobertura del acontecimiento, incluso es invitado para participar como observador en las negociaciones. Claro debió ayudar mucho, además de su objetividad, su condición de miembro de una legación extranjera acreditada en Tegucigalpa. Mientras Turcios, levanta en solitario, la bandera anti imperialista, solicitando el retiro de los 200 marinos que habían entrado a Tegucigalpa para proteger los intereses y bienes de los estadounidenses y sus amigos, residentes en las capitales de Honduras.

Julián López Pineda

A fines de la década de los treinta Julián López Pineda, el segundo gran periodista del país, reforma la diagramación de los periódicos, mantiene el editorial iniciado por Valladares –que muere en 1926, prematuramente a los 45 años, apenas –e inicia los primeros esfuerzos de creación de la organización de los periodistas mediante la creación en 1925, de la Asociación de Prensa Hondureña, APH, la más antigua organización gremial de los periodistas hondureños. Existente y operando muy bien, casi un siglo después, hecho inédito en un país que constantemente se está reinventado, de acuerdo con los caprichos de los gobernantes irresponsables.


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