DERROTA DE MEL; Y RECONSTRUCCIÓN

 Juan Ramón Martínez



Imaginamos que la oposición democrática, entiende que derrotar a Mel en las próximas elecciones y gobernar en los siguientes cuatro años, es una sola cuestión. Dos expresiones, dos momentos; de, un mismo proceso de salvación nacional. De modo que, sabiendo que lo más difícil viene después de derrotarlo en las urnas, hay que enfrentar las dificultades del gobierno, mediante un gran esfuerzo de concentración nacional. En otras palabras, si para derrotar al PLR se necesita de la unidad de la oposición democrática, para gobernar – después del desastre del gobierno de Xiomara Castro – igualmente se requiere la unidad de todos los partidos democráticos, de forma que, al régimen actual, sectario y partidarista, necesitamos sucederlo con otro de integración, de unidad nacional. Y, con la participación de los mejores talentos, sin distingos de ninguna consideración. 


Tradicionalmente los políticos – improvisados e irresponsables – sólo piensan en términos de las próximas elecciones. Los políticos que necesitaremos desde 2026 necesitarán ser estadistas, en vista que las necesidades y urgencias de reconstrucción nacional, urgirán de un enorme tino, habilidad, inteligencia y nuevas actitudes. Cuba y Venezuela, son dos ejemplos de lo dicho. En Cuba, el daño es tal que, en el interior y  en el exterior, no hay alternativa al régimen de los hermanos Castro. En Venezuela en cambio, el daño es menor. Aunque catastrófico, lo hecho por Chávez y Maduro, todavía es reparable, porque hay un liderazgo que ha entendido la necesidad de la unidad para derrotar la dictadura y la disposición de la acción conjunta, después que los resultados electorales hayan puesto fin a la pesadilla. 


En el caso de Honduras, la era post Mel, plantea enormes retos; pero en dimensiones menores. El nuevo gobierno no podrá frenar una situación caótica que creará, la nueva clase socialista “zelayista” desempleada que, no teniendo qué hacer, saldrá a la calle a impedir la gobernanza. Los gremios magisteriales, están entregados a Mel; y seguirán haciéndolo, incomodando la solución de los problemas, desde las universidades públicas, los colegios y las escuelas. La Policía y las Fuerzas Armadas, obedientes a Mel y su parentela, serán una amenaza para el gobierno democrático, de modo que, desde ahora, habrá que romperles el espinazo a las cúpulas entregadas al “melismo”, sustituyéndolas por nuevas generaciones comprometidas con la democracia.  Y como los problemas del hambre, empleo y falta de circulante serán relevantes, hay que disponer de órdenes y decisiones que hagan sentir al pueblo que, tienen en la dirección gubernamental, hombres y mujeres dispuestos a hacer lo mejor para calmar sus dolores y defender sus esperanzas.


Todo esto no será fácil. Requerirá unidad, buen juicio y nervios de acero. Reconstruir al país en cuatro años, no es cosa fácil. Lo dijimos: será peor que si Honduras hubiera recibido el azote de tres Mitch, uno tras del otro. De modo que, para barrer al “melismo” y sus familias “aliadas”, será necesario crear una coalición electoral, en donde se dibuje la acción coordinada para cerrar el paso al “viejo régimen”. Tanto en el Ejecutivo, como en el Legislativo y las alcaldías, mediante un gobierno de integración. Para lo que, hace falta pergeñar una estrategia de oposición coordinada, en la que, todos ganen para que, al actuar juntos, gane Honduras. 


No es fácil. No hay muchas experiencias. Nos come la mezquindad. La experiencia del BOC es interesante: Asfura y Nasralla, no quisieron marchar juntos en Tegucigalpa. En Choluteca Quintín Soriano se fingió enfermo para no caminar al lado de los nacionalistas; y en SPS, -- tumba del BOC--, fracasó porque Ekónomo y Urbizo, no quisieron compartir la organización con los liberales de Cortés y el valle de Sula. Es decir que, no hay práctica de alianzas; y tampoco experiencia para desarrollar, -- cosa urgente--, una cultura opositora, ordenada y democrática, frente a la amenaza que representa Mel para el país.


Pese a lo dicho sobre gobiernos de unidad, hay algunas experiencias. Colombia ensayó un proceso exitoso de unidad en que alternativamente, los partidos, se sucedieron en la dirección del Ejecutivo. Conservadores y Liberales gobernaron hasta recobrar la paz y la estabilidad. Chile se unió para superar el trauma de Pinochet. Y López Arellano, después de la guerra de 1969, impuso al PL y al PN, un Pacto de Unidad que, hay que desempolvorar; y, estudiar para que sirva de modelo orientador. La opción “B”, es otro modelo interesante.

Comentarios

  1. Excelente analisis, casi profetico.
    En lo referente a FFAA y Policia es crucial y conflictivo, pero necesario.

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